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Hyunjin acababa de dejar un besito en su nariz, haciéndole soltar una risita tímida.

—Te veías bonito distraído.— agregó el rubio.

Jeongin apenas y pudo reaccionar murmurando un "gracias" mientras mantenía una pequeña sonrisa y disfrutaba de su helado.

El ambiente se volvió agradable aún cuando nadie decía nada, parecían estar cómodos ante la compañía del otro.

Pero el peliazul dejó su helado a un lado y habló emocionado al recordar lo que había guardado para Hyunjin.

— ¡Jinnie! Traje esto para ti y lo había olvidado.— sacó de su mochila una corona de flores mientras lo miraba emocionado.— Estoy seguro que se te verá muy bonita, ¿puedo ponertela?

El rubio sentía que en cualquier momento moriría de ternura, pero solo se limitó a asentir mientras lo miraba con atención.

Jeongin se levantó de la mesa aún con la corona en una de sus manos, peinó con cuidado los mechones de Hyunjin y colocó la corona en su cabeza.

El menor lo miró y quiso dar saltitos y darle besitos en el rostro a su rubio, ¿por qué era tan lindo? hacía su corazón derretirse.

— ¿Me queda bien? ¿Puedo verme?— el pequeño salió de su trance y asintió sonriendo, mientras le pasaba un pequeño espejo que guardaba siempre en su mochila.

— ¡Te ves muy lindo, hyung!— su felicidad era notoria, había comprado eso exclusivamente para Hyunjin, la vió y de inmediato pensó que se vería genial en él.

— ¿Si? Pero sigo sin ganarte a ti.— oh, y ahí estaban de nuevo esos comentarios que lo desestabilizaban y lo ponían como un tomatito.

— No digas tonterías, Hyun.— soltó una risita nerviosa y regresó a su asiento para continuar comiendo su helado.

El resto de la salida continuaron hablando del colegio y de cosas sin mucha importancia.

Se estaba haciendo de noche, por lo que Jeongin avisó que debía irse.

Hyunjin se ofreció a hacerle compañía hasta su casa, ya que él no tenía mucha prisa.

Después un rato y otra charla más, ambos chicos llegaron al lugar.

— Muchas gracias por el helado y por acompañarme, me la pasé muy bien.—lo miró a los ojos y le sonrió como tonto, porque así lo traía.

Le costaba creer que alguien tan perfecto existía.

— Gracias a ti, Jeonginnie. Podemos salir más seguido si te parece bien.

El más bajo sabía que se quedaría ronco de tanto chillar apenas entrara a su casa, porque tanta emoción tenía que salir de alguna forma.

— Me encantaría, hyung.

— Entonces que así sea, bonito.— sonrió y se sacó la corona de flores para regresársela, pero Jeongin negó enseguida.

— Es tuya, a nadie se le verá mejor que a ti y tu cabello de príncipe.— dijo, pero se avergonzó apenas salieron de su boca las palabras.

Los ojitos del rubio brillaron y una sonrisa se instaló en su rostro. Había escuchado halagos de parte del peliazul, pero éste era diferente.

— ¿Crees que tengo cabello de príncipe?— el contrario asintió levemente sonrojado.

— Como un príncipe dorado.— agregó.

— Pues, si yo soy un príncipe dorado, tú serías mi príncipe azul.— los ojitos del menor se abrieron desconcertado, porque se esperaba cualquier respuesta menos esa.

No hubo respuesta de parte del menor, solo se quedaron viendo unos segundos que parecieron eternos.

La tensión que reinaba en ese momento era increíble, porque después de ese extraño coqueteo Hyunjin estaba tentado por besar esos finos labios que tenía su chico, y Jeongin deseaba probar los gruesos labios del rubio.

Aunque ninguno se sentía lo suficientemente seguro para dar el siguiente paso.

Estaban frente a frente, mirándose apenados, Jeongin con las mejillas de un fuerte rosa y Hyunjin con una pequeña sonrisa.

Este último se acercó lentamente mientras sostenía con una mano la mejilla contraria, acariciando ésta con su dedo pulgar.

El más bajo miraba sin disimulo los rosados labios del rubio, esperando que de una vez por todas lo besara.

Pero como si fuera obra del destino, la puerta se abrió interrumpiendo el momento.

Blonde Hair ➳ HyuninWhere stories live. Discover now