Capítulo 31

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—_______ Sánchez de Madrigal —murmuró con distracción.

Estaba frente a la estufa, su mano sosteniendo una cuchara enorme y su vista en la pared observando los adornos de cerámica que había, los cuales estaban ahí desde que tenía memoria.

—_______, la comida —habló la abuela.

—¿La comida? —cuestionó distraída—. ¡La comida!.

De forma presurosa alejó el sartén del fuego, suspiró al ver que al menos la comida no se había quemado.

—Has estado muy extraña últimamente, ¿sucede algo malo? —se acercó a su nieta.

Habían pasado dos días desde que vio por última vez a Camilo, dos días desde que él la llamó futura esposa.

Cada vez que lo recordaba no podía evitar imaginarse una vida juntos, casándose, teniendo un romance tan envidiable y ser felices por siempre.

—Abuela —llamó—. ¿Mi abuelo alguna vez te dijo que te imaginaba siendo su futura esposa? —cuestionó tímida.

La señora la miró con los párpados bien abiertos, —Creo que no, tu abuelo era muy cerrado con sus pensamientos en algunas ocasiones.

Asintió lentamente, —Okey.

Intentó buscar la mirada de la chica, —¿Por qué la pregunta?.

—No es nada —sonrió.

La miró de forma sospechosa hasta que algo hice click en su mente, —Camilo te llamó así, ¿cierto? —sonrió de forma divertida.

Obtuvo su respuesta ante el notable sonrojo que apareció en la castaña.

—Ahora entiendo tu distracción, ya andas planeando la boda —se burló.

—¡Amá! —regañó.

Esta soltó una risa, —Ay dios, ustedes si que quieren ir por todo. Eso es bueno, me alegra que Camilo te tenga presente en su futuro, es un muchachito de buenos sentimientos.

_______ sonrió boba, —Lo es.

—¿Y tú? —la miró—. ¿También lo ves en tu futuro?.

Asintió, —Él... quiero que sea parte de mi vida para siempre.

La mayor sonrió enternecida, ambos podían estar jóvenes pero sí realmente querían estar juntos para toda su vida ella estaba segura que lo lograrían.

—Entonces lucha por eso.

—Eso haré —dijo con seguridad.

🦎

—Hola _______ —saludó Dolores.

Ella fue quien abrió la puerta.

—Hola —sonrió.

—Camilo no está, se encuentra en el pueblo.

—Oh sí, lo sé —claro que lo sabía, lo había visto en el mismo lugar donde lo vio trabajar el otro día.

Se veía tan atractivo, eso hasta que lo vio convertirse en un señor.

—De seguro vienes por Mirabel.

—Si, algo así.

—Adelante —le dio el pase—. Por cierto, no es por que sea chismosa pero —le sonrió de forma traviesa—, escuché como mi hermanito te llamó futura esposa.

En el Silencio [Camilo Madrigal] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora