10 | De mal a peor

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10 | De mal a peor

Logan

—¿Seguro que puedes arreglarlo?

—Claro, tío. No tiene mucho misterio.

Tumbado bajo el lavabo, Kenny alarga la mano para pedirme la llave inglesa. Obedezco con un suspiro. Ayer estaba lavándome las manos en mi cabina después de tatuar a un cliente y encontré una gotera en una tubería. No quise arriesgarme a dejarlo pasar y que empeorara, así que se lo comenté a Will, mi jefe. Después le dije que mi mejor amigo es hijo de un fontanero y estuvo encantado de que lo llamara y nos lo solucionara gratis.

Ahora empiezo a plantearme si ha sido buena idea.

—Pásame eso. —Kenny me señala otra herramienta y se la intercambio por la llave inglesa. Miro el reloj con inquietud. Espero que se dé prisa. Mi próximo cliente llegará en treinta minutos—. Por cierto, ¿cómo fue la cosa con Linda? Ayer no me contaste nada.

—Bastante mejor de lo que pensaba.

—Vaya. Tenía fe en que te pegara un puñetazo.

—Siento decepcionarte. —Me coge de nuevo la llave inglesa—. No le dije nada nuevo, de todas formas. Dejé claro desde el principio cómo eran las cosas.

Me arrepiento de muchas de mis decisiones, pero liarme con Linda esa noche en el bar fue, sin duda, una de las peores. Nunca me han gustado los compromisos; los aborrecía antes de Clarisse y los evito aún más después de ella. Entiendo que eso pueda resultar chocante para algunas personas, así que siempre procuro ser directo. Voy de frente. Se suponía que lo de Linda y yo era solo cosa de una noche, pero después me dijo de vernos más veces y... bueno, acepté creyendo que estábamos en la misma honda y solo quería diversión sin compromisos. Gran error.

En cuanto me percaté de que no nos veíamos de la misma manera, le dije que lo mejor era que dejáramos de quedar. No se lo tomó demasiado bien. Imagino que no estaba muy costumbrada a la que la rechazaran. Se pasó varias semanas intentando hacerme cambiar de opinión, pero no cedí. Y fue así como me convertí en el cabrón sin sentimientos que le rompió el corazón.

Al menos, eso es lo que le ha dicho a todo el mundo.

Aunque me trae sin cuidado lo que opinen los demás, no me gusta que diga que le hice daño. Me hace sentir mal conmigo mismo. Quizá tendría que haberlo gestionado de otra manera. No lo sé. A lo mejor fue culpa mía por no sentir nada.

Tal vez ya debería poder sentir algo a estas alturas.

Sea como sea, cuando Leah me dijo el otro día que seguían peleadas llegué a la conclusión de que, me gustara o no, Linda y yo teníamos una conversación pendiente. Hablamos ayer en el Daniel's, le insistí en que lo «nuestro» estaba completamente acabado y, para mi sorpresa, se lo tomó bastante bien.

También le dije que lo que pasó en la fiesta fue cosa mía. No es del todo verdad, porque Leah me devolvió el beso con ganas, pero me da igual cargar con la culpa si eso ayuda a que arreglen su relación. Linda es su mejor amiga. Y me da la sensación de que Leah la necesita.

—Bueno, yo solo espero que te deje en paz. —La voz de Kenny me trae de vuelta a la conversación—. Daba mal rollo que se creyera el centro del universo.

Entiendo a lo que se refiere. Quedé con un par de chicas después de «dejarlo» con Linda y ella me montó un drama alegando que lo hacía para darle celos. Nada más lejos de la realidad.

—No es mala chica, Ken —digo de todas formas.

—No vas a conseguir que me caiga bien.

—¿Acaso hay alguien que te caiga bien?

El arte de ser nosotros |  EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now