(+21) La ilusión podía llevarla hacia el enamoramiento y luego hacia el amor. Cuando los sentimientos se convirtieron en obsesión, la llevó por un camino oscuro y siniestro.
Lo que ambos sentían era de todo, menos normal. Aunque fue él quien decidi...
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Capítulo 3.
Podía jurar que me quedaría sin aire. Nick Adams ni siquiera me había dirigido la palabra. Aunque, claro, el momento era menos convencional de lo que pensé. Es decir, lo menos que esperaba era verlo en el aula de Poesía. Sabía que asistía a la misma universidad en la que yo hacía mis intentos de adaptación, pero no que tomaríamos una materia en el mismo salón de clases. Sentía que casi me daba un ataque de pánico por los nervios, pero no quería dejar de saborear la idea de que lo vería más de cerca en ciertas ocasiones.
Tiffany interrumpió mi fugaz ensoñación, lo cual me hizo sentir confundida, porque no sabía que él tenía una amistad con una chica como ella, ya que era una persona que a leguas se notaba que era extrovertida y simpática con la mayoría. A diferencia de Nick, quien era demasiado neutral y misterioso. Ni siquiera se veía amigable.
—Nick —cuando Tiffany se acercó, él levantó su mirada gris hacia ella—. Veo que ya conociste a Rosemary Jones —le sonrió.
«¿Qué me conoció? Ni siquiera me habló».
—Ella es una estudiante de nuevo ingreso. Le brindé un pequeño recorrido por la universidad —añadió.
Sonreí, pero la realidad era que comenzaba a temblar por los nervios. Entrelacé mis dedos y comencé a masajearlos, intentando disimular el hecho de que comenzaba a sentir pánico.
—Hola, Rose —Tiffany me sonrió.
—Ho-Hola —le respondí al suspirar con profundidad, sintiendo frustración por un momento.
Nick se giró sobre su asiento y me miró fijamente sin emitir ni una palabra. Al contrario de eso, examinó mis expresiones con seriedad y lentamente dirigió su mirada hacia mis manos, estudiando las acciones nerviosas que hacía con mis dedos. Luego sus ojos grises volvieron a mirarme fijamente.
—Nick, ¿crees que podríamos hablar afuera un momento? —preguntó Tiffany.
Percibí dudas en su rostro, como si en realidad no quisiera moverse de donde estaba. En realidad, descifrar a Nick era algo complejo. Lo sabía mejor que nadie, porque lo había estudiado en los momentos que podía espiarlo. Aun así, desconocía muchísimas cosas sobre él, pues, también solía ser una persona muy discreta.
—¿No puede ser más tarde? —le preguntó sin emitir emoción alguna, restándole importancia al asunto.
Por alguna tonta razón, mi corazón rebozó de alegría al saber que no quería moverse de donde estaba. Solo quería seguir viéndolo y admirando un rato más su peculiar personalidad que combinaba con esa peligrosa belleza despreocupada. No podía pedirle más a la vida si ya me permitiría verlo más a menudo en la clase de Poesía.
