Capítulo 28: Confrontación

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—Suéltame, Gregor. —musitó Alissa Maddison—. Me estás lastimando.

Los dedos de él se cerraban con fuerza sobre su cuello y el aire comenzó a volverse escaso entre el pequeño cubículo dónde ambos se hallaban. Su rostro estaba surcado en ligeras lágrimas y el temor le cubría toda su humanidad.

El agua caía unidireccional como un cómplice entre el enorme error que ella había cometido al confundirlo con otro hombre. Su mirada, en cambio, comenzó a nublarse. El dolor aumentaba y entonces supo que podría desmayarse en cualquier instante. 

Tomó el poco valor que le quedaba y se irguió bruscamente.

—¡SUÉLTAME, IDIOTA!

Alissa empujó con fuerza los brazos de Gregor y este abrió los ojos como platos tras liberarla de sus dominios. Jamás había visto así de alterada a su prima. Ella se giró llevándose una mano a su entumecido cuello y acarició el área rojiza que había dejado la presión ejercida por él. Cerró la válvula de la ducha y el agua dejó de caer, dejándolos completamente empapados.

—Vete, no quiero verte. —exclamó mientras se colocaba el albornoz y cubría rápidamente su húmedo cuerpo.

Se sintió un poco más segura. Menos expuesta.

Gregor le siguió los pasos. Habían salido del baño y se encontraban en la recámara de ella.

La tensión era muy tangible.

—Me has confundido con otro hombre. —afirmó él.

No hubo respuesta. Alissa seguía envolviendo su cuello entre su mano; pese a todo no podía creer lo que había ocurrido.

"—Me has llamado Albert. —continuó diciendo Gregor en un hilo de voz.

Alissa se volteó y su rostro era una máscara inexpresiva y fría, para aquel momento ya había dejado de llorar.

—Lárgate ahora mismo o te sacaré.

No pudo evitar temblar porque la ira se extendió por todo su cuerpo y su corazón era un pequeño tumulto similar al papel arrugado. Temor y dolor se mezclaban en su interior.

No había nada peor que eso.

—Me haces daño Alissa y lo sabes. —susurró su primo acercándose.

Ella retrocedió. No quería tener ningún contacto con él. No cuando casi le hería de gravedad. Siguió retrocediendo y tocó el borde de la cama con sus piernas y cayó sentada sobre el respaldo del mismo. Su corazón era presa del pánico y la adrenalina.

—Me gustas. Me gustas mucho. —exclamó Gregor colocándose al frente de ella.

—No lo hagas. —dijo con un gesto de rechazo—. Sabes las razones y no podemos seguir así. Nuestro tiempo se ha terminado.

Él ubicó sus manos sobre los hombros de Alissa y ella desvió la mirada con un deje de repugnancia.

—¿Ya no te gusto? —interrogó.

Ella negó.

—¿Es por él verdad? ¿El tal Albert Colt?

Ella volvió a negar.

—¡Mírame, carajo! ¡Mírame y niégalo!

Alissa se sobresaltó ante el arrebato de Gregor. Esta vez sus dedos apretaban su piel y le obligaban a qué ella le mirara en contra de su propia voluntad.

Él profirió una gutural carcajada. Era una risa malévola de alguien que ha perdido completamente la razón.

—Alissa Maddison… mírame. —exigió secamente Gregor.

Ella lo observó. Sus miradas se encontraron y por primera vez en mucho tiempo, Alissa sintió que debía tener el control de su vida. Por primera vez, se obligó a no caer en la dura tentación y permitirse estar plenamente a gusto consigo misma.

—No me gustas Gregor. Ya no me gustas. —respondió, incorporándose.

Su primo la soltó herido. Impertérrito.

—Me gusta otro hombre y voy a luchar por él. —siguió explicando ella mientras rodeaba el lado derecho de la cama para posarse justo en la ventana de la habitación con el albornoz aun puesto.

—Y…, ¿nosotros qué? —caviló su primo en voz baja.

—Lo de nosotros fue y seguirá siendo un error, no podemos seguir así. No más.

Ella seguía mirando el horizonte. El cielo azulado con sus innumerables nubes se extendía más allá hasta perderse en las enormes montañas verdosas. Era una vista majestuosa para un momento muy incómodo.

—No lo acepto. —sentenció Gregor, mientras se acercaba a ella.

Alissa Maddison giró mucho antes de que el llegara a su encuentro. Se posó con ambos brazos entrelazados en su pecho y pestañeó varias veces, con decisión.

Su gesto denotó cierta incredulidad.

—Es mi decisión. Ahora, por favor, vete de aquí.

Gregor se detuvo.

La miró.

El lado izquierdo de su boca se elevó muy lentamente.

—Te diré algo. Si yo no soy feliz contigo jamás lo serás tú, mi querida prima.

Ella quiso protestar pero ya era demasiado tarde. Gregor se había dado la vuelta y salió de la habitación dejando tras de sí un aura de amenaza y peligrosidad irremediables.

Alissa sintió un leve vacío en su pecho. El dolor del cuello había disminuido considerablemente. Sin embargo, un extraño sentimiento cubría todo su cuerpo y la envolvía hasta sumirla en una densa bruma de pensamientos espantosos.

Era el miedo.

Tenía mucho miedo por lo que pudiera pasarle a ella y, por supuesto, a Albert Colt.

Una vez le habían dicho que la vida podía doler mucho mientras la vivieras. En aquella ocasión Alissa Maddison no tenía motivos ni razones para detenerse a pensar sobre tal afirmación. Era apenas una joven que intentaba comerse el mundo a su antojo. No obstante, en esa fría y solitaria habitación las cosas habían cambiado por completo. Habían muchos motivos para seguir adelante y darle un sentido propio a su vida. Había un gran motivo para no titubear y levantarse de las voraces llamas que consumían todo a su paso y que auguraban con convertirla en cenizas.

Habían innumerables razones.

Pero, principalmente había uno que comenzaba a sentir muy recientemente y era muy ajeno para ella: Era el amor.

Secretos de una ninfómana 🔞 (Completo)✅ (En físico) 😍Where stories live. Discover now