Capítulo 17: Lo dicen las cartas

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Cuando llegamos al negocio de su madre, me sorprende ver que no es para nada lo que me imaginé, incluso la mujer. Siempre pensé que los que tiraban las cartas se vestían como gitanos, con decoraciones extrañas y una mirada de miedo, pero esto es todo lo contrario.

Para empezar, el local ni siquiera está adornado. Simplemente tiene un cartel que dice "Tarotista". Hay una mesa redonda con un mantel blanco en el medio del pequeño recinto, y la señora que se acerca a mí con una sonrisa dulce y vestida con unos simples pantalones de jean y una camiseta rosa no parece para nada gitana.

—Buenos días, yo soy Cristina —me saluda. Estrecho su mano devolviéndole la sonrisa.

—Marisa.

—Ya lo sabía, mi hijo me habló sobre vos —dice entre risas. Miro a Alejandro, que se sonroja, y no puedo evitar reír por lo bajo—. Bien, Marisa, tomá asiento. Y Ale, necesito que te vayas, sabés que mis sesiones son privadas.

El interpelado hace una mueca de disgusto y termina yéndose con desgana. Me siento frente a la señora y la examino con un poco más de atención. Sus ojos verdes, idénticos a los de su hijo, me escudriñan de la misma manera, pero no me incomoda. Su cabello largo y rubio llega hasta su cintura y tiene algunas arrugas debido a su edad, pero creo que se mantiene bastante bien.

—¿Hay algo que quieras saber en particular? —pregunta enarcando una ceja. Niego con la cabeza, aunque en mi cabeza pienso en Abel y lo que debería hacer con él. Creo que sabe que le mentí, aunque no dice nada—. Entonces, vamos a preguntar por tu vida en general —agrega dejando una pila de cartas en medio de la mesa—. Cortá tres veces con la mano izquierda.

Hago lo que me pidió, vuelve a agarrar el mazo, mezcla nuevamente y divide el bloque en dos partes. me hace elegir una y luego comienza a tirar las cartas. Si bien no entiendo nada, cuando salen imágenes de diablos me asusta un poco. Ella hace una mueca y suspira antes de explicarme lo que ve.

—Noto que estás en un conflicto amoroso bastante fuerte —manifiesta sin mirarme—. La única salida que tenés en este momento es aceptar y dejar ir.

—¿Cómo? —pregunto tragando saliva.

—Las cartas dicen que un amor del pasado volvió, y eso es lo que está haciendo que estés estancada en las relaciones. Si no cortás eso pronto, vas a quedarte soltera por un largo, largo tiempo —replica—. Debés cortar el lazo con ese amor.

—¿Y cómo hago eso? —pregunto.

—Aceptando la situación que estás atravesando, abriendo tu corazón, escucharlo y darte cuenta de que, por más que quieras, no va a volver a ser todo como antes... —continúa dejando cartas sobre la mesa y bufa—. Bueno, puede ser que algo cambie a último momento.

Esboza una sonrisa y la miro con las cejas arqueadas esperando que diga algo más, pero se queda en silencio.

—Pero ¿qué más ve? ¿Qué es lo que va a cambiar a último momento? —interrogo nerviosa. Se encoge de hombros.

—No veo el futuro, simplemente expreso lo que dicen las cartas, van a pasarte muchas cosas, probablemente una nueva oportunidad que te permitirá ser feliz. También salen muchas dudas que van a tener respuesta, el comienzo de algo nuevo y éxito en tu futuro.

—Bueno, eso me deja un poco más tranquila —respondo riendo con nerviosismo.

—Sí, puede ser que esta semana sientas que querés que la tierra te trague, pero vas a ver que al final del túnel siempre hay una luz —dice con tono maternal.

—Gracias, Cristina. —Le dedico una sonrisa y suspiro—. ¿Cuánto sale la sesión?

—Ah, no, nada. Mi hijo te lo ofrece como un regalo. —Me guiña un ojo—. Además, noto que necesitabas esto, tenías que aclarar un poco los pensamientos.

La boda de mi exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora