Los Avcilar [Klanlar #2] [En Proceso]

• Capítulo 13 •

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Abro mis ojos acostumbrándome a los rayos de sol, las luces pasan atravesando la ligera cortina blanca que cubre la ventana alargada. El reloj a mi lado repite un sonido escandalozo, confirmando que la alarma suena a las seis de la mañana.

No pude dormir una porquería.

Apenas y había cerrado los ojos media hora antes, porque mi cuerpo me exigía descansar. Pero, realmente no pude dormir bien, por los recuerdos y la paranoia de la desastrosa noche de ayer. Mis pensamientos invadían mi mente, corriendo de aquí y allá.

¿Que habrá sido aquello que vi anoche? ¿Habrán sido los Valters? Lo dudo mucho, las máscaras no eran las mismas, más bien fue muy insinuante a una burla. ¿Fueron las sombras? Esta creo que un poco claro, pero nunca me habían dado un mini show como el de ayer, más bien siempre han tratado de arremeter contra mi. ¿Entonces será alguna amenaza?

Mi pasado parece querer volver a atormentarme. Si antes no era tan confirmado, ahora con la aparición de Mylos y aquellas sombras, está más que confirmado. Tendré que hablar con el susodicho lo antes posible, recuerdo que me dijo que no estaba del todo claro lo que había pasado hace tres años, ¿Será que sabe de que volvieron aquellas almas negras a mí acecho?

Miles de preguntas se arremolinan en mi mente.

A mi espalda, Drey se acomoda, ligeramente y siento un brazo subir lentamente en una caricia por mi brazo derecho, haciendo que me dé un ligero escalofrío.

—Buenos días, pequeña.—siento unos labios y una voz ronca rozar mi oreja izquierda.

Sonreí con plenitud, despejando la nube negra que habitaba en mis pensamientos.

—Buenos días.

La suave caricia subió hacia mi cuello, para voltearme con cariño y estampar sus labios en los míos, dándonos un pico suave en nuestros labios unidos.

—Tengo que ir a la iglesia.—avisé. El asintió, repartiendo más besos por mis labios, mejillas y más.

—Lo sé.—respondió, entre besos.

—¿Vendrás conmigo?

Él niega, mientras sigue con su humedad en mi piel, haciéndome cosquillas. Le acaricié el cabello.

—No puedo. Iré a ver si puedo arreglar el desastre que mi padre hizo para que no me aceptaran en el museo de cuadros, ayer tuve una pequeña conversación con el dueño y me citó hoy.

Sonreí, asintiendo.

Me alegra que Drey vaya entendiendo que su padre no puede decidir por el en las cosas que quiere para su vida. Sus cuadros y el van de la mano, inseparables.

Una de nuestras citas fue en un museo de cuadros, ahí me confesó que era más de arte y nada de administración, como lo es su padre.

—Te tomas selfies, quiero ver la linda combinación tuya con un museo a tu alrededor.