Capítulo 12: Nuevas reglas

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El timbre de llamada de mi celular me despierta. Tengo el cuello y la cintura adolorida, me quedé dormida con Eduardo en el sillón y mi cabeza estaba apoyada en su hombro, por lo que me cuesta moverme.

—¿Qué hora es? ¿Quién es? —cuestiona él bostezando.

—Número desconocido —digo frunciendo el ceño—. Y son las tres de la madrugada.

—¡Dios mío! ¿Quién puede llamarte a esta hora?

Me encojo de hombros y la llamada se corta.

—Quizás debería atender, puede ser una emergencia —expreso. Hace una mueca de incredulidad y vuelven a llamar. Estoy por atender, pero me detiene.

—¡No! Está claro que es Abel.

—¿Cómo estás tan seguro de eso? —quiero saber intentando descifrar de quién es el número. De Santa Fe no proviene, así que no es ningún familiar.

—O es él, o es Alejandro, así que no atiendas.

—Alejandro no tiene mi número... ¿Y si le pasó algo a Abel? —pregunto con tono preocupado. Pone los ojos en blanco y levanta tres dedos. No lo entiendo, así que arqueo las cejas.

—¡Las tres reglas de Dua Lipa! —exclama como si estuviera hablando de algo obvio.

—Ah... ¿La de "acá no usan jabón"? —inquiero divertida. Suelta una carcajada y se pone de pie inmediatamente, como si el sueño se le hubiera ido de un segundo al otro.

El celular vuelve a sonar con insistencia y me golpea la mano en cuanto estoy a punto de atender.

—Regla número uno: no contestes la llamada, es él que está borracho y solo —dice. Ruedo los ojos.

—No está solo, está con Roxana. Y dudo que esté borracho, Abel no es muy fan del alcohol —manifiesto—. ¿Vas a decirme las tres reglas de la canción? —pregunto. Asiente.

—No es solo una canción, son las reglas que dice una reina, ¿está bien? —pronuncia con tono ofendido. No puedo evitar reír con incredulidad—. Regla número dos: No lo dejes volver, porque vas a tener que echarlo.

—Él no va a volver, ¡se va a casar! —contesto. Bufa y se cruza de brazos.

—¿Me vas a contradecir todo? —interroga molesto. Hago un sonido afirmativo—. Última regla, pero no por eso menos importante: ¡no seas su amiga!, vas a despertar en la cama con él.

—¡Pero si vos querías que me acueste con él para cerrar nuestra relación! —expreso atónita. Resopla y hace una mueca de disgusto.

—¿Sabés qué? ¡Hacé lo que quieras! Me da igual, no sigas las nuevas reglas, pero después no vengas llorando diciendo que yo tenía razón.

—Más bien, que Dua Lipa tenía razón —lo corrijo conteniendo una carcajada. Refunfuña por lo bajo y mi celular vuelve a sonar. Me mira con los ojos entrecerrados y suspiro antes de atender.

Me importan un cuerno las tres reglas, si está accidentado o borracho o lo que sea y necesita mi ayuda, sé que voy a salir corriendo a buscarlo. No porque lo quiera, sino porque es humanidad.

—¿Hola?

—Hola, Maru. Soy Barbie, perdón que te moleste, mirá la hora que es... —dice mi amiga desde el otro lado. Lo miro a Eduardo con mala cara y él no entiende nada.

—Hola, Barbie, no hay problema. ¿Estás bien?

—Bueno, más o menos. Estoy sola y la verdad es que estoy asustada porque estoy teniendo unos dolores raros, ¿podrías venir? Te pago un Uber o...

La boda de mi exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora