𝓑 𝓐 𝓑 56

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el teléfono de Gandía comienza a sonar, y eso provoca que Gandía comience a recobrar la conciencia 

- buenos días - le sonrío, con falsedad 

el sonido de algo en la pared llama mi atención y al entender lo que es, el corazón se me acelera 

- uy...son mis amigos 

El se apresura a inyectarse lo que iba a hacer antes de su caída y trata de llegar lo antes posible al teléfono 

- Coronel - responde con formalidad - Coronel...

me recargo en la silla, notando lo que pasa 

- estas jodido, cabrón - 

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Cuando la policía estaba a punto de caer definitivamente sobre nosotros, el Profesor lanzo el primer misil 

Un misil que fue una salva de honor en memoria de Nairobi

En ese instante, se paró la carpa

La salida de Nairobi llenó el aire de un silencio pesado 

Era el desencanto de miles de personas que habían creído que la fabula de Dalí, era un cuento con final feliz 

Pero era simplemente una guerra 

Y entonces, el Profesor lanzo su segundo misil 

Empapelo Madrid con la cara de Rio y mandó el relato de los hechos a toda la prensa nacional e internacional 

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- que puta sauna - Gandía se queja, aún tratando de curar sus heridas

- ¿tu vas a la sauna? - sonrío divertida - eres uno de esos que se ponen cachondos en el vestuario del cuartel ¿verdad?

El deja lo que hace, girándose hacia mi

- se ve que tu y yo somos iguales, solo que estamos en bandos contrarios - el lo piensa unos segundos - puedo ofrecerte trabajo

- no se si te das cuenta de que llevo toda una puta vida haciendo lo que hago 

El pone su mano en mi mejilla, presionando un poco

- ¿Tú qué es lo que quieres?

- ¿de ti? absolutamente nada 

Su mano comienza a temblar con fuerza y se obliga a bajarla de inmediato 

- estas jodido - informo - la metralla del cuello. Plexo braquial. Controla un montón de músculos del brazo, de la mano, del hombro...

- ¿tu sabes todo eso?

- con el profesor se aprende - le sonrío con tranquilidad - seguro te cuesta respirar normal. Es el diafragma. Que mala suerte

- ¿y qué quieres? ¿qué te suelte?

Niego con la cabeza 

- si no me sueltas, estás muerto. Si me sueltas, te curo

El asiente

- te voy a soltar las manos para que me quites las esquirlas. Pero vas a seguir atada del cuello. Te daré la espalda, pero solo tengo que hacer así - el toma su pistola sin balas y dispara hacia mi -...para volarte esa cabecita que sabe tantas cosas 

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La delicadeza debería de ser la clave para la confianza

Con el cuidado necesario, le ayudo a sacarse el traje, para descubrir su espalda

La imagen de su herida me recibe, causándome un escalofrío

Con la esponja limpio el área, y con ayuda de las pinzas comienzo a sacar cada una de las esquirlas

Es cuestión de minutos para que cosa todas las heridas, dejando de última, la más peligrosa

- me falta la del cuello –

- ¿cómo lo ves? –

- tiene mala pinta. La saco mal e igual te quedas paralítico

- sácala sin miedo. Tira hacia arriba sin dudar

Tomo las pinzas más grandes

- agacha la cabeza...-

Acerco la pinza, y cuando noto su debilidad, con la mayor fuerza posible, se lo clavo en el área afectada, haciéndolo caer de inmediato

Suelto un jadeo sintiendo un fuerte dolor en mi herida

Llevo mis manos hacia esta, haciendo presión para evitar desangrarme y cierro los ojos unos segundos

En menos de un minuto, un golpe me sobresalta

El de la puerta cayendo abajo

Me levanto de inmediato, viendo en aquella dirección

- atada como un perro, te lo cargaste igual. La puta madre. A ver si tiene pulso el tipo – Palermo entra sin más, dirigiéndose directo a Gandía

Antes de que responda indignada, Berlín entra tras de él, viniendo directo a abrazarme

- joder – escucho como susurra, cerca de mi cuello - ¿Cómo estás?

Se separa, analizando mi estado

- tus ojos...-

- ya se – murmuro, sabiendo perfectamente que se refiere a lo dilatados que están – necesito mis patillas, pero primero suéltenme

Rio es quien toma una herramienta con la intención de zafarme de las cadenas, pero antes de esto, me dejo abrazar un poco

- me asustaste mucho – suspira, pasando su mano por mi espalda

- pero ya estoy bien –

Cuando nos separamos y me suelta de las cadenas, Berlín me entrega mis pastillas con cuidado

Saco una con las manos algo temblorosas, volviendo a sentarme en la silla

- ¿Cómo está Nairobi?

Por la forma en la que sus expresiones cambian, siento como mi cuerpo pierde algo de fuerza

Clavo mi mirada en algún punto de la habitación, respirando con dificultad

En ese momento supe que mi único propósito de ahora en adelante seria matar a Gandía, en cuánto se me diera la oportunidad  

𝗗𝗲 𝗕𝗼𝘀𝘁𝗼𝗻 𝗮 𝗕𝗲𝗿𝗹𝗶́𝗻 | La Casa De PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora