La Extracción (Parte 2)

25 7 2
                                    

Cuando abro la puerta estaba Edward apuntándome con un arma.

- Edward, tranquilo, tranquilo ¿qué ha sucedido, y porque tienen una escopeta y estás lleno de sangre? 

desbío mi mirada hacía la celda. 

- ¿Qué isiste? — cara de espanto

Edward se lanza a mi abrazándome fuertemente y con voz temblorosa y llanto desconsolado me dice:

- yo, yo no quería hacerlo de verdad, los demonios me obligan, no soy un asesino, no soy un asesino, no soy un asesino— jala su pelo,golpea con sus manos en su cabeza.

Lo abrazo fuerte — paso mi mano por su espalda sobándola suavemente - tranquilo, ya pasó. Ahora es mejor que nos largamos rápido de aquí, no tenemos mucho tiempo 

Sentía como mis delicadas manos y mi voz lo tranquilizaban de inmediato dándole paz.

Ana vigilaba recostada de puerta de entrada nos mira y nos dice

- Vamos, vamos no tenemos mucho tiempo antes de que se den cuenta de que Edward se ha escapado.

Corrimos a través del pasillo, por la cocina del hospital hasta llegar a la puerta del fondo. Donde el auto rojo a unos muy pocos metros nos esperaba.

Me paro frente a Ana y la abrazo fuerte mientras Edward no paraba de mirarnos

- Prométeme que regresarás

- Te lo prometo, pero si no regreso dentro de veinte minutos lárguense muy muy lejos. Ahora entren al coche, tápense con una manta y túmbemele para que no los vean.

Entramos al coche en los asientos de atrás.

- Edward necesito que te quites esa ropa y te pongas esta — saco de la bolsa de basura negra un pantalón azul oscuro y una camisa azul claro mangas cortas con rayas verticales negras.

Él se queda mirándome así movimientos raros con su cabeza hacia los lados

- ¿Qué pasa, por qué no te cambias?

- No quiero que me veas desnudo — sus labios un poco morados por el frío no podían dejar de temblar al igual que todo su cuerpo

- Está bien, yo me daré la vuelta —me giro completamente dándole la espalda. Pasan al rededor de varios segundos y le pregunto ¿Ya acabaste?

- Sí, listo

- Ahora escúchame bien — le digo sostenido su cara suavemente con mis dos manos. Tenemos que permanecer agachados —tomé una manta y nos cubrí a ambos, y pongo un cronómetro que había en mi bolsillo a correr. No podía dejar de mirar a través de la ventana aunque se me asiera casi imposible con la espesa niebla y la fina llovizna.



Ana

El fuerte ruido del tacón de mis zapatos provocados por mi fuerte caminar estremecía el largo pasillo que conducía hasta el oscuro y húmedo sótano donde era el, habitad de animalesinmundos como lo era Raúl. Bajo las escaleras a mi izquierda y me detengo justo frente a la puerta azul que daba la entrada al sótano, saco el arma del bolsillo de mi uniforme y la cargo sosteniéndola fuerte con mi mano derecha — abro la puerta y entro, miro rápido hacia todos lados. Estaba totalmente vacío el sótano, las gotas que salían de una vieja tubería rota hacían un gran charco de agua en el piso en el que veía beber a las ratas, cada golpe de las gotas entraba a través de mis oídos hasta llegar al cerebro donde estallaba dejándome recordar todo lo que Raúl me había hecho aumentando más mi ira— muerdo mi labio inferior en acción de enojo.

- ¿Dónde estará este maldito perro? — paso mis nudillos por mi nariz, escupo. Me doy la vuelta y salgo del sótano, mientras voy subiendo las escaleras siento que alguien viene — me recuesto de la pared y apunto.

- Al fin te vuelvo a ver hijo de puta

- Que, ¿qué te he hecho yo? — se lanza bruscamente contra la pared, sus ojos estaban tan abiertos y grandes como faros de autos

- Lo siento te confundí con otra persona — bajo el arma, la levanto y le vuelvo a apuntar diciéndole — aunque necesito dos favores, el primero que me digas donde está Raúl

- Está en el almacén al otro lado de la cocina — me decía con voz temblorosa.

—Me acerco a su oreja y susurrándole al oído le digo. Y el otro favor que te voy a pedir es que no me has visto, porque si me delatas te voy a meter esta pistola por el culo y luego te mandaré directo al infierno donde seguro te estará esperando Raúl.

- Está bien

Me levanté y camino directo al almacén, cuando llegué ahí estaba el sostenido una caja de cartón — cargo el arma, cuando él sintió el sonido se dio la vuelta lentamente hasta quedar frente a mí.

- Al fin te encuentro

Él dejó caer la caja y su cara dejaba al descubierto un gran temor — tranquila, vamos a arreglar las cosas como persona– me decía levantado sus manos

- ¿Cómo personas dices, porque no pensaste eso ayer cuando me violabas en mi sofá?. De rodillas, que te pongas de rodilla.

- Ana tranquila — me repetía una y otra vez mientras se acercaba a mi

- No des un paso más o disparo

Él corrió hacia mí y disparé, la bala entro en su hombro y la sangre ensució mi ropa, estábamos a menos de un metro de distancia, de repente golpeó mi cara y caí al y suelo totalmente aturdida

- Hija de perra — rabiaba del dolor.

Se acercó a mí y golpeó una vez más mi cara una tres veces, tomó mi cuello y empezó a apretarlo tan fuerte que tenía la sensación que lo hacía una serpiente. Miro a los lados solo con mis ojos y veo muy cerca de mi mano derecha la pistola, estiro mi mano hasta que la logro alcanzar

- No eres más que una pu...

No lo deje acabar la frase, tres disparos entraron en su cuerpo acabando completamente con la vida de aquel mostró. El cadáver cae completamente sobre mí, el aire me faltaba y trataba de respirar agitadamente, lo empujo, pero eran en vanos mis esfuerzos y sabía que no podía tardar mucho porque de seguro los disparos habían llamado la atención de todos en el hospital. Sigo empujándolo hasta que se movió un poco dejándome libre completamente, me pongo en pie con dificultad, me recuesto de la pared para recuperarme un poco y salgo del almacén corriendo hasta el auto en la parte trasera del hospital donde Isabel y Edward me estarían esperando. Junto saliendo de la cocina una voz fuerte gritó

- ¡Detente!

Me detengo al lado de la puerta del auto y me doy la vuelta, y era nada más y nada menos que la doctora Carmen, vuelvo a mirar al auto y Edward e Isabel se asoman lo que provocó que la doctora junto a sus secuaces los vieran

- Deténganse ahora mismo, no tienen nada más que hacer ni a donde ir, la policía ya esta de camino, y estarán en prisión por lo menos unos veinte años por asesinato y secuestro de un enfermo mental

- Aquí nadie irá a prisión, y no estamos secuestrando a Edward, lo estamos liberando de este infierno

La doctora trata de acercarse a mi

- No de ni un paso más —cargo el arma

- Eres realmente estúpida — me decía con cara de enojo, dio dos pasos más y apreté el gatillo, pero lamentablemente ya no quedaban más balas. Subí rápido al auto mientras todos corrían hacia nosotros

- Rápido, rápido arranca

Salimos rápido del allí mientras ellos trataban de detenernos, pero se les iso imposible, la lluvia empezó a caer fuerte otra vez y la neblina era espesa. Había pensado en todo lo que había hecho, que ahora era una asesina, pero nunca me había sentido tan bien como lo ice cuando maté a ese perro.

Demonios MentalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora