❖17.➽ 𝑳𝒂 𝒅𝒊𝒄𝒉𝒐𝒔𝒂 𝒑𝒊𝒆𝒅𝒓𝒂 𝒇𝒊𝒍𝒐𝒔𝒐𝒇𝒂𝒍.

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El nueve de enero, un día ya sin importancia para Snape desde que tú te habías ido, nunca se preocupó por celebrarlo, pero desde que tú quisiste ser su amiga, te encargabas de celebrar su cumpleaños en grande. Había sido así hasta que arriesgaste tu vida para salrvar al “elegido”, y ahora por eso su corazón siempre lloraba.
Llegaste “a tiempo” a la escena donde Harry se enfrentaba a Tom Riddle, al ser lo único que te quedaba de James y ser tu sobrino, diste todo de ti para darle tiempo a Harry y peleaste contra él. Eras una magnífica bruja, no había duda, pero él era Voldemort, y tú no eras Dumbledore. Se distrajo contigo y te hizo su diversión por un momento, antes de cansarse de ti y hacer que te retorcieras en el suelo por tu osadía al enfrentarlo.

Severus te buscó por todo el castillo, arriesgándose y dejar a la vista su patronus. Sospechaba de lo que tratabas de hacer, pero se negaba a aceptarlo. Con su corazón técnicamente en la boca, advirtió a Dumbledore, suplicándo que salve tu vida, dando detalles que estabasn de más, haciéndole saber a Albus que tú eras los único que tenía y lo que lo motivaba a seguir. Se apiadó de él y junto con su majestuosa ave Fénix se pusieron en busca de ti.

Harry sollozaba sobre tu cuerpo, y Ginny hacía lo que fuera para consolarlo, con sus once años no sabía que podía hacer. Por todo tu cuerpo habían cortes notoriamente profundos, desde tu torso hasta más alla de tus caderas, tu rostro tampoco había sido olvidado por Voldemort, dejando marcas que se podían asemejar a las cicatrices de Remus. El ave Fénix llegó avisándo a todos de que se encontraban allí. Severus corrió hacía a ti y Harry se alejó, dándole espacio. Paso su dedos delicadamente por tus heridas que poco a poco dejaban de sangrar, aún con esperanza, sacó su varita y las curó lo más rápido que pudo. Sin embargo, parecía ser que no tenías intenciones, ni la capacidad, de abrir tus ojos. Por la mente de Snape pasó el momento en el que encontró a Lily sin vida en el suelo de la habitación de Harry, el dolor que sentía en ese entonces, no se comparaba con el que sentía ahora. Admitía haber estado enamorado de ella por un tiempo, pero se había acabado, esa noche no lloró porque aún la amaba, lloró por haber perdido a su primera amiga, a la primera que lo acpetó antes de desviarse del camino, lloró por su amiga. Ahora lloraba por haber perdido a quién él aseguraba que era su verdadero amor, lloraba por jamás decirte lo que en realidad sentía, lloraba porque sabía que era correspondido pero le ganó la inseguridad. Lloró porque esta vez te había perdido para siempre.

Murmuró palabras que los demás no entendieron, pero él sabía que tú las entenderías, siempre había sido así, aunque él dijera los disparates más increíbles, tú siempre lograbas entenderlo. Sabía que lo que te murmuraba tendría un efecto en ti si tan solo siguieras con pulso. Miró tus ojos cerrados y juró que daría lo que fuera por volver a ver tus ojos, aquellos ojos que lo hacías sonrojar, esos ojos que con el tiempo se habían convertido en su debilidad, con los que podías hacer que él hiciera lo que quieras. Ya no volveran a rogarle, no volveran a hacer que él caiga a tus pies, y aunque le molestara que tú consiguieras todo de él con solo mirarlo fijamente, ahora mismo solo necesitaba que tus ojos lo volvieran a ver para tranqulizarlo junto con tus dulces palabras y voz que podría quedarse escuchando durante toda su vida, deleitándose con cada cosa que saliera de tus labios. Ahora no podrán tranqulizarlo ni podrán hacerlo doblegarse ante ti. Ninguna voz, ni voz volverán a hacerlo sucumbir de amor ante nadie que no seas tú.

Desde ese día dejó de sentir, si antes era frío, insoportable y malvado con Harry, ahora lo era aún más. Las dos mujeres que una vez amó ahora ya no estaban con él, solo para salvarlo a Harry. Durante los primeros días de su duelo te culpó a ti por pensar en Harry antes que él, te culpó por no pensar en cómo se sentiría él si tu plan fallara. Pero finalmente, echó toda la culpa en Harry, cambiándo el pequeño aprecio que le tenía por ser hijo de Lily a un odio profundo hacía él.

El suicidio pasó por la mente de él, asegurándo que nadie lo echaría de menos y que nadie iba a extrañarlo, pues las tres únicas personas que una vez se preocuparon por él y lo amaron, ya se habían ido de su vida. Unos segundo antes de hacerlo, como si fuera una señal, recordó el día en el que le dijiste que uno de tus deseos era verlo con el cabello canoso, y quizás, tal vez, con una barba. Querías verlo vivir hasta que muera según el ciclo de la vida, y qué si ella moría primero, lo vería y lo seguiría desde cualquier lugar al que valla después de morir. Rápidamente abandonó la idea y se resignó a intentar salir adelante con el dolor que cada vez se hacía más fuerte en su alma y corazón.

El nueve de enero, el primer cumpleaños que pasaría sin ti. Estaba consiente de que ya nada sería igual que antes, y aunque no le daba importancia a su cumpleaños, deseaba ansiosamente que lo festejaras junto a él. Dumbledore trató de animarlo, pero después de tu muerte, él se alejó aún más, solo hablando con él para cumplir con su deber como doble espía.
Mientras dormía, su sueño se iba transformando en un lugar oscuro y lúgubre, él se acercaba a un escritorio, donde sacaba una pequeña pero poderosa piedra, a penas la tuvo en su mano y la apretó, una voz que anhelaba escuchar se hizo presente, se giró para verte caminar hacía él, con cada paso que dabas iluminabas todo el lugar, así como iluminabas su corazón. Un resplandor parecía acompañarte hasta llegar a él. Desesperado por sentirte, extendió su mano para tocar tu rostro, sintiendo tu suave piel, la podía sentir como si eso no se tratara de un sueño, sino de la realidad. Poco a poco fue dejando caer lágrimas, sin soportarlo un segundo más, se dejó llevar, abalanzandose a ti y aferrándose como si su vida dependiera de ello. Lo recibiste con los brazos abiertos, a pesar de la poca diferencia de altura, él quedó en tu pecho mientras tú acariciabas su cabeza amorosamente.
Lentamente, mientras caía en cuenta de que solo se trataba de un sueño, cayó de rodillas, aún abrazándote, pero ahora con el rostro en tu estómago, sujetándose a ti, teniendo miedo de despertar y que vuelva a estar sin ti. «Te necesito, T/n». Murmuró entre sollozos. «No vuelvas a dejarme, te lo ruego».
Te arrodillaste junto a él y tomaste la mano en la que apretaba la piedra de la resurrección, hiciste que abriera la mano y la empujaste suavemente hacía él, sin decir una palabra. No hacía falta, él lo entendió rápidamente.

Necesitaba encontrar la piedra de la resurrección para traerte de vuelta con él.

Dentro ti, dentro del cuerpo que estaba frente a Snape, te encontrabas suplicándo que él se diera cuenta de que esa chica, no eras realmente tú. Era una imágen idealizada por el subconsiente de Severus. Querías decir que lo que planeaba no iba a resultar, que no había forma de traerte de vuelta a la vida físicamente, pero él deseo de él era más fuerte.
Pero sabías que no podías hacer nada, Severus estaba decidido a encontrar la piedra.

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