Capítulo dieciséis.

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―¿Usarás tacones en un viñedo?

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―¿Usarás tacones en un viñedo?

En su cabeza, Isaac mismo respondió la pregunta. Olive amaba usar tacones y no concebía salir sin ellos. Sin embargo, creyó que optaría por un calzado que fuera práctico para recorrer las viñas, tomando en cuenta que se tardarían horas. Debió prever que, terca como ninguna otra, ignoraría lo práctico por lo elegante.

―Solo traje tacones ―contestó ella mientras se ponía el broquel de plata y diamante en la oreja izquierda. Al menos, había seleccionado una joyería sencilla―. Comienzo a cuestionar mis decisiones, si de algo te sirve.

―A mí no. ―Golpeó la pierna derecha de Olive para que la descansara en la de Isaac. Ajustó con rapidez el tacón blanco a su tobillo―. Es tu comodidad la que se verá comprometida.

―Es tarde para buscar una salvación.

Pero la cabeza de Isaac ya se había puesto a trabajar en una. Lo único que necesitaba era cinco minutos a solas con Laura, si es que conseguía separarla de Olive.

―Podrías pedirle a un empleado que vaya y te compre un calzado cómodo o... ―comenzó a decir Isaac, pero el golpe a la puerta lo detuvo. Olive gritó «pase» y Laura apareció como si la hubiese invocado. Cargaba una bolsa de papel pequeña en las manos.

―Aquí tiene lo que me pidió, alteza.

―Déjalo sobre el tocador, muchas gracias. Sobre mi otro pedido...

―Apenas llegue, se lo entregaré.

―Gracias. ―La despidió con un asentimiento.

Olive se levantó de la cama, se puso el otro broquel y se acercó al mueble. A Isaac le llamó la atención la pequeña caja blanca y lila que sacó de la bolsa.

―¿Te has sentido enferma?

Una lenta sonrisa se le dibujó a Olive en aquellos labios pintados de rosa claro.

―Enferma no, pero ya no tomo la píldora, y evidentemente anoche se nos olvidó. ―Sirvió un poco de agua en el vaso de cristal que tenía sobre el tocador―. Este es mi plan b.

Por fortuna, Isaac ya se encontraba en la cama, por lo que no sufrió el desatino de caer sobre ella como peso muerto, pero muerto de verdad. ¿Cómo se le pudo olvidar algo tan importante? En todos los años que llevaban juntos, jamás se les había olvidado protegerse, ni siquiera una vez. Incluso usaba preservativo, sin importar que ella tomara la píldora. La responsabilidad sexual era de ambos.

Y, aun así, anoche lo olvidó por completo.

―Tu padre me va a matar ―musitó, ausente. Con solo imaginar la cara enfadada del rey, deseó abrir la ventana y arrojarse por la borda.

Olive se echó a reír ante su gesto atormentado. Bebió la píldora, se acercó a él despacio y acarició sus mejillas con ternura. Isaac la miró y se sintió como un idiota por preocuparse cuando ella se veía tan tranquila.

Sedúceme otra vez (Serie Herederos 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora