Capítulo 3

4.7K 317 109
                                    

Me quedé mirando esos ojos azules que por tanto tiempo me revolvían el estómago. Podrían pasar años, pero él seguía igual de atractivo. ¿Cuántos años tendría? ¿Cuarenta y cinco? No me acordaba ni tampoco me importaba, lo único que pensaba era en lo tan guapo que estaba con esa camisa blanca que le hacía lucir su perfecta musculatura.

Su tan sola presencia ya deslumbraba: se le veía tan varonil, tan caballeroso.

Conocí a Heylan debido a que era el ex novio de mi madre hace ya un tiempo. Yo tenía trece años cuando mi madre y él empezaron a salir. De inmediato me agradó, siempre me trató como un hijo, y él se convirtió en el padre que por desgracia nunca pude gozar debido a que falleció cuando yo era bebé.

A donde quiera que Heylan iba, siempre me llevaba consigo. A veces incluso dejaba plantada a mi madre para poder salir conmigo: me llevaba al cine, íbamos a comer o a veces me llevaba al Coney Park, uno de mis lugares favoritos de la infancia.

Cuando se comprometió con mi madre, me puse más que contento, no solo porque era un buen hombre para ella, sino también porque le agarré mucho cariño. Por mala suerte, nunca se llegaron a casar, ya que terminaron años después, cuando yo tenía dieciséis, debido a que Heylan era adicto al trabajo y no tenía mucho tiempo para su relación.

Heylan Griffin era uno de los abogados más exitosos y populares de todo Lima, por lo que siempre andaba ocupado, siempre con un nuevo caso. Cuando finalizaba un caso, de inmediato era asignado a otro. Mi madre no soportaba ser segunda en su lista de prioridades después del trabajo, por lo que optó por terminar con él. Yo quedé destruido.

A pesar de todo esto, él siguió teniendo una buena relación con nosotros; incluso, fue a mi graduación del colegio, me acuerdo que me emocioné cuando lo vi. Era como si mi padre estuviera allí viéndome graduarme. No tenía porque estar en la ceremonia, sin embargo, allí estaba junto a mi madre, contemplando uno de los momentos más importantes de mi vida. Esa fue la última vez que sentí que tenía una familia completa.

...

Su rostro emanaba una tristeza profunda. A pesar de que él ya no estaba con mi madre, Heylan nunca dejó de amarla. Al fin y al cabo, estuvieron casi cinco años juntos. Una relación de tantos años jamás se olvida. Mi madre lo amaba, y él la seguía amando, no había duda.

—Aniel no sé cómo... Dios es... Enserio cuanto lo siento.

A continuación, extendió sus brazos y me abrazó. Sentir sus fuertes brazos rodeando mi cuerpo me hacía sentir seguro, protegido. Yo también opté por abrazarlo y apoyé mi cabeza sobre su hombro. Olí su perfume; olía a canela. Su barba me raspó la mejilla izquierda y mi piel rozó con la de él: su piel caliente y suave.

—Enserio lo lamento Aniel —dijo sollozando—. Era maravillosa.

—Lo sé.

Después de abrazarnos, nos sentamos sobre la cama. Dibujó una bella sonrisa con sus labios."Que manera de ser tan atractivo". Incluso en los peores momentos, era imposible no contemplar su belleza: pelo negro, ojos azules que parecían unos diamantes, y un cuerpo digno de contemplar. No había nada que envidiar a chicos jóvenes: la belleza de Heylan era superior a la de cualquier otro chico que haya visto.

—Maritza siempre estará en mi corazón. Mujeres como ella no existen —dijo él refiriéndose a mi madre.

—Concuerdo. Era perfecta —dije con dificultad, aún no podía creer que me estaba refiriendo a mi madre en pasado.

—Sí, lo era —dijo Heylan meneando la cabeza.

Hubo unos segundos de silencio incómodo. Heylan parecía tener la mirada perdida. Qué me iba a imaginar hace unos años que algún día estaríamos los dos juntos en el velorio de mi madre.

—Aniel, no solo he venido para darte el pésame. También he venido para otra cosa.

—¿Para qué?

Heylan hizo una pausa y prosiguió.

—He venido para llevarte conmigo a mi casa. Vas a vivir conmigo.

¿Qué? ¿Vivir con él? No tenía ningún sentido. Es verdad que lo quería como un padre, pero oficialmente no lo era. Por más que quisiera, no podría irme a vivir con él. Legalmente, tenía que ir a un orfanato, puesto que no tenía familia que pudiera hacerse cargo de un adolecerte de diecisiete años. Mis familiares que estaban en el funeral eran unos hipócritas, puesto a que decían que lamentaban la muerte de mi madre, pero ninguno de ellos se ofreció a tener mi custodia. Por lo que no tenía de otra que ir al orfanato.

—Cuando tu mamá y yo estábamos juntos, me hizo prometerle algo. Me dijo que, si algo le llegara a pasar, yo me haría cargo de ti. Por el amor que siempre le voy a tener a tu madre y por ti, he decidido tomar tu custodia.

Me quedé congelado por unos segundos. ¿Aquello podría ser posible? Heylan Griffin iba a adoptarme, pero no entendía, él no era ningún familiar para obtener mi custodia. ¿Cómo lo iba a lograr?

—Pero...

—Al parecer —me interrumpió —. El único familiar que está dispuesto a llevarte consigo es la señora Marlene.

Maldición. La loca de los gatos. No había forma de que me vaya a vivir con esa mujer ni aunque me lo obligaran. Prefería el orfanato.

—No quiero ir con ella —le contesté.

—No te procures. Ya estoy haciendo el papeleo con Servicios Sociales. He hablado con ellos hoy día. Parece que sí voy a poder conseguir tu custodia, siempre en cuando tu estés de acuerdo. Mi casa es grande. Allí solo vivimos mi hijo y yo. No habrá ningún problema en que te mudes con nosotros.

—No quiero ser una molestia —le dije.

—Te considero mi segundo hijo Aniel. Nunca vas a ser una molestia.

Me hizo sentir tan especial al escucharlo decir eso. No quería causarle incomodidad, pero al mismo tiempo no quería estar en otro lugar que no fuera junto a él, mi segundo padre, y me atrevía a decir que también era mi mejor amigo.

Contaba con tres opciones: irme con él, con la loca de los gatos o al orfanato... Creo que no había que pensarlo mucho. No me importaba el hecho de que nunca conviví con alguien que no fuera mi madre, tampoco de que no me llevaba bien con Emiliano (el hijo de Heylan). Lo único que en ese momento anhelaba era no hundirme en la soledad. Heylan vino a rescatarme de eso.

Respiré hondo y dije en un tono seguro:

—Me voy contigo.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Hola lectores ¿Qué tal? Nuevamente gracias por el apoyo que me dan, no saben lo agradecido que estoy con ustedes. Enserio gracias. 

Nos seguiremos viendo en Tik Tok y en Instagram donde publico contenido diario. 

Los adoro. 

Instagram: @francomarcelo59

Tik Tok: @francomarcelo51

Facebook: Franco Marcelo

HEYLANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora