Capítulo veintiuno.

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Después de la comida en el restaurante del hotel, Isaac decidió que viajaría a Huesca con la intención de hablar con el mecánico que había mencionado Wren

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Después de la comida en el restaurante del hotel, Isaac decidió que viajaría a Huesca con la intención de hablar con el mecánico que había mencionado Wren.

―¿Y exactamente qué le vamos a decir? ―curioseó Olive. Su atención se desvió un instante hacia la copa de vino junto a su plato. La comida había estado deliciosa y no concebía la idea de consumir un postre, pero podría aceptar otra copa con gusto.

―No lo sé ―respondió Isaac con un tono cansado―. Le preguntaré por su abuela y...

―No es muy recomendable ―repuso Wren de repente. Cortó un pedazo de la carne de morucha y miró a Isaac con un gesto divertido―, a menos que quiera que la persona le agarre desconfianza.

―Escucha a la encantadora de serpientes ―comentó Julian, aunque su atención estaba puesta en la carta de postres.

Wren prefirió ignorar el comentario. Se echó en trozo de carne a la boca y dijo al terminar:

―Es preferible que se acerque a él como quien no quiere la cosa e inicie una conversación amena para hacerlo sentir cómodo. Es mecánico, puede abordarlo por ahí.

―¿Y cómo paso de hablar de mecánica a su abuela?

―Dependerá de la conversación. Procure escuchar con atención y saber por dónde atajar.

―Tenga en cuenta, señorita Carmichael...

―Puedes llamarme Wren. Me exasperan las formalidades, no estoy acostumbrada.

―Wren ―por alguna razón, se sintió extraño al dirigirse a ella de forma tan personal―, deberías tomar en cuenta que no suelo sonsacar a nuestros clientes para conseguir información. Trabajamos con lo que nos dan, así que no tengo tanta práctica como tú.

Wren apartó el plato y se acomodó en el espaldar del asiento con un gesto relajado y tranquilo.

―Ya que lo mencionas, ¿ya ha llegado mi renovación de la membresía? Nunca dejo deudas pendientes.

―Hace unos meses, sí, y me consta que no te has saltado un pago.

―Tomando en cuenta el tiempo que llevas como administrador, imagino que sabes de memoria loa nombres de los miembros.

Isaac negó con la cabeza y después sonrió.

―Son demasiados, pero sirve tener al día los registros.

―Espero que lord Iverson tenga el buen tino de ser un jefe decente, que luego hay algunos que abusan de sus empleados.

El vizconde, que se había mantenido fuera de la conversación, apartó la mirada de la carta de postres, la dejó sobre la mesa y fulminó a la periodista con una mirada temeraria.

―Para su información, señorita Carmichael, remunero a mis empleados según su puesto y desempeño.

―No lo dije con mala intención ―aclaró con una voz tan sumisa, como si se sintiera regañada, que Isaac se vio en la necesidad de intervenir.

Sedúceme otra vez (Serie Herederos 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora