O18;; Realizaciones

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(He vuelto para quedarme beibis¡! <3)

Capítulo 18: Realizaciones

Cuando Harry pasó su mano por las suaves y blancas plumas de Hedwig, sus labios se torcieron hacia arriba en contra de su voluntad.

Le había puesto a su lechuza el nombre de Hedwig de Silesia, la santa patrona de los huérfanos. Sí, que lo demanden.

—Sabes, es extraño vivir con Snape—le murmuró Harry, moviéndose hacia el asiento junto a la ventana de su habitación con Hedwig sobre su hombro.—Una vez que dejé Privet Drive, pensé que no querría tener a nadie a cargo de mí nuevamente—Harry hizo una pausa para acomodarse más en el asiento, transfiriendo a Hedwig a su regazo.—Pero con Snape, a mí... me gusta.

—Él... él es casi como un...—su voz se apagó.

Hedwig parpadeó, inclinando la cabeza de manera contemplativa. ¿Cuánto de lo que él dijo realmente entendió? A Harry le hubiera gustado pensar que ella entendía la mayor parte. Era un pensamiento reconfortante creer que él podía decirle cualquier cosa y que ella nunca sería capaz de usarlo en su contra.

—Tuviste padres una vez, ¿no?—preguntó Harry suavemente, acariciando las plumas de su cabeza. Hedwig ululó suavemente, saltando para morder la oreja de Harry. Harry apoyó su cabeza contra la de ella por un momento.

—Me estoy ablandando— murmuró Harry para sí mismo.

Al darse cuenta de la hora, Harry se levantó con cuidado y bajó las escaleras para desayunar, con Hedwig todavía sentada en su hombro.

—Ya veo que se han vuelto inseparables—dijo Snape arrastrando las palabras cuando Harry entró en la cocina. Harry se encogió de hombros con su hombro libre, dándole a Snape una media sonrisa, y Hedwig se alejó revoloteando a través de la ventana abierta.

Harry se sentó, alcanzó el frutero y notó un paquete largo y delgado apoyado contra la mesa al lado de su silla.

—¿Eh, señor?—Harry preguntó tentativamente, mirando hacia arriba.

—Es tu undécimo cumpleaños hoy, ¿no es así?

Oh, cierto, lo es.

Por razones obvias, Harry nunca le había dado mucha importancia a los cumpleaños.

—No tenías que traerme nada—murmuró Harry, mirando su plato.

—Soy consciente de eso—dijo Snape, levantando su taza de té con dos dedos para tomar un sorbo.

Harry se mordió el labio, mirando el paquete. Tragó saliva. ¿Por qué era tan difícil? Tal vez porque había tomado la firme decisión de dejar de preocuparse por no recibir regalos en su cumpleaños cuando a Dudley le habían dado montones de regalos por cada ocasión menor. Y tal vez porque ese lado estúpido e ilógico de su cerebro temía que el regalo le fuera arrebatado tan pronto como indicara que lo quería.

Aguanta las lágrimas. Snape no es así.

Él lo sabía, lo sabía, pero ¿y si...?

—Adelante, ábrelo si lo deseas—instó Snape.

Harry levantó la vista con cautela y se encontró con los ojos del hombre. Tranquilo, relajado, casi indiferente a si Harry aceptaría el regalo o no. Eso hacía las cosas más fáciles, de alguna manera.

Harry acercó el paquete y desenvolvió con cuidado el papel marrón, luego abrió la caja que había dentro. Era un palo de escoba. Era el palo de escoba que había estado usando, pero lo habían pulido a la perfección y sus cerdas se habían enderezado y desenredado para que pareciera nuevo.

Confiar [Severitus]Where stories live. Discover now