Capítulo 28

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Nikolai había estado esquivando la insistente llamada de Lascia, de verdad que no era el momento.


Había rastreado a aquella rata, Paul Patterson, el ex de Jules, y el que estaba jodiéndole la vida.

—Tengo que salir un rato—le dijo con él aún entre sus brazos, desde que lo había recogido del pub no había salido de la habitación del hotel, los platos sucios de varios servicios de habitaciones lo corroboraban.

—¿No puedes dejarlo para el lunes?—le preguntó Jules besándole tentador.

Jules tenía un billete para volver a Londres el lunes, pero Nikolai iba a intentar convencerle de que postergara su viaje, pero antes debía resolver ese asunto.


Su atractivo profesor, si es que aún conservaba el puesto, le había contado todo, como si se hubiera abierto una compuerta que le hizo vomitar sus últimos meses. A ratos le miraba de frente, a otros sentía vergüenza de sí mismo, pero nada de que le contaba le parecía vergonzoso a Nikolai.

Un viejo amor, una nueva oportunidad, y un desenlace demasiado dramático.

Un par de llamadas le habían dado una dirección en el mismo Edimburgo donde el individuo tenía una vivienda que justamente había sido abierta ese fin de semana y unos billetes de avión con fecha de un día antes a nombre de Paul Patterson.

El muy cabrón había ido a ver el espectáculo con sus propios ojos, Nikolai sabía de crear trampas para atrapar a sus enemigos hasta hacerlos suplicar.

Pero lo que no se daba cuenta esa rata, era de que Jules no iba a suplicar, sonrió para sí mismo, quizás solo hubiera sido un amante ocasional del químico, pero le conocía, y no hincaría la rodilla en el suelo para recuperar su puesto.

Le miró mientras se vestía él mismo, algo que no se lo habían permitido en esos días. Lo había tenido desnudo debajo, encima y a su lado, lo había besado hasta dejarle la piel de los labios sensibles, le había follado tan duro y tan profundo que sentía los huevos secos.

Pero sobre todo, le había abrazado en las pocas horas que se daban tregua, había consolado de un modo que ni siquiera sabía que podía hacer, entre sus brazos, con suaves caricias, escuchándole.

Jules se había abierto y él no iba a fallarle.

—Estaré solo un par de horas fuera—le besó, aún alucinando de la facilidad con la que se estaban manejando en aquella burbuja.

Sabía que podría romperse, que Jules podría volver a rechazarle, a que se hubiera largado cuando él volviera al hotel.

Pero no podía desaprovechar la ocasión, estaba allí, e iba a tener una instructiva conversación, una conversación que probablemente acabaría con el tipo ese meándose en los pantalones de miedo con el cañón del arma de Nikolai entre los labios.


Condujo hasta la casa registrada al nombre de los Patterson, no podía negar que el lugar era agradable.

Las luces estaban prendidas, y Nikolai saboreó el momento, conocía a esos tipos, favores, llamadas, relaciones a todos los niveles. Pero no tenían ni media bofetada, y Nikolai iba a disfrutar destrozándolo.

Cuando llamó y un joven abrió la puerta, su rostro le resultó vagamente familiar, pero no era Paul Paterson, sin duda.

—¿Eres el de los shawarmas?—dijo el joven de un modo arrogante—Has tardado demasiado, olvídate de tu propina.

Nikolai le clavó el shawarma en las costillas, haciendo que el joven abriera mucho los ojos.

—Calladito—le dijo—¿dónde está tu amigo Paul?

Sugardaddy: Edimburgo (II)Where stories live. Discover now