Capítulo 27: Un fatídico error

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Alissa Maddison se levantó por la mañana con un leve dolor en la espalda y el lado derecho del cuello. Se mantuvo un largo rato sentada sobre la cama y movió la cabeza de manera circular y fue en ese instante cuándo sintió una punzada sobre su fina piel.

Reprimió un gemido de dolor mientras se tocaba el sitio con su mano. Respiró el aire limpio de la habitación y notó como el lado opuesto de la cama estaba vacío.

Albert Colt no estaba.

De pronto, las imágenes surcaron su mente tras recordar los momentos de placer que se habían llevado a cabo la noche anterior. Se estremeció desde su posición al rememorar el perfecto cuerpo del hombre que la había hecho suya en aquellas impolutas paredes así como el momento exacto en que se hincó en el baño mientras el agua le recorría su rostro, cómplice de todo lo que pretendía hacer a continuación. 

Trató de borrar aquel pensamiento y se levantó con un pálpito en su interior.

Albert Colt. Definitivamente ese hombre le hizo mojar demasiado. De hecho, al revivir dichas ocasiones en su malévola cabeza pudo notar como su entrepierna comenzaba a contraerse.

Caminó en la habitación que para aquel entonces estaba sola ya que Albert no se hallaba allí con ella. Probablemente, pensó, ya estuviera fuera de la mansión y no podría salvarla de aquella inevitable calidez corporal.

Ser ninfómana no era una tarea fácil. Podía ser agotador tanto física como mentalmente, si no se pensaba con cierta madurez. Al principio de los años, Alissa Maddison confundió la situación. Aunque nunca se consideró realmente inestable hasta el momento que le diagnosticaron dicha condición. Ella entendía porque no era para nada tonta, de que siempre que tenía un momento carnal en sí, fuera un extraño o no, al final no le era suficiente. Tampoco rayaba en la promiscuidad pues consideraba que no era lo oportuno siendo tan joven.

A veces, cuando finalizaba un momento de extremo placer, se adentraba en su habitación y comenzaba a llorar. No porque se arrepintiera de lo sucedido ya que eso nunca pasaba. Sino porque a decir verdad, no tener una estabilidad emocional y mucho menos sexual era un verdadero problema moral.

Por un lado, Leonard Maddison era un hombre de principios. Un hombre duro y quizás ortodoxo, pero muy leal a sus principios y costumbres. Y por el otro, su madre Gretta Collins, no le era muy distinta. Aunque no lo decía en voz alta consideraba para sus adentros que aquellos actos furtivos y poco normales en una mujer, no eran precisamente los adecuados para una sociedad.

En las noches, cuando Alissa dejaba a su amante fuera de su campo visual o lejos del alcance de ella, se sumía en un mundo oscuro y solitario para luego, caer en la inexorable tristeza. Se sentía impura y agnóstica. Se sentía reducida a las cenizas de una noche de pasión que al final no le dejaba más que ganas de seguir y seguir.

Por esa y otras razones, cuando se levantó de la cama después del fantástico momento con Albert Colt, decidió que su vida no podía tener el mismo rumbo.

Estaba completamente desnuda.

Su bata negra estaba colocada sobre el respaldo de un ornamentado mueble mientras que sus prendas íntimas yacían esparcidas por el suelo. Al pasar cerca de ellas, volvió a recordar la noche anterior y negó con la cabeza.

<<Niña mala>>, pensó al entrar en el baño.

Se observó en el espejo y miró su cabello rojo refulgir cuando encendió la bombilla. Era una mujer hermosa e inteligente. Una mujer capaz de tenerlo todo sin siquiera pedirlo. Tenía dinero, futuro y posición. Lo tenía todo y al mismo tiempo no tenía nada. Para ella, a esas alturas de la vida, las cosas materiales no le eran suficiente. Se sentía vacía. Y no quería seguir así… ya no. 

Secretos de una ninfómana 🔞 (Completo)✅ (En físico) 😍Where stories live. Discover now