Un frente ruido provocó que mi sueño se detuviera y me despertara. Me levanto rápido y me doy cuenta de que Edward no está a mi lado, salgo del cuarto y me asomo precavidamente mirando a todos lados.
- ¿Edward, eres tú, Edward? —camino hacia el medio de la sala, pero no hay nada, tomo el jarrón de la mesa que estaba al lado del sofá y lo empuño como arma. Camino aterrorizada hacia el cuarto de Ana y la levanto.
- ¿Ana, Ana despierta, Ana? — le dije desesperada
- Que, ¿qué pasa? —me decía aún con sus ojos cerrados y boca media abierta- ¡Edward no está!
En ese momento Ana abrió sus ojos tan grandes como pudo —¿Cómo que no esta?
- No está Ana, no está — la voz se me empieza a quebrar
Ella se levanta de la cama muy rápido y empieza a buscar por toda la casa como loca mientras lo llamaba. El sonido del capó del carro cerrándose llamó nuestra atención, Ana y yo nos miramos y nos asomamos por la ventana y era Edward, solo traía puesto su pantalón gris, su trozo desnudo al igual que sus pies. Mi corazón latía muy rápido y el oxígeno me empezaba a faltar, sentía que me desmayaría cuando vi que Edward sostenía una pata de cabra de hierro en su mano derecha, empezó a caminar hacia la calle arrastrándola por el suelo. Ana y yo nos miramos al mismo tiempo con pavor.
- Esto, esto no va a acabar bien y lo sabes — Me dijo Ana muy asustada
- Sabía que esa mariposa negra que entró bajo la lluvia ayer traía malas noticias — mi respiración se empezó a agitar bruscamente, la vista se me nubló y estaba demasiado agobiada mientras Edward se desaparecía a al horizonte. Caigo al piso recostado de la pared
- Isabel, Isabel tienes que calmarte, estás teniendo un ataque de pánico así que es mejor que te calme — me toma con sus manos por mi mentón y golpea mi cara con algunas bofetadas
Pasaron unos segundos hasta que por fin logré calmarme
- Isabel escucha bien lo que vamos a hacer, no podemos detenerlo o terminará matándonos a ambas, así que solo los vamos a seguir,¿ está bien?
- Está bien — Ana me toma por la mano y me ayuda a levantarme.
Salimos de la casa en batas de dormir blancas corrimos detrás de el rastro que había dejado Edward con las huellas de sus pies y el rastro de la pata de cabra en el lodo. Luego de correr varios metros volvimos a ver a Edward a unos pocos metros, movía el cuello bruscamente hacia los lados y sus hombros se movían hacia delante muy raro, su forma de caminar encorvado hacia delante mientras seguía arrastrando la pata de cabra parecía realmente diabólica. Una fina llovizna empezó a descender del cielo lo que nos hacía más difícil la persecución. Después de caminar al rededor de medio kilómetro una casa se veía a unos metros, los postes de electricidad estaban llenos de fotos en blanco y negro de nosotros con unas grandes letras que decían "Se Buscan Estos Prófugos De La Justicia" y artículos de periódicos que especulaban que Hitler estaba escondido planeando recuperar Alemania después que los Bolcheviques la tomaran y otro artículo pegado más arriba decía que la bomba lanzada por los americanos en Hiroshima y Nagasaki afectaría la ciudad porque los vientos arrastrarían las particulares nucleares. Un fuerte grito de una mujer venidero de la casa que se encuentraba a pocos metros nos hizo correr hacia ella muy muy rápido, cuando llegamos intenté entrar rápido, pero Ana lo evitó agarrando mi brazo izquierdo.
- ¿Qué haces, estás loca, quieres morir hoy? — me dijo un poco irritada y asustada
La casa era peña, muy parecida a la que nos estábamos quedando, sus ventanas a su costado nos permitió ver lo que estaba sucediendo dentro. Edward estaba lleno de sangre, golpeaba sin parar a un hombre que estaba tirado en el suelo con la pata de cabra, su rostro desprendía enojo, respiraba como un animal, mientras que el rostro del hombre muerto estaba irreconocible y su cabeza totalmente abierta dejaba ver el cerebro. La mujer no paraba de gritar mientras abrazaba fuerte a su hijo pequeño el cual lloraba, sus manos temblorosas y rostro aterrorizado hacía que me derrumbara. Mis lágrimas empezaron a salir, miré a Ana y también lloraban mientras veíamos a Edward bañado en sangre caminar hacia ellos con una sonrisa psicópata. La mujer intenta correr, pero Edward golpe su cuello por la parte de atrás, cae al piso y a menos de un metro de ella su hijo que no paraba de gritar desconsoladamente mientras veía a su madre ahogarse con el cuello roto. Edward caminó hacia ella y golpeó varias veces su cuello hasta que su cabeza se desprendió de él. Edward tomó a el niño por el cuello con su mano izquierda y lo levantó del suelo, sus pequeños pies se movían hacia delante y hacia atrás muy rápido a pocos centímetros del piso. Edward empezó a golpear su pequeño rostro con su mano derecha una y otra vez con fuertes puñetazos, luego lo dejó caer y metió sus dos dedos gordos en ambos ojos del niño, sus desgarradores gritos estremecía la casa, sus ojos estaban totalmente hundidos y llenos de sangre. Edward se levantó, tomó la pata de cabra y acabó con la vida del pequeño, luego se dio la vuelta y acabó con todo dentro de la casa. En ese momento dentro de la aflicción y mi llanto recordé de que a un animal nunca se le debe sacar de su hábitat o acabaría haciéndote daño, me culpaba a mí solamente por haberlo sacado del hospital sin medir las consecuencias. Las sirenas de los autos de policía se hacían más fuertes cada vez más, al parecer a la mujer le había dado tiempo llamar a la policía. Ana trataba de levantarme del suelo para escapar, por más que lo intentaba no lo lograba. La policía llegó en cinco autos y salieron tantos policías como hormigas de un hormiguero, un policía hablaba por el megáfono y desde el interior del auto patrulla y decía.
- Salgan con las manos en alto y muy despacio, los tenemos rodeados.
Cuatro policías corrieron hacia nosotras, Ana intentó escapar, pero fue en vano la capturaron a unos pocos metros de mí, a ambas nos tiraron al sueño esposadas y nos pusieron las botas en el cuello hasta inmovilizarnos completamente. Edward rompió la puerta de la casa a golpes y le dispararon, cayó al piso gritando, creí que había muerto, pero solo lo habían herido en su hombro y piernas, mientras lo esposaban gritaba fuerte e intentaba morder a los policías, estaba totalmente irreconocible, gruñía como una vestía salvaje y pataleaba fuerte. Lo levantaron y nos tiraron en el piso frío de una camioneta cerrada de atrás completamente rodeados de policías. Ese amanecer vi mi vida entera pasar y me preguntaba si yo también estaría loca al liberar un enfermo mental y dejar que provocará tal asesinato, sentía que la muerte también había subido a ese auto con nosotros, sabía que sería el final.
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Demonios Mentales
Horror...Los demonios del infierno no son tan malos como los de tu propia mente.. "Demonios Mentales" (Borrador) Una historia de horror que cuenta la cruda realidad que vivian los enfermos mentales en hospitales psiquiatr...