•Amigos con derechos, yera•

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Despertaste entre cálidas sábanas blancas,
tu cuerpo estaba tan descansado,
tan ligero como una pluma y tu mente fresca como una lechuga,
entre los brazos del chico de cabellos plateados que bañaba la luz del sol de la mañana,
dejándote ver su largas pestañas y su rostro pacífico mientras dormía aún...

Sus labios dibujaban media sonrisa mientras recorrías con tu dedo sus cejas rapadas a la mitad,
tenía algunos pelitos en crecimiento que picaban al tacto,
ese estilo le quedaba de maravilla...

Acariciaste su mejilla hasta llegar a su oreja,
jugando con su arete negro con una especie de cruz blanca dibujada que daba la vuelta hasta la parte trasera del lóbulo formando otra cruz,
casi todos los chicos tenían aros, pero el de Mitsuya era tu favorito.

— Tengo que ir a la feria... ¿Querí ir conmigo?— Se apegó a ti, abrazándote por la cintura, rozando piel con piel, lo único que los cubría era la ropa de cama, pero debajo de ella ambos estaban de la manera en que dios los trajo al mundo.

— Si quiero...— Besaste su cabello mientras unía sus labios con la piel de entre tus pechos, besándolo pero sin apartarlos.

De pronto tocaron la puerta repetidas veces,
a la par que se oía un grito,
interrumpiendo el momento íntimo de ambos....

Él se levantó rápidamente,
vistiéndose frente a ti,
ahora que se habían unido de esa manera no sentía vergüenza de aquello,
además,
saber que no podías dejar de ver sus abdominales lo hacía sonreír.

— Taka Taka Taka Taka Taka Taka Takashiiiiiiiiiiiiii.— Una voz infantil y aguda resonaba desde el otro lado de la puerta.— ¡Se hizo pipí de nuevo!

Reíste ante aquello...
Pero entrabas en cuenta de que no te había presentado a sus hermanitas,
solo las conocías de nombre por lo que Mitsuya hablaba,
y además de todo ésto ellas no sabían que estabas ahí.

— Vístete y nos vámos.— Ladeó su cabeza, mirándote con ternura mientras intentabas cubrirte hasta el cuello con la sábana.

Asentiste.

Luego de que saliera de la habitación se oyeron sus pasos apurados seguido de una calmada conversación con su hermanita menor sobre ir al baño antes de dormir.

La puerta se abrió mientras atabas los cordones de las zapatillas que Mitsuya te había prestado y que te quedaban algo grandes...
Alguien te estaba vigilando, con los ojos entrecerrados como si de esa manera tú no la pudieses ver,
no parecía querer acercarse...
Dudaste entre saludar o fingir que su esfuerzo por camuflarse estaba funcionando.

•Chile Revengers• [Tokyo Revengers x Reader]Where stories live. Discover now