Capítulo 16

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Heylan

He querido a Aniel desde que lo conocí, siempre lo consideré como un hijo. Sin embargo, ahora me encontraba más confundido que nunca. Me sentía atraído hacia él, pero nunca pensé que podría amarlo de otra forma.

Cuando nos besamos, me hizo sentir lo mismo como cuando besé a Elena y a Maritza. Una llama se encendió dentro de mí. El deseo que sentía por Aniel se estaba desarrollando en algo más profundo.

Aquello tenía que acabar ya.

La situación era enfermiza. No podía estar enrollándome con un adolescente, con un niño, y mucho peor si es que sentía más que una atracción. Aquello era un crimen, ¿qué diría la gente? A pesar de que cumpla dieciocho, igual se vería raro, me llamarían pedófilo y entre otras cosas. Y ni que decir de Emilio; me mataría si supiera de algo así. Por tal motivo, fue que alquilé el departamento. Tenía que mantenerlo lejos, a pesar de que me doliera.

Aniel se hallaba triste y decaído, bueno, era de esperarse. Sé que anhelaba querer estar conmigo; ya no sabía en que forma explicarle que era imposible que siguiéramos viviendo juntos.

Cuando le conté a Emilio que conseguí un departamento para Aniel, tuve que tirarle una bofetada tan fuerte que le volteé la cabeza, debido a que dijo: "Al fin ya no va a haber maricones en esta casa". Él me mandó a la mierda, y la verdad que no me importaba. No sabía de dónde sacó esa actitud homófoba, porque ni Elena ni yo lo éramos. En fin, esperaba que con la bofetada al menos aprendiera a no faltar el respeto a Aniel en frente de mí.

...

Con el fin de distraer mi mente de Aniel, me fui a pasar la noche con Karina. Estaba tan guapa con su blusa negra que resaltaba sus labios pintados de color carmín. Tenía un cuerpo espectacular: sus tetas sobresalían de la tela, eran como dos globos perfectos.

Tomamos unos tragos, y después nos fuimos para su cuarto. Me empujó contra su cama, me quité las zapatillas y ella me quitó lo demás. Me dejó en bóxer y se colocó encima mío. Comenzó a besarme por mi barbilla, y de pronto, la imagen de Aniel besando mi barbilla en el departamento invadió mi cabeza.

Karina paseaba su mano sobre mi pecho, y nuevamente sucedió lo mismo. No veía a Karina, sino a Aniel encima mío. Llegó un punto en el que solo pensaba en Aniel, Karina no existía. Al darme cuenta de eso, tuve que parar y decirle a Karina que me sentía mal y que tenía que irme.

Ella parecía confundida, pero terminó aceptándolo.

...

Regresé a la casa como a las doce, Emilio no estaba, de seguro seguiría enojado conmigo; ya se le pasaría. Estaba a punto de dirigirme a mi cuarto, cuando me dio curiosidad en ir a ver Aniel. Su puerta estaba media abierta, por lo que la abrí.

Aniel dormía junto con Tony abrazado. Tony se hallaba despierto, y alzó la cabeza al verme entrar. Le tenía prohibido a Aniel que estuviera con el perro dentro de la casa, pero al saber que eran sus últimos días aquí se lo iba complacer.

Allí yacía Aniel, con un pantalón de buso negro y una camiseta roja. Aun cuando dormía seguía siendo atractivo. Su rostro parecía dibujado a la perfección.

Al verlo, me acordaba de todos los momentos que pasamos juntos desde que lo conocí: como ir al cine, ir a comer, cuando íbamos a la playa en verano y nos quedábamos horas bajo el sol. Eran momentos espectaculares. Me hubiera gustado tener lo mismo con Emilio, pero él siempre fue de rechazar todo. Prefería quedarse en casa jugando PlayStation en vez de ir conmigo. Eran muy pocos los recuerdos que tenía con él. Desde que Elena partió, Emilio nunca más fue el mismo.

A veces, me hubiera gustado llevarme tan bien con Emilio de la misma forma en que lo hacía con Aniel...Claro, siempre en cuando dejando a un lado nuestros deseos sexuales.

Me quedé viendo a Aniel unos segundos más. Tony agachó la cabeza y se acurrucó en la cama. Tenía que admitir, que le tenía envidia al perro. Quería ser yo el que estuviese allí con él ...Lastima que era imposible.

"Aniel, te voy a extrañar".

Cerré la puerta y me fui para mi cuarto. 

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Nuevamente gracias por el apoyo. Los quiero.

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