Capítulo 18

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Emilio

Mi padre me había pedido que los ayude en acomodar el apartamento del maricón de Aniel y su estúpido perro. Me negué porque enserio no tenía ganas, y aparte de que me daba igual ayudarlo. Lo único importante es que al fin se iba ir de la casa, y ya no lo iba a volver a ver otra vez.

Mi padre me mandó la dirección del departamento por si me motivaba a ayudar. Yo ya estaba decidido en no ir; sin embargo, tenía que admitir que me daba curiosidad en donde iba a vivir Aniel. Debió costar carísimo alquilar un departamento en Miraflores. Yo ya iba a terminar la universidad, por lo que también iba a querer un departamento, y por supuesto, tenía que ser igual o mejor que el de Aniel. Mi padre debía darme siempre lo mejor, y no iba a permitir que se atreviera a darle un mejor lugar a Aniel que a su propio hijo, por lo que opté por ir al departamento para ver que tal era, y tener una idea de lo que querría en el futuro. Cogí el duplicado de las llaves que mi padre dejó sobre la mesa del comedor y me fui.

Al llegar al departamento y abrir la puerta, me encontré con la escena más turbia que haya podido ver en mi vida. Aniel estaba frente a mi padre, ambos totalmente desnudos y con las vergas erectas. Los dos voltearon a verme con pavor.

Aquello no podía estar pasando, tenía que ser una pesadilla. Simplemente era imposible. La única explicación que tenía en mente, es que el maldito de Aniel habría drogado a mi padre y lo estaba violando.

—¡Maldito hijo de puta!

Me fui corriendo hacia Aniel y me abalancé sobre su cuerpo desnudo. Lo empecé a golpear en el rostro, una y otra vez. Se sentía tan bien como mi puño chocaba con fuerza contra su mejilla.

—¡Emilio detente! —Exclamó mi padre mientras se ponía los pantalones rápidamente. El maldito perro comenzó a ladrar tan fuerte que me daban ganas de golpearlo a él también.

—¡Voy a matarte! —Grité sin parar de golpearlo.

De pronto, fui empujado por mi propio padre y caí al suelo. Aniel yacía adolorido sobre el piso, y con el perro yendo hacia él a lamerle la cara. Mi padre ya tenía puesto los pantalones, lo cual fue un alivio, no soportaba verlo desnudo.

—Papá, no lo defiendas. Te debe de haber drogado para aprovecharse de ti.

—¿Me ves drogado Emiliano? —Me preguntó.

Me lo quedé mirando, lo cierto es que parecía estar muy bien. Pero si no lo había drogado, ¿cómo es que mi padre se hallaba con el culo al aire frente a la verga de Aniel?

—No entiendo —dije.

Mi padre parpadeó y vaciló con la cabeza. Apretó los puños y tragó saliva.

—Emilio, todo fue conceptuado.

Aniel

Era como si me hubiera caído un ladrillo encima de mi rostro. Todo me daba vueltas, parecía que estaba a punto de vomitar. Con las pocas fuerzas que tenía, me arrastré hacia donde estaba mi ropa y me la puse con dificultad, mientras que Heylan y Emilio discutían de lo que acababa de pasar.

¿Cómo íbamos a explicarle a Emilio lo sucedido? No existía una excusa alguna para librarnos de esta. Estábamos jodidos.

—¿Así que has estado cogiéndote a este idiota? —Preguntó Emilio a Heylan con repulsión—. Quien diría que mi padre era un maldito maricón y encima pedófilo. Ambos son unos enfermos.

—No te atrevas a hablarme así —le dijo Heylan apretando sus puños.

—Me dan asco los dos. Maricones de mierda.

No podía quedarme callado, tenía que defender a Heylan.

—Yo fui el que se insinuó, él siempre se alejó de mí. Yo soy el único culpable.

—Me vale madre —contestó Emilio—. Ambos se pueden ir al diablo. No quiero seguir estando con unos pervertidos como ustedes. Ya no quiero vivir bajo el mismo techo que un pedófilo. Me largo de la casa, espero que vivan felices juntos.

Emilio salió por la puerta. Heylan se colocó la camiseta y se fue corriendo detrás de Emilio. Quería agarrarlo y decirle que se quede conmigo, que no valía la pena ir tras él. Quería ayudarlo...Pero entonces supe que lo mejor que podía hacer era quedarme callado y dejarlo ir.

Ya le había ocasionado mucho daño a Heylan, prácticamente le jodí la vida desde el primer momento en que lo comencé a acosar sexualmente. Él estaba haciendo todo lo posible en alejarse de mí, en evitarme justamente para no llegar a esto. Sin embargo, allí estuve pegado detrás de él, forzándolo y seduciéndolo con el fin que se deje de resistir.

Era increíble como mi obsesión pudo llegar a esto. Yo era el único culpable. Nunca debí haber aceptado en mudarme con él.

Tony se acercó y empezó a lamer mi pierna. Lo agarré y lo coloqué entre mis brazos, sabiendo que ahora, solo íbamos a ser él y yo. Heylan ya no estaría en mi vida nunca más. 

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