Prólogo: 10 años antes.

5.5K 508 136
                                    

7 de septiebreEscuela Privada EcclestounLondres, Inglaterra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

7 de septiebre
Escuela Privada Ecclestoun
Londres, Inglaterra

Olive no sabía por qué, pero mientras se esforzaba por evitar una crisis nerviosa, pensaba en que, a sus catorce años, aún no había dado su primer beso.

―¿Te parece que está bien así? ―escuchó que le preguntaba su amiga, Lucinda.

Olive arrugó el ceño. No lo sabía. ¿Estaba mal que a los catorce no hubiera besado a nadie?

―Ya usamos rojo en la decoración del año pasado.

Elevó las cejas al comprender de qué hablaba. Un incómodo calentón le enrojeció las mejillas. Qué tonta...

―Azul ―respondió con convicción―. Usemos azul.

Lucinda sonrió y pasó la voz al resto del grupo que conformaban el comité de bienvenida. Había comenzado un nuevo año escolar; estaba cada día más cerca de la mayoría de edad y de la inevitable inclusión al servicio social. También estaba la universidad... ¿Qué se supone que iba a estudiar y con qué tiempo? Apenas podía balancear su vida estudiantil con los estudios privados en palacio. Ecclestoun, conocida como la cuna de los nobles, la preparaba académicamente con una excepcionalidad indiscutible, pero no le enseñaba cómo sobreponerse al gran nivel de exigencia al que su posición, al igual que a sus hermanos, la sometía.

Se llevó la mano a la garganta y gimió, pero su queja quedó silenciada bajo el murmullo de varias voces, el eco de pasos y el estruendo de los muebles al ser movidos. Sus compañeros de clase no habían titubeado al nombrarla presidenta del comité de actividades, pese a que ella no estaba interesada. Lo que menos quería era aceptar más responsabilidades de las que ya tenía. ¿Cómo era posible que Simon soportara tanta presión? Como príncipe de Gales, sus obligaciones duplicaban las de ella, y él las realizaba todas con una sonrisa de soslayo y una postura pulcra, como si nada le pesara. Evidentemente, había nacido el heredero correcto.

Tragó saliva e intentó abandonar el salón sin ser vista.

―¡Olive! ―era su otra amiga, Cassie―. ¿Qué recomiendas para los alimentos? ¿Algo ligero o...?

A esas interrogantes se le unieron una lluvia de inquisiciones:

―¿Tocará la banda escolar?

―¿Y si invitamos a algún músico?

―¿El director volverá a poner un código de etiqueta?

―¿Olive?

―¿Me escuchas, Olive?

―¿Qué opinas, Olive?

Apenas adquirió el valor de no llevarse las manos a los oídos para silenciar el barullo o de abrir la boca para ordenar silencio. Era incluso peor: no hizo ni dijo nada. Se quedó de pie recibiendo todas las peticiones, dudas e inquietudes con una sonrisa comprimida y previamente ensayada. ¿No podían tomar una decisión sin ella? La asaltó la misma duda: ¿cómo es que Simon podía aguantar toda esa presión sin desplomarse?

Sedúceme otra vez (Serie Herederos 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora