Capítulo 4: El enemigo oculto

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Cuando el guardia de seguridad de la puerta principal, Antonio Flores, tomó el walkie-talkie y mandó la señal que habían acordado horas antes... comprendió que los próximos segundos transcurridos, serían los más importantes de toda su vida.

Al principio, se había estudiado llevar a cabo todo en una hora concreta pero era evidente que dejarse llevar por algo tan específico y con un mínimo margen de error, era casi imposible.

Todos estuvieron de acuerdo de buscar otra forma... mucho más idónea.

Por tanto, después de una ardua discusión con el Magíster, como hacía llamarse, acordaron que lo mejor era esperar a que llegara la víctima y posteriori, llevar a cabo el plan.

<<El plan>>. La palabra le hacía arder la cabeza. Había mucho que perder. Pero tanto por lo que ganar.

Claro que todo era extremadamente difícil y ponían en riesgo la operación que le acarrearía la cárcel por no decir... su propia vida. Pero valía la pena. El premio era muy aceptable y si no había riesgo en la vida, entonces no habías vivido nada.

Aquellas palabras le resonaban en la mente una y otra vez. Tenía mucho miedo. Lo admitía. Pero ya era demasiado tarde para arrepentirse. El daño ya estaba planificado. Ahora sólo quedaba encomendarse a Dios. Aunque muy en el fondo, sabía que Dios no estaba presente en este tipo de situaciones.

La señal fue recibida y una voz distorsionada le respondió:

—Ala 2, camino al ascensor. Cambio.

Antonio esperó. Mentalmente contabilizó los segundos. Lo había hecho con mucha práctica las semanas anteriores. Su mente era una máquina. Una fortificada y cruenta máquina.

Su mano derecha temblaba. Era un leve espasmo producto del estrés; se relajó un poco al terminar el conteo mental.

—Noticias, Alfa 3 —dijo y apretó el botón de emisión.

Silencio. Nada.

Los segundos se hacían eternos. Las personas entraban y salían con rapidez por las puertas de la entrada principal. Aquello lo distraía y le erizaba la piel, pero no podía caer en picada. No podía rendirse. No ahora...

—Recibido, Alfa 3. Listo. Entrando a oficina de reunión. Hora: 11:00 A.M.

Y entonces cortando la señal, Antonio Flores, apagó la radio. Se ajustó la gorra de seguridad y recitando mentalmente un mensaje al mismísimo Dios, se persignó.

El destino de su futuro estaba en sus manos.

Giró en redondo en la entrada; otro compañero le relevó, marcando la señal correspondiente. Por último, implorando a qué no cometieran errores marchó hacia el ascensor.

Justo al cerrarse la puerta metálica tocó el arma entre su cintura. No esperaba usarla pero si no había otra opción, lo lamentaba mucho por el mal rato que pudiera causarles.

Las decisiones a veces podían doler mucho, le dijo su madre una vez.

Esperaba que no fuera él a quien le doliera.

Secretos de una ninfómana 🔞 (Completo)✅ (En físico) 😍Where stories live. Discover now