Blonde Hair ➳ Hyunin

27

Los celos casi injustificados de Hyunjin desaparecieron en minutos.

Analizó la situación unos segundos y bastaron para darse cuenta de que muy probablemente ese alguien haya sido su madre. Jeongin le hubiera avisado si tenía algo más para hacer, porque todo estaba bien en el recreo.

Pero aún así lo dejaba intranquilo el hecho de que se haya ido temprano y no le hubiera avisado o comentado, al menos.

No sabía si quizás estaba enfermo, o pasaba algo más.

Por lo que decidió pasar por una tienda, comprarle sus galletas favoritas y luego dirigirse a su casa, cualquier cosa que pasara, estaba seguro que se arreglaría con mimos y galletas, conocía a su Jeongin.

Después de unos minutos llegó a la casa Yang, tocó la puerta y esperó pacientemente que alguien le abriera.

Fue la mamá quien abrió, regalándole una sonrisa.

— Buenas tardes.— le sonrió de vuelta.— ¿Se encuentra Jeongin? Supe que se retiró temprano, pero no sé por qué, ¿está bien?

— Hola, cariño. Jeongin está en su cuarto, no se sentía bien. Creí que te había dicho.— frunció el ceño.— Pero ve, pasa. Ya sabes donde es.

El rubio le agradeció a la mayor y comenzó a caminar hasta la habitación del peliazul.

Tocó despacio, ya que quería asegurarse de no asustarlo o molestarlo si se sentía mal.

Jeongin se había calmado bastante, tuvo una pequeña crisis y podría decir que un ataque de ansiedad también.

Tenia mucho miedo que lo que decía el papel fuera cierto, él amaba a Hyunjin, estaba muy enamorado y pensar esas cosas le rompían el corazón.

Pero tenía meses saliendo con él, y podía decir que lo conocía casi a la perfección y no lo creía capaz de ser así. Además de que no podía creerle a un simple papel que apareció en su casillero y sin un destinario claro.

Ahora que podía pensar con claridad, estaba seguro que sólo era un idiota sin vida con ganas de hacerlo sentir mal.

Pero estaba necesitando de Hyunjin de igual forma. Quería abrazarlo, tenerlo cerca, que le recordara que lo quería mucho.

Y parecía que el universo estaba de su lado esta vez.

El sonido de un toque en la puerta se hizo presente y supo que era su mamá.

— Puedes pasar, mamá.

— No soy mamá, pero puedo ser papi si quieres.— el rubio se adentró a la habitación con una pequeña sonrisa, haciendo ruborizar y reír al menor.

El peliazul se asombró un poco de verlo ahí, pero no dudó dos segundos en levantarse y abrazarlo, ignorando el chiste claramente sexual que había hecho.

— Te extrañé tanto, Hyunie.

— Y yo a ti, bebé.— le hace mimos en el cabello.— ¿Qué tienes, pequeño? Seungmin me dijo que te retiraste temprano y tu mamá que te sentías mal, ¿pasó algo?— lo alejó un poco para poder verlo.— Oh, por cierto, te traje esto.— le mostró las galletas y el jugo.

Jeongin se sintió enternecido, ¿como pudo creer las palabras de ese papel?

Hyunjin era lo más lindo que tenía este mundo tan feo.

Lo abrazó más fuerte y comenzó a llorar, inevitablemente.

— Y-yo, lo siento mucho, Hyun. Siento no haberte dicho, y siento haber dudado de ti.— sollozó aferrado a sus brazos.— Lo siento tanto.

El rubio sentía su corazón romperse de verlo así, pero solo lo abrazó y trato de calmarlo, susurrando cosas dulces en su oído.

— Amor, todo está bien, ¿si? No tienes que disculparte, solo dime que sucede.

Jeongin sintió su corazón detenerse al escuchar el apodo, y la tristeza por unos segundos se fue, por instinto frotó suavemente su rostro en su pecho, como un gatito. Hyunjin casi pudo escuchar su ronroneo.

El rubio quiso comerlo a besos y abrazarlo toda la vida, pero se contuvo para escuchar lo que pasaba.

Luego de unos segundos el peliazul salió de su trance y comenzó a contar todo, hasta mostrarle el papel.

Cuando Hyunjin vio la nota y la "Y", junto al apodo de "Jin", supo de quien se trataba.

Y oh, Felix estaba muerto.