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T O M
Una cita se convirtió rápidamente en cinco, la veía una vez por semana, hablaba con ella, sacaba mis frustraciones y lloraba.
Se sentía bien, podía hablar sobre lo mal que me sentía sin ser juzgado o mal visto, pero el sentimiento de culpa no se iba.
Hoy había al fin hablado sobre Tommy, el cómo me sentí al respecto con eso y como llevo mi duelo.
—¿Qué sentiste cuando les dijeron que no podían hacer más?
—Impotencia.—conteste mirando a la nada—Me sentí culpable.
—¿Por qué?
—Porque yo no quería que ella estuviera embarazada, se cumplió lo que había pensado... No tener hijos aún.
—¿Pero no era un tema en el que ambos dieron positivas?
—Si.—asentí—Pero lo hice por verla feliz.
—¿No querías tener hijos?
—Si quería.—asentí—Pero no aun, sentía que era muy pronto, ella demasiado joven, tiene veintiséis, yo tengo treinta y seis no vivimos lo mismo y sentía que traer un bebé al mundo no iba a mejorar nada.
>>Quería un par de años sin hijos, solo ella y yo viajando, haciendo cualquier tontería juntos, porque éramos felices así, pero cuando vi su cara al decírmelo, dije bueno, qué más da.
—¿Por qué nunca le dijiste que era demasiado pronto para ti?
—Porque la veía feliz con el tema.—repetí—Ella estaba demasiado ilusionada en el tema de tener una familia y yo... Yo daría todo por verla feliz.
—La base de una buena relación es la comunicación.—contestó—El demostrar y expresar lo que sentimos cuando nos casamos es importante, solo de esa manera ambos podrán estar bien.
—Pero ella quería tener hijos.
—Pero tu no.—contesto—Y siento que si tu le hubieras dicho que esperaran un par de meses, inclusive años ella lo hubiera entendido.
—Quizá.—murmure—Pero no lo hice.
—No sirve de nada arrepentirnos.—negó—Háblame del duelo.—bufe.
—Era como si fuéramos muertos en vida y lo odiaba, la veía acostada mayor parte del día, sollozando, lamentándose...Se volvió tan frágil.—murmure—Si estaba sola mucho tiempo lloraba, si no la abrazaba por las noches no dormía, odiaba que se sintiera así y yo no poder hacer nada para ayudarla.
—Tom.—levante mi mirada—Tu duelo.
—Estoy...
—Estas diciendo su duelo.—aclaró—¿Qué hiciste tú?
—No...—fruncí el ceño—No hice nada, me dediqué a hacerla sentir bien, a que se sintiera bien con ella misma, que saliera adelante.
