𝗗𝗲 𝗕𝗼𝘀𝘁𝗼𝗻 𝗮 𝗕𝗲𝗿𝗹𝗶́𝗻 | La Casa De Papel

𝓑 𝓐 𝓑 44

Tokio besa y abraza a mi hermano, mientras nosotros los vemos con una sonrisa

Mi esposo me abraza por la espalda, sonriendo orgulloso de nosotros

- cerrad puertas- Denver ordena

Giro mi cabeza en aquella dirección, y lo veo

Alguien se avienta dentro de el banco justo antes de cerrar las puertas

Denver, Helsinki y yo caminamos rápido hacia la persona y le apuntamos con nuestras armas

- no disparen. Voy desarmado. Soy Arturo Roman-

- ¿Arturito?- Dever lo ve, sin poderlo creer

- cariño, si me dices "soy Arturo Roman" me dan más ganas de dispararte- le comento burlona, bajando mi arma- revisen si de verdad no trae armas

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- putos locos- Río habla emocionado- podríais estar ahí fuera, viviendo la vidorra, y estáis aquí metidos en la puta boca del lobo- el empieza a sollozar, aún con una sonrisa- ¿Sabéis la que abéis liado ahi afuera?

Helsinki se le lanza, dándole un abrazo de saludo

Le sigue Estocolmo, a quien la abraza divertido

- ¿Y a ti como te llamo? ¿Mónica?

- no, Estocolmo- ella responde orgullosa

Después sigue Denver, a quien abraza con el doble de cariño

- ¿Tu que he has fumando para volver aquí?

- nah, la vida de millonario es muy aburrida

- gracias, tío. Que estés aquí con todo lo que has perdido, para mí es la hostia

Nairobi los aleja con emoción, abrazándolo

- ¿Que pasa, guapa?!-

- yogurin! Estoy más contenta que si te hubiera parido

- sois la hostia

- si, somos la hostia- ella le da la razón- pero aquí, las que se han tirado el carro, son: tu novia y tú hermana

El me mira con una sonrisa y me abraza de nuevo

Recién se separa, su mirada va hacia Andrés

El, resignado, accede a el abrazo

- espero que hayas cuidado bien de mi hermana, eh

- mejor de lo que crees...

- bueno, vale- tokio lo jala- a mí me vais a perdonar, pero...es mi turno. Vuelvo en un rato

Ella lo lleva lejos de nosotros

- vale - llamo la atención de los rehenes- Sigamos. Alguien dele un mono rojo a Arturito!

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- Rio, necesito que respondas de la manera más precisa posible- el profesor le pide- ¿Dónde te tenían?

- en una celda. Muy pequeña. Como un ataúd. No podía ni sentarme. Estaba de pie todo el tiempo