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Una de las cosas que más odio en mi vida es despertar, tener que estar soñando a gusto y luego ¡BUM! el puto sonido de la alarma indicando que tengo que comenzar un nuevo y desastroso día.

Aún dormido bajé las escaleras con cuidado, sentía mis ojos hinchados, iba descalzo, y tenía la intención de pasar directo hacia el baño, pero me detuve al oír ruido en el pasillo que daba hacía el patio.

Me obligue a despertar un poco más, se suponía que todos tenían que estar durmiendo, respire hondo y termine de bajar el último escalón para dirigirme a tomar el bate que estaba en una esquina del mueble que realmente estaba de adorno allí. Caminé en silencio escondiéndome detrás de la pared esperando a que el ladrón saliera del pasillo, la adrenalina se tenía que haber apoderado de mí por completo, porque mi yo normal no hace esto, de hecho se escondería. La puerta se abría despacio y yo ya estaba en posición para golpear.

Cuando se abrió por completo, cerré fuerte los ojos y golpeé a mi suerte.

—¡LEE DONGHYUCK!.

"llévame satanás"

Abrí mis ojos y me alivie pero a la misma vez entre en una especie de pánico al ver a mi mamá, y definitivamente me jodi de miedo al ver la taza rota en el suelo junto al té todo desparramado.

—¡Casi me matas!.

—¡Se suponía que estabas durmiendo!. - suspiré dejando el bate apoyado en la pared.

—¿¡Qué pasa por tu mente!?.

—Que eras un ladrón.

—Jugar mucho esos juegos te está haciendo mal.

—¡No es eso!. - bufé.

Ella chasqueó la lengua. —Limpia este desastre, te espero en la cocina.

La miré indignado. —Pero estoy descalzo, ¡puedo cortarme!.

—Pues te pones unos zapatos y ya. - me dijo volviendo entrar a la cocina.

—Pies ti pinis inis zipitis i yi. - susurré rodando los ojos y pasando con cuidado de no pisar algún algún vidrio, pero joder, mis ganas de hacer pipi eran más fuertes que el miedo a que se me entierre un vidrio en el pie.

Termine de aliviar mi vejiga, me puse las sandalias de ella que tenía de repuesto en el baño, me quedan chicas pero servían para evitar enterrarme un vidrio, así que termine limpiando a duras penas los vidrios en suelo más el té desparramado, cuando termine y entre a la cocina, ella ya estaba comiendo mientras veía su teléfono con sus gafas ópticas puestas.

—¿Por qué me haces el desayuno?. - pregunté confundido mirando la mesa puesta.

—¿Por qué eres mi hijo?. - respondió sin mirarme.

La seguí mirando sospechoso pero aún así me senté, comencé a comer analizando un poco la situación, y después de un rato, todas las piezas encajaron perfectamente. —¡Tiu taumbiin sabiis!.

—¡No hables con la boca llena!.

La miré molesto y comencé a masticar lo más rápido que podía y tomé agua sin importarme lo mal que me supo el pan en la boca al juntar eso, lo importante era pasar luego el pan. —¡Tú también sabías!. - termine diciendo más claro a penas trague.

Me miró con total calma.

—¿Qué cosa?.

—No te hagas.

—Ahhh. - rio nerviosa. —¿Lo de fútbol?. - asintió. —Es una pena lo que le pasó al joven en la rodilla.

—Eso no mamá, lo otro.

Fuego bajo la lluviaWhere stories live. Discover now