Capítulo veintisiete

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    Supieron en ese instante que nunca habían estado lejos, que la situación iba de mal en peor y que pelearse frente a los humanos no fue una gran idea. Después de que Lara y Chelsea desaparecieran, y de haberse lamentado por no pensar en las otras chicas, Joen dejó que Owen se le abalanzará encima. Este no permitió que su poder saliera a la luz, el guerrero morado tampoco lo hizo, y el resto solo intentaba separar a esos dos que deseaban acabarse a través de la violencia.

    Akira gritó el nombre del moreno reiteradas veces, los amigos de Joen trataron de empujarlo hacia atrás, y Julia y Mérida, sin que nadie les avisara, retuvieron a Abel con la amenaza de darle choques eléctricos. Todo era un caos, y no pensando en el lugar donde estaban, dejaron que las personas que circulaban por el camino los rodearán.

    Owen estrelló su puño en la cara del guerrero morado, el otro apretó su cuello entre sus manos, y al sentirlo exhausto, termina estampándolo contra el suelo de la calle. Los japoneses hicieron una exclamación de asombro, se acercaron más y, analiticos, comenzaron a examinar los movimientos de cada uno. Para ellos era una pelea entretenida de adolescentes impulsivos, pero para los aliens y los post humanoides era una forma de evitar que los planes del villano se llevarán a cabo.

    Peter rodeo a Abel con los brazos en cuanto este se liberó de sus amigas, colocó la espalda del chico en su pecho y logró retenerlo a él y a su habilidad.

—¡Pierdes tu tiempo!— le grita el prisionero sacudiendo su collar.

—¡¿Qué quieren de nosotros?!, ¡¿Por qué el padre de Lara no los deja en paz?!

—¡No abras la boca!— interrumpe Owen desde lejos.

    Peter lo hace girar, lo golpea en la mejilla y lo lanza contra una columna de la entrada de un jardín. Las manos del chico comienzan a temblar, las náuseas subieron por su garganta y el pánico inundó su pecho: un ataque amenazaba con salir, pero él no quería darle paso.

—Habla ya.

—No diré nada— le susurró el extraterrestre apretando los labios.

    Peter pone su palma extendida sobre el pecho del muchacho, y sin importarle nada, descarga su electricidad. Un grito de dolor es escuchado a sus espaldas, pero ninguno se giró para comprobar si era cierto: Mérida, con fuerza, aporrea el suelo con su pie, haciendo que el cemento terminará agrietado. Julia la aparta de las personas que la miran con miedo, sin embargo, uno de los oficiales de policía la toma de las muñecas con el único fin de apresarla.

    Esas manos le traen el recuerdo de la tarde catastrófica, esa piel le quema como el mismo fuego y un alarido es expulsado de su garganta. Alex, corre hacia ella, y mientras más patrulleros intentan conseguir una calma que no parece perdurar, Peter vuelve a repetir:

—¿Qué ocultan?

—Necesitamos encontrar a nuestros padres, y para eso accedimos a ayudar al Conquistador.

—¡¿En qué?!— exige saber el joven al sujetarlo de la camisa.

—¡En manipular a Lara y Joen! Él los quiere, no sé para qué, pero lo que sí pudimos averiguar es que los dos tienen habilidades que ni siquiera un extraterrestre puede poseer.

   Debía decírselo a Lara en cuanto la viera, pero por el momento, necesitaban buscar la forma de no permanecer en la cárcel más de lo debido.

   Debía decírselo a Lara en cuanto la viera, pero por el momento, necesitaban buscar la forma de no permanecer en la cárcel más de lo debido

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Luna de Hielo [Saga Moons #2] {➕}Where stories live. Discover now