Capítulo 16

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“Los fantasmas del pasado nos atan a cadenas que se pueden desvanecer en la lucha por nuestra felicidad”.


Ya había pasado más de una semana desde que Edrick se enfrascó en los videojuegos, permitiéndose no dormir por las noches y hacerlo durante el día. No iba al instituto por Idunn, pero cada que podía la iba a visitar a su casa, y por las tardes se destinaba a hacer ejercicio, pintar o realizar esculturas.

Era lunes, el chico de ojos grises no había perdido la noción del tiempo únicamente porque el sábado había recibido clases, y porque en su calendario se marcaba en números grandes “28, entrega de resultados del examen”, a pesar de que la premiación del torneo aún no se había llevado a cabo, le importaba más ese día que cualquier otro.

Para cambiar un poco su rutina, durante la madrugada había dormido alrededor de dos horas, las cuales lo mantendrían despierto por el resto del día «No haré ejercicio hoy, no soy tan estúpido como para hacerme mierda por no dormir», no tendría que salir de la ciudad para ir por los resultados, al contrario, en la sede local le darían los resultados.

A eso de las dos de la tarde salió de casa en dirección a la universidad, sabía que este año que se estaba tomando era definitivo para su futuro. Había ingresado a arquitectura sabiendo que le gustaba la carrera y que no se le dificultaba, pero tenía que aprender dos idiomas para poder llevar a cabo el plan por el que había optado antes de que el año escolar iniciara.
Tardó aproximadamente una hora en realizar las diligencias necesarias y al finalizar llamó a Dick.


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   —Prepara todo —dijo.

   —¿De qué hablas?

   —Estoy en la universidad, vine por los resultados.

   —Las cosas tienen más sentido si las explicas.

   —Como sea, pero ya sabes.

   —Claro, nos vemos esta noche, ¿te parece? Iremos a cenar y no acepto un no por respuesta, menos si es por videojuegos y si es por Idunn, debes traerla a la cena —sentenció.

   —Bien, iré solo.

   —¿No la verás hoy?

   —No, necesito espacio para mí, ¿entiendes?

   —De acuerdo, hasta luego.


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Estacionó el auto frente a la casa, iba a jugar un rato antes de que Dick se tornara odioso y no le permitiera enfrascarse en ellos. Por alguna razón los recuerdos azotaron su mente, ya había pasado un buen tiempo desde que no pasaba, o bueno, desde que no se permitía verse afectado.

¿Cuántos años habían pasado? En menos de un mes cumpliría veintiún años, ¿por qué seguía tan presente como cuando tenía cinco? ¿por qué es tan difícil olvidarlo si a esa edad no todos los recuerdos se guardan en la memoria?


La casa se había quedado vacía, los dos hombres de la casa habían planeado ir al partido de baloncesto del equipo titular de la ciudad, su madre no era tan aficionada a ese deporte, ella apuntaba más al vóleibol, el pequeño intentó en varias ocasiones tomarle amor para agradar más a su madre. Pero todo intento era en vano, el baloncesto era su entretenimiento favorito.

Dick, su padre, solía llevarlo todos los miércoles y viernes a ver jugar a los equipos de la ciudad, los martes por la tarde, lo llevaba a jugar y los sábados se ausentaban por todo el día, su madre no siempre los acompañaba, «Ahora todo tiene sentido». El apego hacia su padre aumentaba con cada actividad que realizaban juntos, y es que el niño afirmaba que su padre era el mejor del mundo, «Claro que lo fue, lo sigue siendo», y su madre… ella era una mujer dulce, menos afectiva que Dick, decía que tenía dos tesoros, uno de ojos grises y otro que era tan perfecto, que podía contar con los colores que se le presentaran, «Todo era una mentira».

Yo No Me EnamoroWhere stories live. Discover now