Capítulo 12

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Heylan me miraba con impotencia, como si estuviera totalmente decidido a lo que iba a hacer. Cerré los ojos, listo para recibir el golpe más fuerte. Sin embargo, lo que hizo a continuación no me lo esperaba.

Heylan abrió la llave de la ducha, el agua caliente cayó sobre mí, empapando mi camiseta y mi pantalón. La ropa me pesaba, me hallaba incómodo. Heylan me seguía agarrando con más fuerza. ¿Qué estaba haciendo?

De pronto, llevó sus manos hacia mi pecho, cogió la tela de mi camiseta y la estiró con tanta fuerza que la terminó rasgando. Mi torso quedó al descubierto, y Heylan se lo quedó viendo por unos segundos. Me cogió del hombro y continuó rompiendo mi camiseta, y de un tirón me la arrebató, lo hizo con tanta fuerza que sentí como si me hubieran arañado el cuerpo. No obstante, el dolor era lo que menos me importaba, puesto a que me encontraba invadido por el placer.

Heylan estiró sus brazos y colocó sus grandes manos sobre mi pecho, y comenzó a tocarlo. Me tocó por todo el torso; desde mi pecho hasta mis abdominales, luego llevó sus manos a mi espalda y me apretó la piel. Sus manos se deslizaron hasta llegar a mi cintura. Me cogió el miembro erecto y lo comenzó a frotar, cada vez con más velocidad.

"Oh Dios". Tenía que controlarme si es que no quería correrme tan pronto, pero se me hacía imposible, me iba a correr, no lo podía evitar. Apoyé mi cabeza sobre la pared y gemí. Sentía que estaba a punto de erupcionar, de botar todo lo que llevaba adentro, no había nada que pudiera hacer al respecto.

Entonces Heylan dejó de frotar mi miembro. Ahora, me agarraba del pantalón. Pensé que me lo iba a bajar, pero no fue así. Enterró sus dedos sobre el algodón y lo rasgó con fuerza. A los segundos quedé solo en bóxer, Heylan cogió el elástico de este y me lo arrancó del cuerpo.

—¡Ah! —Grité del dolor.

No podía creer que me encontraba totalmente desnudo ante el hombre que tanto tiempo me ponía, frente al hombre que me hizo descubrir mi sexualidad, frente al hombre más atractivo que haya visto en mi vida. Cualquiera que viera la escena pensaría que era una pesadilla, cuando en realidad era un sueño.

El agua seguía cayendo sobre mí. Heylan me agarró de la cintura, me volteó y colocó mi rostro contra la pared. Escuché como agarraba algo, pero no podía verlo. De pronto me soltó, y fue entonces cuando rápidamente, algo golpeó mi culo acompañado de un sonido que se asemejaba al de un látigo.

—¡Ah! —Grité, esta vez mucho más fuerte.

Volteé la cabeza y vi lo que Heylan tenía en la mano; era una toalla blanca. Heylan me estaba azotando con una toalla. Mis músculos se contrajeron cuando otro azote llegó a mi culo. Agaché la cabeza mientras gritaba del dolor. Menos mal que la ducha estaba abierta, así apaciguaba mis gritos. Otro azote llegó, y luego otro, y otro; me dio tres azotes seguidos. Me dolía el trasero, ni el agua me aliviaba.

A pesar de todo, me encantaba que me azotara. Mi pene estaba a punto de perforar la pared, pensé que ya se había estirado al límite, pero me equivoqué.

Heylan me cogió otra vez con brusquedad y me volteó, nuestros rostros estaban muy cerca, a solo centímetros, sus ojos azules me miraban con lascivia y deseo. Nuestros miembros chocaron: sentir su enorme pedazo de carne rozando el mío hizo que me dieran ganas de correrme de una vez...Pero no, todavía no era el momento. Heylan me desnudó primero, y no me iba a correr hasta yo hacer lo mismo con él; necesitaba ver ese cuerpo digno de admirar.

Cogí su camiseta e intenté rasgarla, aunque solo conseguí a las justas romperla unos centímetros; yo no era tan fuerte como Heylan para rasgar una camiseta entera, a pesar de que estaba mojada y era más fácil. Ni modo, tuve que hacerlo de forma convencional. Cogí su camiseta del borde y se la quité por la cabeza. Allí estaba otra vez ese musculoso cuerpo, tan perfecto, solo que ahora estaba empapado, lo cual hacía verlo más sexy.

Estiré mis manos hacia su torso y lo comencé a tocar con desesperación, noté como su pecho se contraía mientras él cerraba los ojos. Acaricié sus brazos, su pecho, sus abdominales, y al final mis manos terminaron en su espalda fornida. No quería dejar ningún espacio en su torso que no haya sido tocado por mí. Llegué a sus shorts y se los bajé, Heylan levantó sus pies descalzos, haciendo más fácil poder sacarlos. Ahora solo estaba en un bóxer blanco, el cual estaba a punto de romperse en la parte del frente debido a la gigantesca erección. Llevé mis manos hasta su trasero, agarré el algodón y lo separé con fuerza.

Rag.

Logré romper el bóxer por la mitad y su miembro salió disparado como si se tratara de una serpiente que estaba encerrada. "¡Es enorme"! Por un momento, se me hacía imposible creer que podía existir un pene de tal tamaño, ni siquiera en un video porno vi algo parecido.

Estaba a punto de tocarlo, cuando Heylan me volteó, me agarró de los brazos y me puso contra la pared. Ahora me hallaba de espaldas a él, con su enorme erección rozando mi culo el cual debía estar bastante dilatado.

Me encontraba listo, quería ese miembro dentro de mí, lo quería, lo anhelaba. Sus manos seguían agarrando mis brazos, sentí como soltó una mano y agarró mi culo, como si lo estuviera colocando en una posición cómoda para penetrarme.

"Hazlo ya".

De pronto, Heylan por fin habló durante todo este tiempo de tensión:

—No tengo condón.

Maldita sea, estaba tan llevado por el momento que ni me puse a pensar en el condón. Yo era siempre el primero en estar de acuerdo en tener relaciones sexuales con seguridad; sin embargo, en aquel instante estaba tan a mil que no me importaba nada, solo que estuviera dentro de mí.

—No importa —dije sin pensar.

—Esto está mal.

—Heylan, nada está mal.

—No, esto es suficiente.

Heylan me soltó, cerró las llaves de la ducha, a continuación, abrió la puerta y salió hacia su cuarto. Vi que abría su closet y sacaba algo de ropa. Se colocó un bóxer plomo. Caminó otra vez hacia el baño con un conjunto de prendas entre sus brazos, las cuales dejó encima de la tapa del retrete. Se me quedó viendo con el rostro fruncido, y con un tono autoritario me dijo:

—Ponte esto, vete a tu cuarto con precaución y quédate allí. Yo me ocupo del desastre.

—Heylan...

—¡Ahora! —Exclamó en un tono un poco más elevado.

No lo pensé dos veces y le hice caso. Me puse la camiseta y el pantalón que me dio, los cuales me quedaban demasiado grandes, mi erección todavía permanecía allí, por lo que se me hacía complicado caminar con un pantalón grueso y con una erección tan enorme que me causaba dolor en el muslo.

Caminé hasta la puerta del cuarto, la abrí, quise darle una última mirada, pero Heylan me agarró del brazo y me empujó hacia afuera; acto seguido, cerró la puerta.

Caminé con sutileza, cogiéndome los pantalones para que no se me cayeran. Llegué rápido a mi cuarto, mirando a ambos lados asegurándome de que Emilio no hubiera estado por allí. Cerré la puerta, me fui hacia mi closet y me puse ropa de mi talla. Me eché en la cama, sabiendo que se me iba hacer imposible concebir el sueño.

Esa noche fue la más larga de toda mi vida.

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No tienen idea lo incomodo que se me hace publicar estas escenas, pero bueno, ni modo. Los quiero mucho. Gracias por todo.  

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