35. TÚ

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Hemos perdido una batalla importante, Joel.

Hoy se realizará la tercera marcha en tu honor y también sería el día en el que "La Voz de Jalisco" haría pública la investigación que Paulina realizó sobre Fernando Carrasco, sin embargo el director del periódico ha detenido todo.

Gonzalo y Paulina llegaron a mi casa esta mañana cuando desayunábamos, en cuanto entró, pude ver en la mirada de Gonzalo el miedo y la frustración que sentía y supe que algo iba mal.

—¿Qué ocurre? —les preguntó mi madre luego de invitarlos a sentarse.

Paulina les contó a mis padres todo lo relacionado a la investigación. Sarah y yo nos miramos, nerviosos, lo último que papá y mamá querían es que nos pusiéramos en peligro, y lo que Paulina les contaba, era algo muy delicado. Yo intenté buscar a Gonzalo con la mirada, pero él me evitaba. El último mes ha sido bastante caótico, hay muchas cosas que debo contarte, Joel.

—¿Por qué no se publicará la investigación? —indagó mi papá.

—Mi jefe fue amenazado —respondió Paulina—. No sé cómo, pero la información sobre la investigación debió filtrarse porque no entiendo cómo Fernando Carrasco se enteró de lo que íbamos a publicar.

—¿Piensas que fue Fernando quien amenazó a tu jefe? —preguntó mi mamá.

—¿Quién si no? —respondió Paulina. En su mirada también pude ver la impotencia que sentía.

En un momento, todos en la mesa nos quedamos callados, en silencio reflexionábamos las implicaciones de lo sucedido. Fue mi padre quien retomó la conversación.

—¿Cómo amenazaron a tu jefe? —preguntó.

—La semana pasada le enviaron a la puerta de su casa un muñeco manchado con pintura roja que simulaba sangre, llevaba consigo una nota escrita con la misma pintura que decía: «Ten cuidado con tus palabras. Primer y último aviso».

Mi madre se llevó las manos al rostro, asustada. Gonzalo por fin se atrevió a mirarme, en sus ojos siempre había encontrado ese aliciente para no darme por vencido, veía en su mirada una revolución que me revolucionaba a mí mismo, esa mañana no encontré nada de eso, solo impotencia mezclada con preocupación.

—Mi jefe no le hizo caso a la advertencia —continuó Paulina—, lleva más de treinta años siendo periodista y de los que se arriesga, esa no era la primera amenaza que recibía, sin embargo, la noche de ayer cuando iba junto con su esposa a recoger a su nieto de su clase de natación, cuatro camionetas le cerraron el paso, de una bajaron el vidrio y un encapuchado simuló dispararle, no hicieron nada más, pero tampoco fue necesario. Mi jefe y amigo decidió no publicar y se tomó unas vacaciones, ahora mismo él y su familia deben estar en un avión rumbo a Estados Unidos —concluyó Paulina.

Jamás vi a mi madre perder el control como lo hizo esta mañana, nerviosa se puso de pie, caminó en círculos y, de pronto, comenzó a llorar. Papá se levantó para darle un abrazo e intentar tranquilizarla, ambos se disculparon y se fueron a su habitación para hablar a solas. Paulina se despidió y nos dijo que esperaba hablar con nosotros por la tarde. En la mesa solo quedamos Sarah, Gonzalo y yo.

—Tenemos que tomar decisiones sobre lo que haremos —dijo Sarah—, voy a cambiarme.

Los nervios me ganaron y, al igual que mi madre, me puse de pie y caminé de un lado para otro. Joel, sabes que siempre seré sincero contigo, y debo aceptar que tengo miedo. Desde aquella noche de marzo he luchado por ti, por honrarte, porque se te haga justicia, porque no es justo lo que te hicieron, lo que nos hicieron, pero ahora mismo no puedo dejar de pensar si llevar esto hasta las últimas consecuencias es lo correcto, ¿y si no logramos nada?, ¿y si alguien más sale lastimado? Es algo que no me podría perdonar, que no podría soportar.

Tú, yo, anarquíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora