Capítulo 19

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“Un buen amigo es el que te escucha, te entiende, te aconseja y a pesar de todo, sigue a tu lado”.


Habían pasado dos días desde la premiación, Edrick había dejado un mensaje en el buzón de Idunn, pero ella lo ignoró. No quería hablar con él, sentía que se merecía una disculpa, al menos por una vez, la otra ocasión había sido ella quien se disculpó mientras estaba ebria, así que había pedido a Elliot que la alejara de cualquier cosa que la pudiera orillar a que hiciera una estupidez.

Cuando intentó hablar con su mejor amigo sobre la confesión que hizo,el moreno se había negado, le pidió que le diera tiempo, quería contarle todo lo que había pasado, pero que lo haría en su momento. Así que lo respetó. A penas era martes y aunque todos los días su padre se comunicaba con ella, admitía que los extrañaba por muy locos que estuvieran. Su madre no había tenido la oportunidad de hablar con ella, en el “retiro terapéutico” no le permitían tener comunicación con la familia, aunque la castaña sospechaba que con su papá si había podido hablar. ¿Ilógico? Un poco, nada más.

Tenía la esperanza que el castaño llegara por ella a la escuela, pero no había pasado y de seguro, no lo haría en los próximos días. Su actitud de mierda arruinaba los planes, el viernes era su cumpleaños y el que estuviera enojado con ella traía grandes consecuencias.

A diferencia de Idunn, luego de la premiación, Cameron le pidió a Dimitri que la llevara a casa de Edrick, para la mala suerte de la mulata, no estaba. En las últimas semanas había hablado con su amigo, sabía que algo estaba pasando y que traía alguna cosa entre manos, pero no había ahondado. Sin embargo, aquello no justificaba el actuar del chico ante la tal Meyli, ¿de dónde carajos había salido esa estúpida?

Lo había llamado, pero tampoco atendía las llamadas, ni por teléfono, ni a través de RallyForce, incluso estando en línea. Sabía que no hablaría con ella porque conocía el motivo de su insistencia, pero no podía dejarle pasar semejante estupidez, y también sabía que si no la escuchaba a ella, sí hablaría con Max. Así que al día siguiente, había ido a la empresa de Dick a buscar a su otro amigo, necesitaban que Edrick entrara en razón, podía ser el grano en el culo de quien sea, cuantas veces quisiera, pero no hacerle pasar un desaire así a la chica tierna de mirada ámbar que lo veía con ojos de amor.

Pero Edrick estaba tan enfrascado en lo que hacía, que no pretendía hablar con nadie, el día de la premiación había llegado hasta tarde a la casa. Dick lo estuvo esperando hasta esa hora y terminaron bebiendo en el despacho de su papá, relató todo lo que había pasado en el evento y el único consejo que el de ojos grises dio fue: “A veces hay que dejar que las chicas sufran por los hombres, para que se den cuenta que no son indispensables en la vida de otros”. La verdad era que, Edrick sabía que el consejo no venía al caso, principalmente porque era todo un juego, y tampoco era un consejo sano y correcto, pero le daba igual.

   —Además, Idunn es un juego, ¿no? —dijo su padre antes de abandonarlo en la habitación.

Esas palabras se repetían en la mente de Edrick, era cierto. La chica sólo era un estúpido juego, uno que tendría fin cuando Dick aceptara que las cosas con Hanna terminarían.


●●●


Por inercia, Idunn volteaba hacia el estacionamiento en busca de los cabellos ondulados de su novio y con un toque de decepción se dirigía hacia donde la esperaban sus amigos. Hasta que…

   —¡Rarita! —se escuchó la voz irritante de Irina.

La castaña no volteo a ver, siguió su camino ignorando todo.

   —¡Holden, te estoy hablando! —gritó de nuevo y la seguía ignorando—. ¿Acaso tu novio ya te dejó? —la tomó del brazo y la volteo para verla de frente—. Se dio cuenta de lo rara, simple y rústica que eres, ¿no?

   —No digas estupideces, Irina. Si no quieres que te rompa la nariz, creo que será mejor que te calles —le advirtió.

   —¿Lo harás? Idunn, no te tengo miedo.

   —Ah, ¿sí? ¿Quieres que te lo recuerde? —dijo subiendo las mangas de la polera.

   —Idunn, ¿te has visto? —alzó la voz—. Cariño, no sé si son cosas mías o si todos ya lo notaron, pero estás de mal en peor —la castaña hizo una cara de confusión y ante esto Irina rio.

   —Qué bien que tengas tiempo para ver a otros, pero no a ti —contestó y chasqueó la lengua.

   —Cariño, no desperdiciaría mi tiempo en ti.

   —A ver —sonó una voz femenina que denotaba enojo y poder—, sólo yo puedo decirle cariño a Idunn —sentenció.

   —¿Y tú quién mierdas eres?

   —Soy su amiga, perra —respondió Cameron, empujando a la pelinegra—. Así que déjala en paz, que Idunn es hermosa tal y como es, sin necesidad de usar accesorios, maquillaje o ropa fina para llamar la atención, como otras, ¿no crees? También tiene amigos que están dispuestos a meterse en cualquier lado para poder ayudarla a dejarte en el piso, aunque claro, ella solita es capaz de dejarte tirada, porque si mal no recuerdo, tú eres la prima de Ivania a quien le dio una golpiza, ¿no es así? —alzó su ceja al terminar.

   —Amor, ¿nos vamos? —preguntó Dimitri desde el auto y esta sonrió y asintió.

   —¿Nos vamos, Idunn? —la castaña trataba de articular palabra alguna, pero estaba confundida—. Ya les he dicho a tus amigos, mientras observábamos la discusión me tomé la libertad de decirles que te irías con nosotros, necesitamos hablar.

Idunn sólo asintió, saludó a Dimitri que siempre traía una sonrisa en el rostro. El chico era carismático, no por gusto hacía amistades a donde sea que fuera.

   —¿Cómo crees que estuvo eso? —cuestionó Cameron viendo sus uñas—. Tengo tanto tiempo de no pelear con otra chica.

   —La última vez peleó con una chica que estaba coqueteando conmigo —informó Dimitri y Cameron rio.
   —Ustedes hacen una linda pareja —la mulata la volteó a ver y el chico la miró por el retrovisor.

   —Tú también la haces con Edrick, aunque sea un hijo de puta. Tú eres… como un remedio, reduces su actitud de mierda —respondió Cam y la castaña bajó la mirada—. Edrick es difícil —siguió—, su pasado lo lleva ser como es, la forma en que Dick lo educó lo hizo construir una coraza indestructible o eso creíamos.

   —Hasta que llegaste tú —añadió Dimitri.

   —La última vez que se dio una oportunidad en el amor, le fue mal, Ivania le pagó mal. Después de eso, intentó ligar con una que otra chica, pero ninguna cumplía con lo que él considera necesario para estar al lado de él.

   —Tú rompiste esquemas —comentó el chico y la cabeza de Idunn estaba vuelta un lío, no entendía nada de lo que pasaba.

   —Exacto, en fin. Vamos a ir a casa de Max.

   —¿Max no trabaja hoy? —la mulata asintió—. ¿Por qué iremos?

   —Porque tengo que ir por unas cosas, su madre me estará esperando —dijo él.

El resto del camino hablaron de cosas comunes, Idunn tenía muchas dudas, jugar con las mangas de su polera le recordaba a todas las veces que Edrick se daba cuenta que ella quería preguntar, aquello la molestó, así que se dedicó a ver por la ventana. Cameron la veía de reojo y su novio lo hacía por el retrovisor, para luego compartir miradas.

   —¿Sabes donde vive Max? —le preguntó el chico y ella negó—. Este tío vive en un buen barrio, tiene dinero, no sé porqué ha dejado de jugar.

   —Hace unos meses no tenía dinero para jugar —comentó Cam y rio—, pero más que todo, necesitaba el trabajo por todas las cosas que se nos vienen encima.

   —¿Qué cosas? —preguntó la castaña—. Si puedo saberlo.

   —Lo sabrás en su momento, cariño.

Se estacionaron frente a una casa y Cameron le pidió a Idunn que la acompañara hasta la puerta, después de llamar esperan unos minutos, pero es Max quien les atiende.

   —¿Qué tú no deberías estar trabajando? —pregunta Cameron.

   —Como sea, pasen —dice el chico sin el entusiasmo que le caracteriza.

   —Entra —pide la mulata—. Iré por mi móvil y a decirle a Dimitri que venga.

   —De acuerdo —contesta Idunn.

Max le abre paso y ella se adelanta, de pronto escucha como se cierra la puerta y al voltear el chico ya no está.

   —¿Max? ¿qué carajos pasa? —pero nadie contesta—. ¿Chicos?

La casa esta a oscuras, y aunque intenta abrir la puerta, no puede y por la ventana ve como el auto de Dimitri se marcha con los otros dos abordo.

   —¿Qué? Dios, ¿qué pretenden? Maldición, eso te pasa por no irte con Elliot, Idunn.

La castaña saca su móvil para marcarle a su mejor amigo, cuando alguien se aclara la garganta justo detrás de ella, se voltea lentamente con los ojos cerrados, esperando ser reprendida por estar en un lugar en el que no debería estar. Pero a escasos centímetros de ella se encuentra una silueta que aún sin luz lograría distinguir, el gris conecta con el amarillo de sus ojos y él esboza una sonrisa que a ella la derrite.

   —Sorpresa —habla la voz ronca de Edrick en un susurro y ella sonríe ante lo que dice—. Tal vez los métodos no son los más adecuados, pero no tenía una jodida idea de cómo hacerte venir sin que tus amigos se dieran cuenta. Más porque algo me dice que tu amigo me ha de detestar.

   —¿Qué quieres? —borró la sonrisa de su rostro y él enarcó una ceja.

   —¿A la defensiva? ¿en serio, novata?

   —Puedes abrir la puerta, le pediré a Elliot que venga por mí.

   —Mmm —el chico asentía—, abriré la puerta cuando hayamos hablado y luego te iré a dejar —sentenció.

   —No quiero Edrick, quiero irme a casa.

   —¿A casa? Tus padres no están, novata.

   —A la de Elliot.

   —Irás a casa de Elliot cuando acabemos.

   —Esto es un secuestro —él rio.

   —¿Qué carajos dices? Es secuestro cuando te traen a fuerza, has venido por tu voluntad.

   —Pero no quiero estar aquí.

   —Bien, te irás, pero tengo esto para ti —dijo extendiendo una anémona azul—. Quiero pedirte perdón por ser tan idiota —Edrick sentía como se le atoraban las palabras en la garganta—, no fue muy correcto de mi parte hacer lo que pasó en la premiación.

   —¿Por qué me estás dando explicaciones? —alzó ambas cejas ante las palabras de la castaña.

   —Porque soy tu novio, ¿no? Te estoy pidiendo que me perdones, ¿aceptas o no? Porque no pretendo repetirlo.

   —Edrick Meyer disculpándose, eso es nuevo.

   —A veces uno comete errores —habló bajito.

   —¿Edrick cometió un error? —dijo sarcástica.

   —Soy perfecto, novata. Pero a veces me equivoco, según los demás —ella rio—, bien… ya me disculpé —se movió en dirección a la puerta y dejando la flor en la mesita que estaba al lado de esta—, puedes irte ya.

Caminó hacia dentro de la casa y al pasar al lado de ella no la volteó a ver.

   —Cierra la puerta cuando te vayas —añadió antes de desaparecer en el corredor.

Se acercó a la mesa y tomó la flor, recordó que aquellas eran de las mismas que le había dado para su cumpleaños, sonrió. Edrick no era de pedir disculpas, pero lo había hecho, obligado o no, valoraba aquello, pues había notado lo mucho que le había costado decir esas palabras. Volteó a ver hacia donde él se había perdido, sacó de su mochila un lápiz y en un pedazo de hoja para escribir algo. Después de dejar la nota sobre la mesa, salió de la casa y caminó hasta una tienda que se encontraba por allí, llamó a Elliot y le mandó la dirección para que fuera por ella, mientras esperaba pensaba en cómo se cobraría aquello con Cameron, Max y Dimitri.

Al llegar Elliot subió al auto y dijo:

   —Vamos al centro comercial, ¿podemos ir por Young-mi y Nina?

   —¿A qué iremos? No se estrena ninguna película hoy.

   —¿Y? No vamos por una película, también podríamos pasar a mi casa, por favor.

   —De acuerdo.

Edrick escuchó como cerró la puerta y no se inmutó de su sitio, sólo mandó un mensaje a Max para avisarle que se había ido. No pretendía ir detrás de ella, hasta mucho había hecho con pedir disculpas, seguía sin entender por qué, si había sido ella la que había dejado la baba regada por Emerson. Minutos más tarde iban entrando los que se habían ido en el auto, pero ahora Nicholas se les había unido.

   —¡Necesito detalles! —gritó Cameron—. ¿Tan rápido follaron? Dios, eres precoz —soltó con sorna.

   —No creo que hayan hecho el frutifantástico —dijo Nicholas.

   —¿Por qué? —preguntó Max.

   —Por esto —respondió tomando la nota entre sus dedos, pero sin leerla.

   —¡Meyer! —alzó la voz la mulata y el resto se voltearon a ver y rieron—. ¿Qué mierdas hiciste? —él se levantó del sofá donde se había acomodado en la sala familiar, mientras ella caminaba a grandes zancadas—, ¿qué le hiciste a esa niña?

   —Lo que haga o deje de hacer, no es de su incumbencia.

   —Meyer —habló tomándolo del cuello de la camisa y este chasqueo la lengua, enarcando una ceja.

   —Mira Cameron, pedí perdón por “mis actitudes de mierda” —hizo comillas con los dedos— como ustedes lo llamaron. Le di la puta flor que traje y ella se fue porque quiso, porque no quería estar aquí —su tono de voz denotaba enojo—, no puedo retener a nadie a mi lado, quien quiera irse puede regresarse por donde vino. Me vale una mierda estar solo, ¿entienden o no? —dijo dirigiéndose al resto—, no ruego, no voy detrás de las personas, porque simplemente nadie merece ir detrás de alguien que no quiere estar.

   —¿Pero los demás si merecen ir detrás de Edrick Meyer? —soltó la mulata.

   —Te repito, quien quiera irse puede irse por donde vino. Si ella se fue, lo hizo porque así quiso y ya —tomó la nota de las manos de Nich y se marchó de la casa.

   —¡Es que es un cabrón! —gritó la mulata.

   —¡Sí, soy un cabrón y qué! —respondió él desde la entrada de la casa y seguido de esto, cerró la puerta.

Los cuatro amigos se quedaron en la sala viéndose entre todos, nadie sabía que decir. Cameron y Max eran los únicos que podían decirle a Edrick las cosas tal y como las pensaban, pero al único que toleraba cuando algo así pasaba, era a Max.

   —¿Leíste lo que decía la nota? —preguntó ella y Nich negó—. Te falta curiosidad, idiota —dijo y salió de la casa.

Esa noche Edrick no llegó a casa, Max lo había ido a buscar y Dick se negó a decir donde estaba, claro que el hombre sabía donde se había metido, pero desde luego su hijo se fue sin decirle nada al mejor amigo, era por algo.

Había conducido por bastante tiempo, no tenía problema en alejarse demasiado de la ciudad, es más, estaba acostumbrado, necesitaba estar a solas y en momentos como esos, la carretera, su auto y la mochila que traía consigo, eran la mejor compañía. No había leído lo que decía la nota, no quería leerla todavía, no estaba para juegos ñoños de parejas, Idunn sólo era un juego, así que cualquier cosa que ella hiciera y fuera parecida a las estupideces que hicieran los demás, a él le causaba repugnancia.

Yo No Me EnamoroWhere stories live. Discover now