Capítulo 6.

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En el camino hacia el aeropuerto me paso jugando con el dobladillo de mi falda

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En el camino hacia el aeropuerto me paso jugando con el dobladillo de mi falda. Algunas veces las personas toman decisiones tontas por estar molestas o ser impulsivas, también cuando la estupidez recorre su sistema y en mi caso tomé la brillante idea basándome en las tres anteriores, quizá guiándome más por la parte estúpida de mi cabeza.

Apenas soy consciente del aeropuerto frente a nosotros mi cuerpo se tensa y tengo ganas de llorar. ¿Por qué tuve que ser tan torpe? Desde que tengo memoria le tengo pavor a volar, no puedo culpar a Decker ya que él no dijo las palabras por mí, si bien es cierto, estaba molesta con él y hubiera hecho cualquier cosa para no pasar tiempo a solas con él. Pero la que tomó la decisión fui yo, así que soy responsable de mis actos.

Camino al lado de mi hermano y me aferro a su brazo con fuerza, me da una mirada divertida y desvío mi vista hacia el pelinegro. Él está completamente tranquilo, se detiene a coquetear con una asistente de vuelo y obtiene una bolsa con maní o eso espero que sea, la bolsa es de papel y no puedo ver el contenido.
—¿Enserio Walker, maní? —se encoge de hombros y me muestra sus dientes blancos en una sonrisa digna de comercial de pasta dental. Ruedo los ojos y sigo caminando hasta la zona donde venden los tiquetes.

Mi pulso se acelera en cuanto llegamos frente a la mujer detrás del mostrador, ella le da una sonrisa a mi hermano mientras pregunta sobre nuestro destino y eso es todo lo que puedo tolerar, comienzo mi ataque con una risa aterradora de lo maniática que debo sonar y es justo ese momento en el que me desconecto de mis actos.

Como en cada ocasión que intenté viajar en avión comienzo a llorar y a reír, captó la atención de varias personas que me miran con molestia, la voz de mi hermano es apenas un susurro y luego llega a la siguiente etapa: huir, me alejo corriendo tan rápido como mis pies me permiten y me detengo al estar en media calle fuera del aeropuerto. Mis pulmones arden y siento un agudo pitido en mis oídos mientras cruzo la calle un poco más calmada. Varias personas me pitan por atravesarme, pero sigo sin ser muy consciente de mis acciones.

Me detengo en un terreno desierto rodeado de árboles y me dejó caer a la sombra de uno, coloco mis manos alrededor de mis piernas que llevo hacia mi pecho y me preparo para la última fase de mi crisis. Cuando mi llanto cesó comienzo a tener dificultad para respirar y me obligo a calmarme para no entrar en más pánico.
La última fase de mis crisis son peor que las demás juntas, porque en esta tengo problemas para respirar y siento como mi corazón se acelera al igual que se incrementa el dolor en mi cabeza, al no respirar bien no llega suficiente oxígeno al resto de mi cuerpo y termino cayendo desmayada.
—¡KATE! —reconozco la voz, pero me concentro en tratar de respirar.
—Decker no es momento de comer maní—reconozco la voz de mi hermano y definitivamente odio a Decker, esto no es divertido. Escucho el sonido de algo caer como piedras.

Todo esto sucede mientras empiezo a ver los familiares puntos negros.


—Dale la bolsa, necesita respirar y con esto disminuirá la crisis que sufrió— acepto la bolsa porque en este punto hago cualquier cosa por respirar.

Una Lección de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora