05 | Besar a Logan Turner (y sus consecuencias)

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05 | Besar a Logan Turner (y sus consecuencias)

Leah

Me pasé dos años enamorada de Logan Turner en el instituto y esta semana ya lo he besado dos veces.

Ahora tiene su mano entrelazada con la mía. Solo pienso en eso mientras me hace subir la escalera del sótano a toda velocidad. Parece que tiene prisa en irse, ya que sortea con soltura a los invitados en dirección a la salida. A diferencia de la mía, su piel está helada, pero el contraste no me parece desagradable. Al contrario. Hace que recuerde cómo me he sentido antes, cuando esas mismas manos se han colado bajo mi camiseta para posarse en mi cintura. La presión de sus dedos sobre mi piel. De su boca contra la mía.

Me ha besado.

Logan Turner me ha besado.

No pienso en las consecuencias hasta que estamos fuera, bajando la escalera del porche.

—No puedo irme todavía —suelto en un momento de lucidez—. Antes tengo que... yo...

—Lo único que tienes que hacer es irte a casa.

Me suelta la mano. Enseguida siento el frío colándose entre mis dedos. Me agarro la muñeca por instinto. Él se aleja unos pasos, como si necesitara poner distancia entre nosotros, y saca el móvil para llamar a alguien.

—¿Qué haces? —pregunto con desconfianza.

—No he traído mi coche, pero Kenny puede acercarte.

—No pienso ir a ninguna parte. —Y, de pronto, recuerdo lo que ha pasado y vuelve toda mi hostilidad—. Tengo que volver ahí dentro y hablar con Linda.

Suspira, cansado, y se planta entre la escalera y yo para cortarme el paso. A juzgar por su expresión, esto no le hace demasiada gracia.

—No vas a hablar con nadie —me advierte.

—Voy a hacer lo que me dé la gana. Muévete.

—¿Puedes escucharme por una puta vez?

—¡No! —exclamo, y de pronto estoy muy cabreada. Le estampo las manos en el pecho sin pensármelo dos veces—. ¿Se puede saber a qué coño ha venido eso?

—¿A qué ha venido el qué?

—¡Me has besado!

—Y tú me has devuelto el beso. Fin de la historia.

—Sabías que Linda y Hayes estarían ahí cuando abrieran la puerta. Has esperado al momento justo porque querías que nos vieran —acuso. Sigo empujándolo con las manos, aunque no lo muevo ni un milímetro—. Ha sido un truco sucio. Y rastrero.

Se encoge de hombros, impasible.

—Podrías haberte apartado.

—No intentes repartir la culpa.

—Es exactamente lo mismo que hiciste el sábado pasado, Leah, no me jodas.

—¡Pero no delante de Linda! —estallo—. Sabes que está colada por ti. La has rechazado esta noche y que me hayas besado frente a sus narices... ¡Mierda, Logan, soy su mejor amiga! ¿Cómo crees que se habrá sentido?

Hay un cambio en su actitud. Una brecha en esa máscara de indiferencia. Y, cuando sus ojos conectan con los míos, me parece que siente lástima, aunque no sé hacia quién de las dos.

—Mi intención no era hacerle daño a ella —aclara en voz baja. Su tono me da a entender que acaba de darse cuenta de que sus acciones sí que podrían haberla afectado.

El arte de ser nosotros |  EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now