Los Avcilar [Klanlar #2] [En Proceso]

• Capítulo 7 •

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Mi corazón martilla contra mi pecho al punto de sentir que en cualquier momento se puede salir. Estos últimos tres años he vivido con depresión, angustia, temor y ansiedad... Pero en este momento, en este exacto momento, sentí el terror entero recorrerme de pies a cabeza.

Me hace recopilar todos esos sentimientos desgarradores qué me impedían tener aunque sea un miligramos de felicidad. Pero este sentimiento de terror, es el qué realmente me hace tener esos ataques en conjunto, los cuales llegan en manada como si fuese un tsunami de las peores pesadillas del mundo.

Mágicamente una lucecita roja—la cual no se muy bien de dónde proviene—, alumbra toda la habitación del baño, haciendo qué al observar al espejo, vea el reflejo del rostro de Mylos. Ha cambiado, y mucho; su aspecto es aún más siniestro, es como el de una bestia qué tuvieron enjaulada por tres años, y que ahora, quiere comerse al mundo entero.

Sus ojos grises brillan de adrenalina y rencor, tiene una ojeras marcadas debajo de sus ojos, muy pocos notables, y su mandíbula ésta mucho más marcada. Su rostro paso de uno juvenil a uno más varonil, marcandole todas sus facciones de hombre. Su pecho presionado contra mi espalda se siente aún más fuerte y sus hombros son más anchos y lleno de músculos.

De mi garganta quieren escapar gritos, pero sus mano derecha, la cual ésta decorada con anillos con pequeños rubíes y otros diamantes incrustados, se mantiene presionada contra mis labios, haciendo de mis gritos prisioneros, contra su fuerte y fría palma. Su vista se aparta de mis ojos y voltea su cabeza para ver el lado izquierdo de mi perfil, se acerca mucho más—y ya en estos momentos por mi mente no corre más nada sino miedo puro—, su naríz empieza a hacerme suaves cariños contra mi mejilla izquierda, para luego acercar sus labios a mi oreja.

—Te extrañe...mucho. — sus labios se acercan a mi oído izquierdo, para susurrarle con aquella voz ronca y profunda. Lo cual, hace qué los vellos de mi piel se alcen y se comiencen a erizar llenos de pavor.

Mis ojos brotan lágrimas, pero les impido dejar bajar. No parpadeo, mi vista está completamente fija en su reflejo rojizo, gracias a la luz roja y tenue.

—Mylos...—trato de pronunciar en un pequeño murmuro.

Él sonríe y vuelve a fijar sus ojos en los míos, a través del espejo. Ladea una pequeña sonrisa.

—No quiero qué hables. —interrumpe. —No sabes todo el infierno que he vivido estos últimos tres años.—inquirió.

Algo dentro de mi se apoderó de mi alma, y consigo, de mi voz y mi fuerza. Tanto, qué logré voltearme y encararlo, cosa qué a él le sorprendió.

No sé qué hago. Algo dentro de mi, lleno de todas las emociones juntas, me hace querer estallar.

Sólo qué, lo hago con la persona menos indicada.