Confiar [Severitus]

OO3;; Demasiado bueno para ser verdad

Capítulo 3: Demasiado bueno para ser verdad

Harry se despertó abruptamente a la mañana siguiente, se levantó de la cama y cruzó la mitad de la habitación antes de recordar dónde estaba.

A medida que su ritmo cardíaco disminuía gradualmente a un ritmo normal, Harry miró a su alrededor y notó un reloj en la pared, que dictaba que eran casi las ocho. Le sorprendió haber dormido tranquilo. Rara vez dormía más de tres o cuatro horas, y está vez había dormido seis horas seguidas.

Supongo que fue la ducha, la cama tibia, la manta, la puerta cerrada y la ropa limpia...

Harry disfrutó del uso del baño, luego encontró algo de ropa en la pila que supuestamente Dumbledore le había proporcionado. Harry se preguntó de dónde los había conseguido Dumbledore y por qué se había molestado siquiera.

Tal vez estén malditos de alguna manera, tal vez me asfixien en cuanto me lo ponga, mezclados con veneno o...

Él puso los ojos en blanco. No era como si a estas personas les faltaran métodos de asesinato, y el asesinato por ropa tendría que ser uno de los más ridículos que se les ocurriera.

Vestido, por una vez con ropa limpia y bien ajustada, Harry deslizó su navaja en el bolsillo de sus nuevos pantalones antes de bajar las escaleras. Trató de no pensar en lo que haría Snape si se enterara. El hombre probablemente asumiría que estaba planeando cortar los sofás. O asesinarlo mientras dormía.

Sacudiendo el pensamiento, Harry se mordió el labio inferior, tratando de bajar las escaleras lo más silenciosamente posible. Snape le había dicho que viniera a desayunar, pero ¿eso significaba que en realidad se le permitiría comer? Tuvo que hacer retroceder casi físicamente la agonía recordada de días sin comer, obligado a cocinar y servir a los Dursley, inhalando los suculentos aromas a través de los conductos de ventilación de la puerta cerrada de su armario.

Harry hizo una mueca cuando la escalera inferior crujió, luchando contra la ansiedad que comenzaba a apoderarse de él. Habría sido más fácil no ser alimentado en absoluto que recibir la orden de venir a desayunar y no poder probar bocado. Pero Snape no le había dado voz en el asunto.

Después de entrar en algunas puertas (Snape no le había dado exactamente un gran recorrido), Harry encontró la cocina. Era pequeña y, como el resto de la casa, tenuemente iluminada, pero había deliciosos olores flotando desde la mesa circular en el centro de la habitación donde estaba sentado Snape, con el rostro escondido detrás de un periódico, el cual, Harry notó, estaba flotando en el aire, sin apoyo. Harry caminó con cautela hacia la mesa y se sentó frente a Snape.

Se sintió sumamente incómodo mientras estaba sentado allí, sin querer servirse a sí mismo, pero incapaz de ignorar el hambre. La mesa estaba preparada con platos de comida y una jarra de leche, todo más fresco que cualquier alimento al que Harry hubiera tenido acceso en los últimos tiempos.

—La comida no está aquí para decorar—Dio un leve salto cuando Snape habló.—¿La comida no es de tu gusto? ¿Está acostumbrado el Niño-Que-Vivió a los banquetes gourmet?—El rostro de Snape todavía estaba oculto por el periódico, pero no era muy difícil imaginar la expresión de su rostro.

Harry no vaciló; se apresuró a llenar su plato, y fue todo lo que pudo hacer para no tragar todo de una vez.

Ve a tu ritmo. Si vomitas por todo el suelo, no volverás a ver la luz del día.

Así que Harry comió lentamente, eligiendo saborear el estallido de sabor que llenó su boca. Tostada caliente con mantequilla. Huevos calientes sabrosos y fruta fresca. Leche fría y dulce deslizándose refrescantemente por su garganta. Harry nunca había comido tan buena comida desde que tenía memoria. Por lo general, lo mejor que podía conseguir eran las sobras de los contenedores de basura fuera de varios restaurantes y, de vez en cuando, alguna barra de chocolate que podía robar del supermercado. Y con los Dursley, Harry tendría suerte si conseguía...