Capítulo 7

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Narra Lauren: 

—Hola, Lawrence —me saluda Camila, al día siguiente. 

Este día no había tenido que esperarla durante media o tres cuartos de hora, si no que esta vez Camila ya estaba lista esperándome en las escaleras. Así la ví en cuanto llegué a la  mansión de mi padre y me abrieron la puerta, la castaña se veía entusiasmada, y puedo decirlo sin dudarlo porque al recibirme ella decidió darme un cuidadoso y bien pensado beso sobre mi mejilla. Yo miré al mayordomo con pánico, pero ni él sabía qué era lo que pasaba con la chica que siempre me recibía de manera despectiva. 

—Camila... —traté de llamarla, pero ella pasó de largo camino hacia mi auto. 

—Suerte.

Me dice Hanks antes de retirarme. ¡Claro que la necesitaba! 

¿Me sería tan fácil dejarle claro a Camila que yo no iba por ese camino que ella cree que estamos tomando? Mi deber es dejarle claro lo contrario. 

El camino a la oficina fue silencioso, gracias al cielo, pero no podía evitar ver la cara sonriente de la castaña al mirarme de reojo. Al llegar al edificio, ella me esperó a que bajara para poder tomarme del brazo y unirlo con el suyo. Esperaba poder llegar pronto a la oficina para hablar a solas con ella, y mientras tanto, el trayecto a las oficinas principales fue tortuoso: Camila no me soltó en ningún momento aunque tratase de separarme; la mano que no me sostenía la usaba para arreglarme el traje o el cabello, cosa que no pasaba desapercibida por nadie a nuestro alrededor. 

Me frutró saber que no tendría la oportunidad de hablar con ella cuando Dinah dijo que la estaban esperando para una reunión y algunos otros asuntos que no me requerían, porque además, yo iba a estar ocupada porque Henry me llamó a su oficina para arreglar cosas con mi cargo como vicepresidenta. 

Robert estaba causando muchísimos preocupaciones tratando de adquirir algunas de las acciones de los demás inversionistas minoritarios; lo cual era bastante sencillo si éstos decidían venderlas. Y si Robert llegara a incrementar su poder sobre la empresa... será más que un problema. Y de hecho, ya lo era al ingresar a la oficina a su nieto, quien adquirió un puesto de gran valor para la corporación. 

—Soy Nathan —se presenta ante nosotros el chico, estrechando la mano de mi padre y la mía. 

Claro que no tenía sentido rechazarlo, cuando nuestros motivos eran no aceptarlo por ser hijo de la que alguna vez fue mujer de mi padre, y que lo engañó, dando como resultado a Nathan. Rechazarlo por eso y con un buen CV, Robert no dudaría en quejarse con recursos humanos o causar un alboroto. Mi padre y yo debíamos prepararnos en privado para cualquier cosa que pudiera suceder. 

Nathan era un chico alto, aún más que yo, y contrario al resto de mis características: su cabello castaño; ojos de color hazel, casi pegándole al color de la miél; su piel medianamente bronceada, porque es seguro de que va mucho a la playa; y lo que más me gustaba y disfrutaba, después de todo, era saber que no era tan guapo, aunque hubiese algo en él que lo volvía atractivo, como su ropa, su postura o su actitud. Se veía como un buen chico, pero no estaba de menos desconfiar un poco de sus intenciones, conociendo a su abuelo. 

Luego de volver y estar trabajando un rato a solas en mi oficina, como ya extrañaba, llamaron a la puerta. Era Camila. 

—¿Cómo estás? —me pregunta.

—Terminando unas cosas —respondo al tiempo que tecleo en el ordenador frente a mí. 

Camila caminó a través de la oficina, se paró hasta mi lugar para ver si de verdad estaba demasiado ocupada, y a juzgar por su suspiro, sospecho que lo confirmó. 

LAUREN: La Heredera (Camren)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt