Capitulo 13

60 2 3
                                    


"El encierro"

Nate Myers

Mis días iban de mal en peor. El tema de las carreras se había calmado pero no finalizado. Mis padres me cuestionaban que estudiaría el año entrante. Mi mejor amiga sospechaba de mentiras de su novio y lo peor de todo la cena de los Jones.

Esa cena había sido un total infierno. Había un chico llamado Patrick que tonteaba junto a Astrid como dos niños. Zac seguía sin decirme nada de lo sucedido y mi hermana se quedaba embobada mirando al estúpido escritor.

Pero aquí me encontraba. Entrando a una habitación oscura junto a Astrid Jones. No iba a negar que no saque en toda la noche los ojos de ella. Se veía muy diferente cuando se producía pero en el fondo seguía siendo la misma Astrid a la que me gustaba joderle la vida.

Cierro la puerta a mi espalda y siento como ella se sentó en la cama así que decido hacer lo mismo. Ninguno de los dos dice nada y el silencio nos invade debido a que todos están abajo jugando.

Sin querer choco con su brazo y ella se estremece. Debe estar nerviosa pero lo trata de ocultar cruzándose de brazos.

— ¿Cuánto tiempo dura esta ridiculez? —pregunta enojada.

— Hasta que Derek decida subir por nosotros —respondo restándole importancia—. Y si piensas en irte debes saber que te harán tomar toda una botella de vodka y no lo recomiendo.

Ella suelta un suspiro largo y yo me acerco un poco más a ella.

— ¿Te divertiste hoy? —pregunto tratando de sacarle conversación.

— Si —responde secamente.

— ¿Acaso te hice algo Jones? —pregunto indignado.

— No pero este jueguito y que tu novia me ande asesinando con la mirada no me agrada para nada.

Yo suelto una risa y ella golpea mi brazo.

— Pero si te divertiste con el italianito abajo —le contradigo recordando como la vi besarla—, además es solo un juego.

­— ¿Acaso andas acosándome Nathaniel? —cuestiona y yo agrando mi sonrisa—. Y por tu pregunta si me divertí.

Ella utiliza aquel tono de voz que utilizo el día que la vi bajarse de su auto y me respondió que le había ido bien y sé que mentía como ahora. No sé si es por todo el alcohol que tengo en mi cuerpo pero saco la valentía de tomar su mano y levantarla de un tiro.

Me la acerco a mí y paso mis manos por su cintura acorralándola. Ella trata de zafarse pero yo se lo impido. Como la luz no estaba no podía ver su rostro pero imaginaba que estaba roja de pies a cabeza en este instante.

— ¿Que-Que haces Nate? —murmura como puede cuando me agacho ya que aunque este de tacones sigue siendo baja para mí.

— Dime la verdad rubita, ¿Él te hace sentir así? —le digo pasando mi mano por su mejilla.

— Yo-Yo.... —responde pero se queda callada.

Me la acerco aún más y noto su respiración muy cerca de mí. Me inclino hasta estar a la altura de su oreja y le susurro:

— Desde que te vi en el juego no aparto la mirada de ti y cuando llegaste a la fiesta quise decirte lo hermoso que te queda el vestido que llevas puesto —paso mi dedo índice por toda su columna—. Y no sabes lo mucho que espero por hacer esto.

— ¿Hacer qué? —pregunta ella.

Y con esa pregunta no lo dudó ni un segundo más. Tomo su pequeño rostro con mis manos y la beso sin dudas. Ella tarda en reaccionar pero cuando vuelve me corresponde el beso con mi misma intensidad.

Se nota que ella sabe lo que hace y no muestra ninguna duda en sus movimientos. Se pega aún más a mí pasando sus brazos por mi cuello y yo decido enroscar los míos en su cintura.

No sé cuánto tiempo estuvimos así sin pensar en nada. Pero de repente siento un ruido por el pasillo y corto el beso al instante.

La luz se prende y vemos la imagen de Derek asomándose por la puerta. Él nos ve con una sonrisa pícara a ambos. Noto de reojo como Asti acomoda su vestido como si nada hubiera pasado.

Decido salir primero de la habitación y bajo los escalones rápidamente. Al bajar tengo de en frente a Cindy quien me ve con sus brazos cruzados y noto como estuvo llorando. Trato de pasar pero sus amigas me niegan el paso.

Astrid quien seguía en la habitación estaba bajando junto a Derek quienes no podían terminar de bajar por mí.

— ¡Eres un imbécil! —me grita Cindy dándome una cachetada.

Todos comienzan a gritar un uhhhh y yo la miro fijamente.

>> — ¡Porque elegiste a esa fea teniéndome a mí! —me grita indignada.

— No hables así de ella Cindy —le digo enojado.

— Pues terminamos —me dice segura.

— Pues bien.

No se esperaba esa respuesta ya que su cara de indignación se ve reflejada claramente. Paso por su lado y me largo de la fiesta.

Subo al auto y antes de arrancar apoyo mi cabeza al volante pensando en lo sucedido. Una sonrisa se me dibuja al recordar que Jones se dejó besar por mí. Arranco el auto rápidamente y me dirijo nuevamente a mi casa para poder descansar.

Malas decisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora