29. TÚ

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Estoy frente a la que sería nuestra universidad, Joel. Hoy presentaré el examen para ingresar a la carrera de letras hispánicas. Ambos debimos presentarlo hace más de un mes, pero ya no es necesario explicar por qué no sucedió. Papá ha movido cielo, mar y tierra para que se me permitiese presentarlo, de lo contrario hubiese tenido que tomarme un año sabático, esa idea me seducía demasiado, sin embargo Alonso fue directo sobre como el no tener nada qué hacer solo complicaría mi proceso. Tengo que ocuparme de mi vida, recuperarla, ¿cómo se logra eso cuando ni siquiera tienes ánimos para levantarte de la cama? La respuesta para mí es que ni Sarah ni mis padres me dejarán en paz.

Luego de que salí de aquella primera consulta, y a pesar de que soy mayor de edad, Alonso pidió hablar con mi padre, me prometió que jamás rompería la confianza terapeuta-paciente, me habló sobre la ética, pero también sobre la responsabilidad profesional: él nunca comentaría lo que yo le confiaba dentro del consultorio, pero debido a lo alarmante que fue mi sinceridad en el test y en mis palabras, debía hablar con alguien a quien yo le importara para que estuviese pendiente de mí. Tengo toda mi vida viviendo con una psicóloga, así que solo fue protocolario, sabía que sería así.

Ya he ido también con el psiquiatra, Joel, ¡y demonios! Tengo que ser sincero y tú eres la persona con la que más puedo serlo, me molesta demasiado tener que medicarme y que lo que soy tenga que depender de una maldita pastilla, sí, mamá ya me explicó lo importante que es, pero a veces me siento asfixiado, es estresante tener a todos sobre mí diciéndome qué hacer. A veces logro escaparme, como ayer que fui a visitarte al mirador. Y me tiré en el césped con los rayos del sol golpeándome la cara, obligándome a cerrar los ojos; se sintió bien perderme en la oscuridad, se sintió bien no escuchar voces, solo al viento al mover las copas de los árboles, solo la hierba haciéndome cosquillas en los brazos. Y me sentí tan cerca de ti. Y quise odiarte una vez más porque ya no quisiste luchar y me dejaste solo. Y ahora tengo que aprender a vivir sin ti: hacer un examen, tomarme una pastilla todas las noches, estudiar en la universidad, volver a leer un libro, engancharme a una serie, recuperar los miércoles de cine con mamá, visitar a un amigo, librarme de mi codependencia hacia ti, tomar lo mejor de los diez años que estuvimos juntos y seguir, recuperar mi vida y las ganas de vivir... Alonso incluso me habló de amor y de deseo, utilizó la palabra «rehacer», joder, ¡qué fea palabra! ¿Estás de acuerdo en que es horrible? Aceptarla es aceptar que estamos destruidos, y esa es una verdad que cuesta asumir.

El Chango y Gonzalo me esperan a la entrada del edificio en el que haré el examen de ingreso, esta es su facultad, y de las próximas tres horas depende si también será la mía. ¿Recuerdas lo mucho que nos preocupaba el no estar en la misma facultad, en el mismo salón y dejar de compartir tantas horas como lo hacíamos? Joel, lo que daría porque hoy estuvieses haciendo este examen también, qué hubiesen sido unas cuantas horas a comparación de toda la vida sin ti... Cuando me ven, ambos me sonríen y caminan hacia mí, estrechan sus manos con la mía y me abrazan.

—Sí yo pude entrar tú también podrás —me dice el Chango.

—Ya estás dentro, Darío, confío en ti. —Una sonrisa se dibuja en el rostro de Gonzalo, es como si supiera que justo necesitaba de una para llenarme de valor.

—Gracias —les digo a ambos—, pero si consigo entrar tendrán que soportarme casi a diario.

—Morimos porque eso suceda, compa, necesitamos carne fresca —dice el Chango y se carcajea, mira el reloj en su muñeca y me invita a seguirlo.

El Chango también influyó para que se me dejara presentar el examen, tantos años en la universidad le ha permitido hacer buenos amigos. Subimos varias escaleras hasta que llegamos a un tercer piso. Mis amigos asienten y me palmen la espalda para darme ánimos, me despido de ellos con una sonrisa y entro al salón frente a mí.

Tú, yo, anarquíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora