Capítulo 9

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Antes de leer este capítulo, tienen que tener bien en claro que el abuso no es romántico. 

 Pido por favor leer este capítulo con precaución, en especial si eres una persona sensible. 

Lo primero que hice fue acercarme a su rostro para ver si estaba consciente. Sus ojos cerrados y su respiración tan ligera me daban a entender que se hallaba en un sueño profundo.

Mi pene se encontraba totalmente duro y estirado, mis piernas temblaban y mis manos sudaban. Se me mezcló el miedo y la lascivia, la culpa y el deseo. Aún tenía la oportunidad de irme de esa habitación, pero ver el cuerpo musculoso de Heylan echado en esa cama casi inconsciente no me lo permitió.

Cogí a Heylan del brazo y del hombro, y lo levanté con delicadeza hasta colocarlo boca arriba. Empecé a tocar su pecho duro, deslicé mi mano por encima de la tela de su camisa hasta llegar a los botones. Tenía ganas de abrirle la camisa con fuerza, que salieran los botones disparados, aunque no podía hacer eso porque a la mañana siguiente se daría cuenta de que alguien le rompió su camisa. Por ende, procedí a desabotonarle la prenda, de arriba a abajo, tan lento para así disfrutar como se rebelaba su torso desnudo. Le abrí la camisa, mi mano derecha se deslizó por sus duros pectorales y siguió bajando hasta su abdomen, comencé a manosearlo con ambas manos, apretando con fuerza cada musculo de su cuerpo. Heylan soltó un leve gemido como si se estuviera quejando, de inmediato me detuve, pensando que se había despertado, pero entonces comenzó a respirar profundamente; seguía dormido.

Mi pene chocó con su muslo, tenía que tener cuidado si es que no quería correrme tan rápido, y también tenía que seguir haciéndolo con la ropa puesta; no podía arriesgarme en manchar de semen a él o a su cama.

Cogí las mangas con sutileza y se las saqué de sus brazos, dejándolo con el torso desnudo. Verlo echado en la cama, con su pecho al descubierto y solo llevando unos vaqueros, era lo más excitante que había visto en mi vida. Nada se podía comparar con tremendo monumento.

Nuevamente, acaricié sus redondos pectorales, luego, me fui directo hacia sus musculosos brazos, tan fuertes, tan bien trabajados. Heylan seguía gimiendo, pero solo por momentos. Apreté sus bíceps de una forma en la que no dejara marcas. Acerqué mi rostro hacia el suyo, mi boca rosó con su barbilla y le di un ligero beso, luego seguí dándole besos por su cuello, por su pecho y al final hasta su six pack.

Ni siquiera me había frotado mi miembro, pero sentía que en cualquier momento iba a eyacular. Respiré hondo, me quedé quieto por un minuto sin mirarlo, tratando de que el dragón de abajo dejara de rugir al menos por unos cuantos segundos.

Una vez listo, seguí con lo mío. Desabroché el cinturón de sus vaqueros y se lo quité de un tirón. Sus pantalones estaban más flojos, dejando al descubierto el elástico de un bóxer negro. Agarré el elástico y lo doblé, logrando contemplar la "V" bien definida. "¡Dios! Que cuerpo tan perfecto".

Le desabroché el botón del pantalón y le bajé el cierre. Sacarle el pantalón fue lo más complicado, debido a lo apretado que estaba. Tuve que voltear a Heylan y colocarlo boca abajo otra vez, cogí la tela desde su culo y la jalé con fuerza. Llegué a bajarle el pantalón hasta las rodillas, ahora podía ver el algodón del bóxer reluciendo ese trasero redondo y grande. Primero le quité los vaqueros por la pierna izquierda y luego por la pierna derecha. Tiré la prenda al suelo. Ahora, Heylan se hallaba solamente en bóxer.

Me subí encima de él, gateando hasta su culo mientras mis manos rosaban sus fornidas piernas, mi miembro estaba tan grande que se paseaba por su cuerpo. Llegué a su trasero, y lo primero que hice fue cogerle las nalgas. Heylan soltó un gemido, pero esta vez ni me importó si es que se hallaba despierto o dormido, lo único que me interesaba era jugar con ese culito todo lo que pudiera.

Le agarré ambas nalgas y comencé a frotarlas. Coloqué mi erección sobre su culo. Tenía unas ganas de rasgarle el bóxer y penetrarlo, de liberar todo mi liquido sobre él. Sin embargo, por más que quisiera, no lo iba a hacer, debido a que también se daría cuenta al despertar. Por lo que no me quedó de otra que incrustar mi pene entre sus nalgas, con el bóxer puesto. Yo seguía con mis pantalones, por lo que solo me mancharía yo; de esa forma no iba a dejar ninguna prueba de lo que hice.

Choqué mi pedazo de carne contra su trasero, una y otra vez. Sentía como mi sangre iba rápidamente hacia mi miembro que palpitaba y seguía creciendo. Yo me encontraba como un volcán a punto de explosionar. Lo embestí con más fuerza y rapidez... Y entonces explosionó: el caliente liquido viscoso empapó todo mi bóxer hasta chorrearse entre mis piernas. Mi pene seguía latiendo mientras eyaculaba chorros grandes de semen, de inmediato me aparté y me coloqué boca arriba para no manchar a Heylan.

Me quedé echado por varios minutos, esperando a que mi pene se ablandara. Tenía el pantalón y el bóxer empapados, y mis piernas se hallaban calientes por todo lo que se chorreó. Vi que Heylan seguía dormido; menos mal.

No me preocupaba en que lo haya desnudado debido a que usualmente él dormía desnudo; por lo que Heylan podría pensar que fue él mismo quien se desvistió antes de meterse a la cama.

Mi problema aquí era la culpa: lo que acababa de hacer era horrible e imperdonable. Era verdad que oficialmente no era una violación porque no lo penetré, pero, aun así, yo sí lo consideraba violación.

Lo desnudé, le toqué casi todo su cuerpo sin su consentimiento, me aproveché de que haya estado inconsciente para hacer lo que tanto anhelaba desde que lo vi. Lo peor de todo, es que al seguir viéndolo desnudo me perseguían las ganas de hacerlo otra vez, a pesar de ya haberme corrido.

Me levanté de la cama y me fui corriendo hacia la lavandería. Me quité la ropa y la puse a lavar, quería eliminar cualquier prueba de ello. Me fui a la ducha y me quedé allí por un buen rato llorando.

De una manera u otra, el agua caliente me ayudaba a relajarme, al menos un poco, ya que por dentro la culpa me carcomía. Me dolía la cabeza, y mis manos no paraban de temblar.

Era un monstruo: me acababa de aprovechar de la persona que tanto apoyo me dio cuando más lo necesitaba, quien me dio un hogar cuando estaba a punto de quedarme en la calle. Acababa de violar a la persona que era mi único amigo.

¿Cómo se suponía que iba a vivir con eso? 

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