El Admirador Secreto || [Adaptación]

〔 ❀ 〕SIX

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❛❛「 (手紙) Inesperado 」 ❜❜
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Tu Mirada Me Hace Sonreír, Tus Labios Me Hacen Soñar, Tus Besos Me Hacen Sentir Y Tu Alma Me Permite Amar. No te Alejes Nunca De Mí.

—Vaya... Estaba justo ahí.—comento Akiko observando como ya se había ido; trato de buscarlo con sus ojos sin mucho éxito por todo el lugar. 

—Calma, no importa mucho eso—Mixtli intentaba disimular su desilusión ante las demás. 

—Realmente lo siento— se disculpo ante de irse, fue cuando la latina miro a su amiga. 

—Yo no diré nada—puso uno de sus dedos entre sus labios indicado lo dicho. 

—Gracias—le sonrió. 

—Además solo es una flor, aunque muy lindo el girasol—le restaba importancia.—Lo más posible es que fuera de alguien que quería incomodar e incluso causar problemas. 

—Si... Tienes razón.— ¿Habrá sido de su admirador secreto? Y si fuer de él ¿Por qué prefiere seguir en un anonimato?

Pasaron el rato que disfrutaron entre risas, contando anécdotas graciosas en las cuales en la mayoría de ellas la americana terminaba con sus mofletes rosas mientras que a la asiática muerta de risa. Terminaron de consumir lo que pidieron la cuenta, la japonesa no tardo mucho en cumplir con su pedido, a la hora de pagar dejaron una generosa propina complaciendo a Hanemiya por el dinero. El camino hacia el hogar fue relativamente corto entre charlas entre ambas, no se sorprendieron al ver a los hermanos Kozlov ya que había sido en las ultimas semanas donde ellos iban a comer. 

—¡Hey!— saludo primero Andry recibiendo de rutina ese abrazo afectuoso de su mujer. 

—Hola— devolvió la hispana bajo la atenta mirada de Akim. 

—Hola— correspondió él mientras ella intentaba evitar cualquier tipo de contacto visual; tuvo la suerte de que el albino la tenía bien oculta a sus espaldas.— Debemos entrar, ya es hora de cenar. 

—Vayan pasando ustedes, yo voy enseguida no tardo—comento la castaña antes de alejarse hacia su despacho aun sintiendo esa mirada penetrante a sus espaldas. 

Llegando a la oficina no dudo en poner el girasol junto a las demás que ya estaban ahí que habían sido enviadas esa misma mañana en un jarrón color amarillo. Sonrío como una boba enamorada antes de salir dirigiéndose al comedor, al pasar la puerta tomo su lugar habitual junto a de ojos morados como ya era normal, sirvieron la cena: avena con leche recién echa, hot cakes y chocolate caliente para acompañar. 

—¿Qué tal tu día?—pregunto el de Kazajistán mientras veía como su hermano le colocaba miel a su comida causándole una pequeña risa. 

—Genial, vencí a Arthit de nuevo... Junto con otros pobres desafortunados que no lo vieron venir.— una sonrisa de satisfacción.