Capítulo 12.

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Capítulo 12

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Capítulo 12.

Un grito ahogado se esfumó de mi garganta cuando una mano cubrió mi boca con cierta brusquedad. No pude evitar mantener los ojos engrandecidos por el susto y por el hecho de que los ojos de la silueta oscura se me hicieron más que conocidos.

Eran los ojos grises de Nick Adams.

—¿Nick? —intenté hablar tras la cálida piel de su mano—. ¿Qué diablos haces aquí?

Nick me había acorralado con su cuerpo, manteniéndome entre el lavabo y él. Por un momento, observé de reojo la salida detrás de él. Sin embargo, solo le bastó observarme por unos segundos para saber que quería huir lo antes posible.

Al principio, intenté zafarme de su agarre, pero al ver en sus ojos grises que no emitía ni una palabra y que no hacía nada, me quedé en silencio, hasta que, lentamente, apartó su mano de mi boca.

—Me asustaste, carajo —gruñí por lo bajo—. Por un momento pensé lo peor —coloqué mi mano sobre mi pecho, intentando calmar mi agitada respiración—. Creí que quizá era el destripador.

—Creo que te asustas con mucha facilidad —sonrió levemente mientras sus ojos grises destilaban misterio—. De hecho, mi intención no era asustarte. Más bien, advertirte.

Fruncí el ceño y negué con la cabeza lentamente, fijándome en su hermoso rostro que parecía tallado por el Eterno Padre en los cielos, distrayéndome por un momento. Sus ojos grises, su nariz decorada por el aro brillante de plata, la simetría de sus labios...

Todo en él me distraía con demasiada facilidad y eso me frustraba por completo.

—¿Advertirme? —tragué saliva—. ¿Sobre qué? ¿De qué estás hablando?

—Creo que no deberías ir a la universidad a estas horas. Es muy peligroso, señorita Jones.

—¿Y crees que no lo sé? —engrandecí mis ojos, sorprendida de lo que me estaba diciendo.

—Sé que lo sabes, pero aun así tienes la intención de ir.

—No la tendría si mis amigos no tuviesen que ir, pero no puedo dejarlos solos en estos momentos. Además, la nueva víctima en este pueblo es primo de uno de ellos.

—Yo no lo catalogaría como una "víctima" cuando es más que un secreto a voces que era de la misma calaña que Paul Davis.

—¿Y cómo puedes estar tan seguro?

—No es un secreto en este pueblo, y mucho menos en la universidad.

—Y si es así como dices, ¿por qué nadie ha hecho nada? Aparte del supuesto destripador que los asesinó, claro.

Sinuosa Obsesión ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora