capitulo 4 cazador

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Mew se tocó el pelo, y su postura ahora era menos rígida. Miró un par de veces por encima del hombro, y dio un respingo cuando el guardaespaldas lo tocó.

A cierta distancia, él sonrió. Él estaba agotado y tenía miedo. Bien. Él sentía una terrible emoción al pensar que le hacía pasar noches en blanco. Esperaba que cada vez que conciliara el sueño lo despertaran pesadillas de sangre. ¿Sentía el alguna culpa? ¿Alguna complicidad? Al fin y al cabo, eran sus propias palabras las que determinaban quién vivía y quién moría. Soltó una risilla ahogada mientras lo observaba.

Había vuelto a casa con ese guardaespaldas y se había encontrado con ese agente del FBI que lo esperaba en la puerta desde hacía una hora. El agente había llamado a la puerta varias veces, y cada cierto rato miraba su reloj mientras se paseaba de arriba abajo. El federal no le preocupaba.

El guardaespaldas, en cambio, le preocupaba un poco. Conociendo a mew como él lo conocía, no había imaginado que pediría ayuda. Era un hombre tan seguro de sí mismo, tan sereno. No era el tipo de hombre que pediría un guardaespaldas. ¿Su amante? No, no había estado con un tío desde antes de dejar el FBI. ¿Cómo se llamaba ese tío? Ah, sí. saint. También era un federal.

Ay, sí, él lo había estado observando, de una manera u otra, desde hacía mucho tiempo.

Del guardaespaldas se ocuparía cuando llegara el momento indicado. Le bastaría con un silenciador, aunque detestaba las armas. Convertía el asesinato en algo tan impersonal.

Eso sería para más tarde.

Primero, había que quebrar a mew. Quería que se derritiera, que ardiera.

Necesitaba sus emociones, su temperamento. Sobre todo, quería ver su miedo.

Entonces, y sólo entonces, se le aparecería.

Hasta entonces, tenía muchas cosas de que ocuparse. Había marcado a los elegidos para morir. Ahora nada podía alterar sus destinos. Él era un dios, y el destino seguiría su curso. Entonces él y mew volverían a encontrarse. El sabría quién era él, y él le enseñaría qué era el miedo.

Y le imploraría por su vida antes de morir.

Esperó hasta que oscureció, y se marchó. Le esperaba un vuelo a otro destino

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