Capítulo 10

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"El destino había unido nuestros caminos y aun siendo la peor coincidencia, me llevaste a la mejor casualidad".

Aquella figura masculina que había estado acompañándole desde hace una semana, salía de su casa con el cabello siendo un desastre, a pesar de ser rizado, se notaba que en su cabeza no había paso para un cepillo, «De seguro ni lo intentó» pensó. Subió al auto con un sonoro bostezo que causó gracia en ambos.

   —Has estado durmiendo mal, ¿no? —preguntó el castaño sin siquiera saludar.

   —Encontrar un trabajo con tanto lío, se une a esa lista de cosas que no he estado haciendo bien.

   —Dick me ha dicho que tiene un puesto disponible, ¿qué dices?

   —¿En verdad? —cuestionó con ligera emoción.

   —Sí, empiezas a trabajar el lunes —dijo sacando unos documentos de la guantera.

   —Sólo porque sé que eres 0 afectuoso, no te dejo ir un beso en esas mejillas de creación divina —bromeó.

   —Esos déjaselos a Cameron —respondió con su típica seriedad—, por cierto, ¿has hablado con ella?

   —Eh... hace unos días, ¿por?

   —Creo que sucede algo, pero no quiere hablar sobre eso.

   —¿Qué te puedo decir? Si a ti que eres su mejor amigo, no te ha dicho nada, ¿qué te hace creer que a mí sí?

   —Buen punto. ¿Has visto al tipo con el que está saliendo? —preguntó poniendo en marcha el auto.

   —Sí, Dimitri.

   —¿Lo conoces?

   —Pues, sí, dos que tres —el castaño alzó la ceja—. Es un buen jugador, ¿recuerdas que te mencioné que tenía un buen reemplazo para tu pareja de juego? —asintió—, él tiene muchos amigos, me ha conseguido buenos prospectos.

   —Me pasas su número después, ¿sí?

   —Dale, ¿qué tal van las cosas con la valkiria? —inquirió.

   —Bien, ya sabes. Con todo esto, creo que quiere estar como garrapata en mí, igual su amiga.

   —Eso te pasa por andar metido en cosas en las que no tienes que meter tu narizota, aunque tu nariz no es grande —Max solía decir tantas cosas y era la única persona incapaz de desesperar o sacar de quicio a Edrick.

   —Sé que no tenía nada que ver allí, pero es que...

   —Lo sé, lo sé, te recuerda a ella, ¿no?

   —Es inevitable y aunque, en este caso no fue ella. Tampoco es justo, ¿no crees?

   —No lo es, hiciste lo correcto y ahora nos orillaste a jugar de agentes secretos —dijo entrecerrando los ojos—. Ni de niños hicimos esto.

   —De niños nos gustaba más jugar e ir al parque de diversiones.

   —Correcto o al karaoke, aunque no supiéramos una mierda —recordó riendo.

   —Pero siempre siendo los amos del fucking mundo —las carcajadas no faltaron.

   —Y la chica, ¿Cómo la ha pasado?

   —He tenido que irlas a traer a la escuela, han llorado en el asiento trasero.

   —Quién diría que Meyer dejaría que dos chicas lloraran en su auto. ¿Y sabes qué es sorprendente?

Yo No Me EnamoroWhere stories live. Discover now