Capítulo 1

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Las ventanas del auto se empañaban ante el clima que cubría la ciudad, desde el asiento trasero la chica de mirada ámbar y melena castaña, observa como las gotas de lluvia caen, perdiéndose al tocar el borde de la misma.

«Y pensar que somos como las gotas» —pensó.

A pesar de no ser la primera ocasión que regresaba a casa de aquel sitio, para Idunn era molesto que su madre la hiciera asistir a sesiones donde ella no tenía ni parte. ¿Por qué era incapaz de dejarla sola? Incendiar la casa quedaba descartado teniendo en cuenta que, allí se encontraba su razón de ser feliz o eso decía ella.

   —¿Y bien? ¿Qué piensas? —dijo su madre observándola por el retrovisor.

   —Nada, estoy aburrida de venir contigo a sesiones.

   —¿Por qué?

   —Sabes que no sirve de nada, ¿cierto? Estoy cansada de tener que fingir que esto va a funcionar —soltó mientras se acomodaba.

   —Okay, lo entiendo, pero es que debes salir de ese encierro en el que vives.

   —Si lo llamas así suena triste y deplorable. Yo lo llamo mi huida del mundo. ¿No crees que suena más atractivo? —preguntó con una sonrisa a medias.

   —¿Huida?

   —Vamos mamá, ambas sabemos que ahí encuentro la diversión y compañía que no tengo en físico.

   —Bien, lo entiendo —contestó pensativa—, dame un mes… serían cuatro sesiones más.

   —¿Te escuchas? —dijo incrédula— ¡es un mes entero!

   —Es una sesión por semana, sólo te pido cuatro.

   —Bien, pero sólo cuatro, no más.

   —Luego veré cómo sacarte de ese lugar.

   —Veremos si lo logras —susurró.

   —Te escuché —dijo seria—, tengo un as bajo la manga, lo estuve guardando desde que sospeché que no vendrías más.

   —¿De qué trata? —cuestionó.

   —Si te digo, deja de ser un as oculto, ¿no crees? —su mirada con la ceja alzada se fijo en los ojos ámbar de Idunn.

La chica calló y ya no mencionó nada por el resto de camino, cuestionándose el comportamiento de su madre y cuál podría ser aquel as del que tanto alardeaba.

Al llegar a casa, su padre estaba recostado en el sofá con el antebrazo sobre su cara, lucía cansado, sin embargo, al notar la presencia de las mujeres de tez blanca se puso en pie, saludándolas con un fuerte abrazo y un sonoro beso en las mejillas de ambas, ese gesto que tanto lo caracterizaba.

Idunn cruzo algunas palabras sobre la terapia, dejándole la mayor parte a su madre, al final era ella quien tenía mayor interés en aquello.

Entró a su habitación y todos en la casa sabían que aquella acción la haría aparecer hasta dentro de algunas horas, sino es que hasta la media noche y por algo de comer.

La habitación era oscura, luces moradas y azul fluorescente iluminaba el lugar, que era ocupado por una cama, los muebles respectivos para un dormitorio y un escritorio lo suficientemente grande para ser ocupado por una computadora, una de gamer, con dos pantallas y demás implementos.

Los audífonos se posaron sobre su cabeza y se sumergió en aquel mundo que se había vuelto su rutina, su escape y su felicidad. Eso era lo que ella decía, pero sus padres eran conscientes que los últimos meses habían sido pesados y cansados para toda la familia y aquello había traído consecuencias en Idunn. Iniciando porque las vacaciones hicieron que se alejara de sus amigos, esos que amaban tanto verla tan feliz y con energía.

Sus padres sabían que al momento de volver a clases, la chica dejaría por un lado aquel apego que mantenía hacia los videojuegos. Para ella iba más allá de un apego, encontraba amigos y hablaba con desconocidos sobre sus problemas o cosas similares, teniendo en cuenta que nunca la verían, ni podrían juzgarla.


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Aquella tarde Idunn dio inicio a un torneo que sería el detonante para un sinfín de situaciones. Ese que le permitiría abrirse en un mundo donde pondría a prueba si realmente podía cumplir con todos los retos impuestos.

Eran dos grupos, chicas contra chicas; chicos contra chicos. Conocía a algunas de las mujeres que se encontraban participando, otras eran tan sonadas en ese mundo, que muchos temían al escuchar su usuarios y se retiraban, dejando el camino libre a varios jugadores.

Algunas novatas, otras sencillas niñas que no sabían a lo que se metían y, aunque daban batalla, no era suficiente para ganar la guerra.

Ella no era el tipo de persona a quien le comía el miedo, al menos no por tener un encuentro contra alguna de las grandes, por el contrario, le temía a perder el reto que su amigo le había impuesto.

«A que no le ganas a esas máster en el juego» —recordó las palabras del chico.
«¿Me estás retando, Elliot?»

Esas palabras le taladraban la cabeza, sabiendo que había aceptado el reto de su amigo y si no lo hacía, tendría que cargar su mochila por los primeros quince días de clases. Y no pensaba tener tal humillación.
Idunn era alegre, vivaz y perseverante, orgullosa a más no poder, no se podía permitir doblegarse ante cualquiera que le dijera “No puedes”, “A que no haces…”. Así que su reto ahora, era llevarse entre los pies a todas aquellas profesionales que se encontraban jugando el todo por el nada en el torneo, algo que muchas veían imposibles, incluso ella en otras circunstancias hubiera considerado lo mismo, pero ahora no, no cuando se trataba de retos.

Ella no era una profesional como tal, pero ya había escuchado y leído rumores entre los centenares de personas que conocía, que algunos ya temían o sabían de aquella persona que no se dejaba de nadie, esa que se escondía tras el usuario ValkiriaEira. Y como su nombre lo indicaba, ella era una guerrera que daba batalla y siempre buscaba ganar la guerra. Pero anteponiéndose a ello, siempre debía ganar los retos impuestos.

La medianoche estaba por llegar y tal cual habían creído sus padres, la chica seguía sin salir de la habitación, su madre había dejado comida sobre la mesa del comedor para cuando se desocupara, así sólo calentaba nuevamente la comida. Sabía que interrumpirla traería discusiones o disgustos por parte de todos, así que se dedicó a descansar, sin poder pegar los ojos sabiendo que Idunn no había comido. Aquello ya se había vuelto parte de su rutina, de manera que el cansancio solía vencerla en ocasiones.

Mientras tanto, ValkiriaEira seguía derribando oponentes en el juego, logrando colocarse entre los primeros finalistas. Sabiendo que se encontraba con muchos contra y pocos pro, ya que de las ocho que habían llegado al final, 5 de ellas eran profesionales y en algún momento tendría que cruzar juego con algunas de ellas para poder callar la boca de su amigo, quien no la creía incapaz, pero le gustaba retarla sabiendo que ella nunca decía no o no se rendía hasta conseguirlo.

Yo No Me EnamoroWhere stories live. Discover now