Capítulo dos

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 Ese ruido no era una buena señal, y tanto Catherine como Apolo lo sabían. Durante la juventud en las lunas, aquel estruendo llegaba a fastidiar en numerosas ocasiones, y aunque no había tantas guerreras en esa época, la madre de Lara recordó con nitidez los días de entrenamiento y simulaciones. El padre de Joen, quien en ese entonces era un chico muy diferente al hombre sentado a su lado, la ayudaba a alcanzar la perfección inexistente que ella, en aquellos días, deseaba. Quien iba a pensar que ahora estaba ahí, esperando y paseando por una vida que se había prometido no añorar. 

 Julia, que caminaba de un lado a otro, palideció por un instante, y después se desplomó contra el suelo, haciendo que un jarrón cayera y se cortará con sus pedazos. Peter fue rápido hacia ella, la levantó un poco y dejó que la joven, por sí sola, abriera los ojos. 

—¿Estás bien?

—Señora Catherine, olvide decirle que aun no se controlar lo que el pensar de los demás causa en mi.

La mujer, saliendo de su mundo, intentó estar calmada.

—Lo lamento, Julia— dijo ella arrodillándose al lado de la mareada.

—Me preocupa, señora. ¿Hay algo que no nos han dicho?

 Apolo, con el ceño fruncido y los ojos en Catherine, no quiso soltar el parecido que esa alarma tenía con el de la "guerra infinita", así que solo se limitó a contestar:

—No hay nada que ocultar, si eso es lo que piensan.

—No veo ni un alma ahí afuera. ¿Sabe cuando regresan, señor Apolo?— interrumpió Mérida cambiando el tema.

—No lo sé, jovencita. Depende mucho del aviso que les den.

—Y tal aviso, ¿Es bueno o malo?— consultó Pet curando las heridas de su amiga.

—Intentó mantener mis expectativas, pero si consideramos lo que pasó con Samuel, no creo que nos traigan noticias tranquilizadoras.

—¿Quieres un té, Julia?— preguntó Lara estando de pie.

La castaña asintió, y ya cuando su casi hermana estuvo fuera de la sala, Chelsea se atrevió a hablar:

—¿Sucede muy seguido?

—¿El qué?— notó Apolo después de un corto silencio.

—Que ellos vayan, y peleen, o lo que sea que hagan en estos casos.

—Como protectores de los humanos, buscamos paz en nuestros mundos y en la tierra. He de decir que ese planeta, por sí solo, no causa problemas, pero en ciertas ocasiones, las personas dentro de él lo dañan.

—¿Cómo lo ve usted, señor Catherine?

—Soy algo indecisa con respecto al hogar que me acogió durante mucho tiempo, Chelsea— resumió la adulta mirando por la ventana—. A veces opinó lo mismo que Apolo, y otras tantas que los terrícolas son buenos. Tal vez no todos, porque siempre existe tanto el bien como el mal, pero si una porción.

—¿Cómo se siente, mamá?, ¿Es extraño regresar a un lugar y verlo con otros ojos?— quiso saber su hija entregando la bebida humeante.

 No sabía cómo sentirse, esa era la verdad absoluta. Muy en el fondo, quizás en su corazón, quedaba una pequeña cantidad de añoranza debido a los recuerdos de su niñez, su adolescencia y sus queridos padres. Y aunque hubiera estado tan enamorada como Julieta de Romeo, esa sensación no encabezaba la lista.

—Quisiera poder contestarte, mi niña, pero creo que debo analizarlo un poco más.

—Para mí, es fascinante verte aquí, Cat. ¿Cuánto tiempo ha pasado?

Luna de Hielo [Saga Moons #2] {➕}Where stories live. Discover now