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—¡Levante que vamos tarde!.

Suspiré al ver que él ni siquiera se había inmutado, camine hacia su cama y lo destape por completo.

—Agg no hagas eso, tengo frío. - se sentó abrazándose a sí mismo aún con los ojos cerrados.

Le pegue en la nuca levemente. —Te dije que te levantes.

—Para eso tengo alarma.

—La cual apagas todas las putas mañanas. - arquee una ceja. —Hoy tienes examen de literatura, así que arriba.

Lloriqueó. —Ya vooyy.

Dejé la puerta de su habitación abierta de manera intencional ya que eso lo irritaba más y tendría que obligatoriamente levantarse a cerrarla. Luego bajé la escalera y me dirigí a abrir el ventanal el cual daba al patio trasero de la casa. —Hola ami... no lo hagas. - bufé al ver al perro correr hacia mí. —¡No Gyosu!. - pero Igual se abalanzó con sus dos patas sobre mi con toda la intención de lamerme la cara, reí acariciándole la cabeza y saque sus dos patas de mi torso. —Te daré de comer.

Llene su plato y me fui de allí para ir a la cocina. —Lávate la cara.

Blanqueó los ojos. —Ya lo hice. - aseguró. —Pero el agua no puede quitarme las ganas de seguir durmiendo. - se sentó en la mesa mientras bostezaba.

Puse agua a hervir y lo miré —No llores. - me burlé sacando dos tazas. —¿Dónde está el café?.

Levantó la cara mientras se rascaba un ojo, me miró mal pero me apunto el cajón a mi izquierda. —¿Quieres pan con mermelada?.

—Es lo único que sabes hacer, así que si.

—No hables mucho porque yo soy quien te está dando de comer idiota.

Rio irónico. —Eso es porque aún no sé cocinar.

Arqueé una ceja. —Ya estás en la edad que puedes aprender, no es una excusa para justificar tú flojera.

—Está hablando el que aún no sabe cocinar. - se encogió de hombros.

—Exacto, tú.

—Y tú.

Blanquee los ojos y le prepare el pan con la taza de café, se las deje en la mesa y luego hice para mi. —Solo come rápido, sin atragantarte eso sí.

—Esi hagj - habló con la boca llena.

Negué levemente y comenzamos a comer en silencio, pero rápidamente al terminar deje las cosas en el fregadero, después cuando llegase de la escuela las lavaría. Mi hermano volvió a subir a buscar sus demás cosas mientras que yo hice lo mismo pero en menos de cinco minutos, creí que al bajar las escaleras él iba a estar esperándome pero no estaba.

—¡Apúrate!. - le grité desde abajo.

—Aagg ya voy, ¿para qué gritas?. - salió al pasillo para después bajar rápido las escaleras.

—Porque me apetece.

Bufo y pasó delante de mí. Lo seguí para salir de una vez por todas de la casa, asegurandome de cerrar bien la puerta principal.

—Que te vaya bien.

Apretó los labios. —No finjas, sabes que me va a ir mal.

—Tienes razón.

—Que flojeerraaaa, odio literatura. - pateo una piedra.

—Yo también.

Comenzamos a caminar hasta la parada de autobús.

Fuego bajo la lluviaWhere stories live. Discover now