Capítulo 11

3.3K 208 86
                                    


No hablé con Heylan por unos cuatro días. Heylan andaba trabajando todo el tiempo, y los pocos momentos que estaba en casa ni siquiera salía de su habitación. No lo veía en las cenas o en los almuerzos como lo hacíamos antes cuando él se encontraba en casa. Ahora me tocaba almorzar solo, debido a que Emilio ya no tenía obligación de estar sentando en la mesa conmigo si su padre no se lo pedía.

La soledad me invadió nuevamente. Antes podía soportarlo con la ayuda de Heylan, pero ahora sin él, es como si volviera al primer momento en el que me enteré de que me había quedado huérfano. Era mi amigo, mi mejor amigo; ahora ya ni siquiera me podía mirar, ya que siempre buscaba la forma de ignorarme. Incluso lo estuve esperando varias veces en la noche en la entrada de la casa para hablar con él, pero por desgracia, Heylan solo me saludaba con la mano y se iba directo a su cuarto.

"Maldita sea, cómo se supone que voy a averiguar si mi teoría es cierta si ni siquiera me deja hablar de ello".

Todavía seguían las dos incógnitas en mi cabeza: Heylan quería botarme de su casa debido a que se acordó que me aproveché de él mientras estaba borracho; o la otra opción es que a pesar de que haya estado consciente cuando me aproveché, no hiciera nada al respecto porque le gustó y que en realidad me está botando por el temor de sentirse atraído hacia mí. Quería saber la verdad con ansias, pero al paso que íbamos jamás lo iba a averiguar. Era increíble como podíamos estar tan distanciados a pesar de vivir bajo el mismo techo.

Me resigné a saber que mi único amigo era Tony, quien parecía crecer bastante rápido, bueno, era un labrador, los labradores crecen muy rápido. Si es que al final me iba a tener que ir de la casa, imploraba que a donde quiera que vaya dejarán permitir mascotas; no podría vivir sin ese perro, literal era mi único amigo.

Con respecto a los estudios en la academia, no me estaba yendo tan bien que digamos. Era imposible concentrarme, jamás ingresaría a ningún instituto si no conseguía concentrarme en las clases. ¿Pero cómo hacerlo?

Mi mente no paraba de pensar en Heylan, en lo que sucedía entre ambos. Aparte de que la horrible depresión me atacó con más fuerza. Ese puñal que sentí atravesando mi pecho cuando supe que mi madre estaba muerta, se retorcía cada vez más hasta el punto que me llegaba a faltar el aire. En ciertos tiempos, me quedaba mirando a la nada, preguntándome si existía una razón para seguir viviendo. "¿Por qué estaba en este planeta? ¿Nací en este mundo solo para sufrir? ¿Toda mi vida sería un sufrimiento? ¿Sería mejor estar muerto en vez de vivir este infierno?" Estas preguntas invadían mi cabeza todos los días, ocasionándome jaqueca y que no deje de llorar todas las noches.

Lo único que quería era desaparecer para no seguir sufriendo, y tampoco hacer daños a otros como lo hice con Heylan. Yo era un monstruo que tenía que desvanecerse.

...

En los últimos días, Heylan se estaba comportando extraño, más de lo normal. Su celular sonaba con más frecuencia, y poco después el teléfono de la casa también comenzó a sonar. Una vez me asusté cuando Heylan contestó la llamada y gritó "¡Vete a la mierda", colgó el teléfono con fuerza, y lo desconectó dejándolo inhabilitado! ¿Quién era el extraño o la extraña que lo llamaba a cada rato y lo ponía de esa forma? Heylan era el hombre más tranquilo del mundo, y ahora estaba agarrando un carácter más agresivo.

Hubo veces en las que Heylan no aparecía durante todo el día, y llegaba recién en las madrugadas. ¿Qué hacía durante toda la noche? Prefería mejor no averiguarlo.

El Heylan que conocí estaba desapareciendo, y estaba siendo reemplazado por un sujeto más agresivo, indiferente. Lo peor de todo, es que era muy probable que fuera así por mi culpa.

HEYLANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora