Prólogo

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Era de noche por aquellos lares desconocidos. Las personas con ojos pequeños no dejaban de caminar, de hablar por teléfono o de cumplir con diversas tareas atrasadas. ¿Acaso había algo que los distrajera?, ¿Cuándo habrían de dejar el consumismo?

El humo de los puestos ambulantes viajaba hacia el cielo, luego se perdía en la tierra y después volvía a aparecer por medio de fumadores nerviosos. Hacía frío, y este era tal, que el aliento de los niños sonrientes parecían nubes minúsculas. Los callejones estaban limpios, sin embargo, cada vez que la luna salía, una oscuridad insegura se tragaba esos escondites, y por ello es que nadie se dio cuenta de la llegada de esos tres extraterrestres.

La caída fue dura. Owen se golpeó la cabeza contra unos ladrillos, Abel terminó con las manos raspadas y Samuel no dejaba de sacudirse el polvo que el portal había generado. El Conquistador, sorprendido y algo molesto, continuaba observando el camino sin salida en donde se encontraban, y al ver la falta de iluminación, le pido a su hijo, con un gesto seco, que encendiera sus manos. El joven, con la nariz fría y las palmas congeladas, extendió los dedos y dejó que dos esferas de luz salieran de su piel. Al cabo de unos segundos, estas volaron hacia los bombillos poco funcionales que ahí estaban, lanzando así una claridad eficiente y salvadora.

—¿Dónde rayos estudio? Se supone que en la primaria enseñan a crear buenos portales— se quejó el moreno sobando su cráneo.

—No creo que quejándote ayudes, Owen— lo reprendió Abel.

—Estudié en una academia normal, con profesores excelentes y compañeros excepcionales. Y solo diré que una celda no es un buen lugar para construir algo— dijo Samuel.

—Grandioso, ahora respondamos, ¿Caímos en el lugar correcto?

—Considerando que las instrucciones de esta lata están en japonés, creo que sí— le respondió Abel a su amigo mientras jugaba con el objeto.

—¿Por qué tuvo que ser aquí? No se ustedes, pero yo no sé nada del idioma.

—¿No les enseñaron otros en las escuelas?

—Aprendemos el de nuestra luna, junto con el español y el inglés, señor. Y deja de quejarte, Owen— habló el pálido dirigiéndose al tumulto de individuos.

Los restantes, al no conocer nada, lo siguieron. Todos estaban en su mundo, y al entender que nadie se había enterado de la llegada tortuosa, suspiraron con alivio. Recorrieron unas cuantas cuadras sin saber a dónde iban, y aunque Abel pensaba en buscar un lugar de alojamiento, eso no era lo que invadía las mentes de los otros dos.

De esta manera fue como el joven halló un hotel. Se quedó quieto durante unos instantes, y al surcar los cielos vacíos de estrellas, pudo divisar un letrero rojo que resaltaba de los demás. Era curioso ver que, siendo un país con una forma de hablar distinta, estuviera la traducción en inglés al lado de esas extrañas rayas. Entraron a paso lento, y aspirando el desinfectante que invadía el espacio, el hombre detrás del mostrador saludo en japonés:

Buenas noches, ¿Qué desean?

Los aliens, al no comprender ese acento ni las palabras dichas, se quedaron mudos. El de piel amarilla puso los ojos en blanco, y en esta ocasión, volvió a preguntar los mismo, pero con un inglés atrofiado y lleno de abolladuras.

—¿Cuántas camas tiene un cuarto?— inquirió Samuel.

—Eso depende, ¿Serán solo tres?, ¿O vendrán más personas?— quiso saber el japonés tecleando en una computadora.

—Tres nada más: nuestro padre nos regaló un viaje, y no conocemos mucho de esta ciudad— aclaró Owen señalando al dictador.

—Habitación familiar, primer piso— finalizó el que atendía, extendiéndoles una tarjeta y esperando el pago.

Samuel, ya preparado hacía tiempo, le entregó los yenes que señalaba la pantalla, tomó la llave y se marchó al elevador, con Owen y Abel pisándole los talones. Durante los minutos que pasaron en ese lugar, ninguno habló, solo observaron los reflejos que el propio ascensor creaba. Salieron al pasillo, caminaron hacia la puerta indicada y se dejaron envolver por esas paredes blancas. Los chicos, picados por la curiosidad, apresuraron el paso para ver la cocina, el comedor y las camas. El Conquistador, mirando por la ventana a la gente impaciente, sonrió con malicia.

—Sigo sin entender por qué estamos aquí— replicó el moreno.

—Pienso lo mismo— opinó su compañero.

—Tokio es grande, tecnológico y único. Eso nos puede ayudar en varios aspectos— enlisto el villano con un chip entre los dedos—. Hacen falta aliados, ¿No lo creen?

—¿Por qué piensa eso? Los humanos suelen ser muy realistas: no lo tomaran en serio cuando les diga que desea reclutarlos para luchar contra su especie— resumió Owen tomando un poco de agua.

—Además, las personas que no confían en nadie suelen pedir algo a cambio.

—Y las que están en medio de una crisis, sea cual sea, se arriesgan. No dudo de las capacidades de los humanos, es más, creo que son tan infinitamente trabajadores como nosotros, pero aunque la felicidad sea una decisión, nadie evita que las cosas malas pasen, que seres malévolos hagan daño y que cada día sea solo eso: un desafío.

Los jóvenes, siendo testigos del misterio que rodeaba a Samuel y a su pasado, decidieron no molestar al respecto. No sabían cómo resolver los problemas más simples en cuanto a la supervivencia, y dado que las lentillas ocultaban sus verdaderos ojos, nadie sabría lo que eran en realidad. Abel, con Chelsea en la mente y muchas interrogantes en su boca, ayudó a Owen a limpiar las sabanas, quien aun no estaba seguro de los pasos que daría a partir de esa noche.

Ya estaba ahí, en el sitio requerido, ¿Qué harían?, ¿Cuál seria su plan?, ¿Alguien se les uniría? Porque si de algo estaban seguros, era que los sujetos en cuestión podían parecer tontos, pero no estúpidos. Los gritos en otra lengua invadieron sus oídos, y los olores característicos de la comida los hicieron recordar a los sueros que necesitaban para alimentarse.



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Besos infinitos, Gina Shield.

PD: capítulo dedicado a "Lahojaescrita", me gusta tu nombre de usuario, es muy original. He aquí el prólogo, mundanos, espero que les guste mucho. ¿Qué les parece?, ¿Les gusta? Es corto, pero cuando lo escribí, sentí que era suficiente. No sé cuando vuelva a tener internet, por eso quería hacer este adelante. Sepan que respondo a todos sus comentarios.

Luna de Hielo [Saga Moons #2] {➕}Where stories live. Discover now