Capítulo 21

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Al diablo la cena, lo que menos tenía era hambre. Mejor dicho, sí tenía hambre, pero solo de él. Heylan me llevó hasta su cuarto y cerró la puerta. Agarró con fuerza mi camiseta y me la sacó por la cabeza. Comenzó a besarme por todo mi torso hasta llegar a mis pantalones, me quitó el cinturón, me bajó la bragueta y mis pantalones. Mi pene latía de lo erecto que estaba. Heylan me quitó mis zapatillas y mis calcetines, y luego me sacó los vaqueros con tanta fuerza que casi me caigo. Ahora allí estaba, usando solo un bóxer negro frente a él. De pronto, me empujó con tosquedad y caí sobre la cama, Heylan se colocó encima mío y continuó besando cada músculo de mi cuerpo.

Crack

Heylan se detuvo, ambos miramos rápidamente hacia la puerta. Parecía que se había roto algo proveniente de la sala comedor. Al principio me asusté porque pensé que se trataba de Emilio. Ya sería de muy mala suerte que justo apareciera cuando me tiraba a su padre... Otra vez.

—Debe ser un vaso que se cayó —dijo Heylan tranquilo—. No te preocupes.

Me lo imaginaba. Prácticamente salimos de la mesa como si fuéramos unos salvajes, era de hecho que se tuvieron que mover las cosas que estaban encima. Dejé de pensar en eso, y me concentré en el guapísimo hombre que se encontraba encima mío.

Sentía sus labios húmedos rosando cada parte de mi piel. Nuestras erecciones chocaron, me hallaba tan excitado. Ya no aguantaba más.

Heylan deslizó sus manos sobre mi torso hasta llegar al elástico de mi bóxer, lo comenzó a jalar hacia abajo lentamente, mi erección salió disparada hacia su rostro, se la quedó viendo por unos segundos, luego, continuó quitándome la prenda hasta quedar totalmente desnudo.

Heylan me tenía como su prisionero, yo era su presa. Acercó su cabeza hacia mi pene y comenzó a besarla. Cada vez que sentía sus labios, mi erección se ponía más dura. Poco a poco, colocó mi miembro dentro de su boca y comenzó a chuparla lentamente.

—" Dios"

Jadié, mis músculos se contrajeron, el bochorno invadió todo mi cuerpo. Era como si cada mamada hiciera que mi erección se estirara más. Nunca había sentido una sensación así. Heylan seguía, pero yo ya no iba a aguantar más; mi semen ya se rebalsaba, necesitaba detenerlo si es que no quería que terminara tan pronto.

Cogí su cabeza y lo aparté.

—¿Qué haces? —Preguntó.

—No pienso correrme hasta no verte desnudo.

A continuación, lo cogí de los brazos y lo puse debajo mío. Habíamos cambiado de posición. Ahora él era mi presa. Primero lo cogí los gemelos, y de un movimiento brusco, se los abrí rompiendo los botones.

—Oye, tiene botones por una razón. No tienes que romperlos —me dijo.

—Es más divertido así —contesté.

Llevé mis manos hacia su pecho, cogí la tela de su camisa y la abrí con fuerza, todos los botones salieron disparados, revelando su musculoso torso. Dios, cada parte de su cuerpo era perfecta.

—Era mi camisa favorita —bromeó él.

Reí mientras que le quitaba la camisa por los brazos. Puse mis manos sobre sus pectorales y comencé a golpearlos. Heylan gimió. Era increíble como me excitaba golpear ese fuerte pecho, tan duro, tan fuerte. Lo manoseé por todo su cuerpo, desde sus musculosos brazos hasta su abdomen marcado. Luego, besé su estómago hasta llegar a la "V" bien definida. Le desabroché el vaquero negro y se lo bajé, revelando un bóxer blanco que almacenaba un enorme bulto bajo la tela.

Le quité el pantalón, sus zapatos, las medias y luego el bóxer. Su enorme erección llegaba hasta sus muslos. Quería meterla en mi boca, pero entonces, recordé lo que más anhelaba de ese hombre; su impresionante culo. Lo agarré de la cintura y lo obligué a darse la vuelta. Allí estaba, ese culito tan bien definido, tan redondo, tan duro. Lo azoté tres veces, Heylan gimió, su culo se contrajo. Me puse al borde de la cama buscando mi pantalón entre el montículo de ropa tirada, saqué de mi bolsillo mi billetera, y agarré un condón. Abrí la envoltura, me quedé viendo unos segundos su trasero, se notaba lo dilatado que estaba, listo para introducir mi pene allí...Sin embargo, lo que quería en realidad era otra cosa.

HEYLANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora